Nació en Mundaca (Vizcaya), pero residió en Bilbao desde 1819 hasta 1825, fecha en la que se trasladó a Madrid para continuar sus estudios de arquitectura en la Academia de San Fernando. Estudió bajo la dirección del académico Custodio Teodoro Moreno, con quien aprendió la teoría y práctica de la profesión asistiendo a su estudio particular por espacio de siete años, como a las obras públicas y particulares que durante ese tiempo estuvieron a cargo del maestro.
El 3 de marzo de 1831 solicitó su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como obra de pensado el proyecto de Una colegiata (del A-4109 al A-4112) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, la certificación de práctica librada por su maestro Custodio Moreno y la justificación de su conducta moral y política.
La Comisión de Arquitectura celebrada el 8 de marzo de 1831 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 13 del mismo mes, momento en el que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 43, 62 y 81, que respondieron respectivamente: «Puerta y entrada de una plaza de armas con registro, y habitación para una Compañía de guardia, adornada de Arquitectura robusta, correspondiente al edificio. Planta, fachada y corte», «Para una Parroquia de las principales de esta corte, inventar el Altar mayor en un Presbiterio de cuarenta pies de ancho y el alto y fondo proporcionado, diseñado en planta y alzado, de modo que sean perceptibles todas sus formas y partes» y «Un Anfiteatro circular para estudio de cirujía, adornado de orden dorico con la direccion de aguas á su centro para los usos correspondientes. Planta y sección». De los tres asuntos eligió el nº 81, es decir, un Anfiteatro de cirugía adornado de orden dórico (A-0506), cuya elección comunicó a la corporación académica el 18 de marzo.
La Junta de Examen tuvo lugar el 6 de abril de 1831, asistiendo a ella como vocales Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete. Cotejada la obra de pensado con la de repente, que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Aguirre principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca de lo que era la arquitectura y sus divisiones; el fundamento de la arquitectura civil y los principios de la geometría aplicados a la arquitectura; la medida de las líneas, las superficies y los sólidos; los triángulos, los círculos y la medida de sus superficies; la esfera, su medida y secciones, como las figuras que resultaban de ellas, y por último, la aplicación de estos principios a la medida de los edificios y la solidez de sus paredes.
Satisfechos los examinadores con el mérito de las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron con los conocimientos suficientes para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 24 de abril de 1831, a los 28 años de edad.
Al año siguiente le veremos como secretario de la junta delegada de la Academia en Santiago (Galicia) y remitiendo un oficio a la Academia comunicando el trasladado del Gobierno y la Capitanía General de aquella provincia a la ciudad de La Coruña, motivo por el que se habían diseminado los vocales de esa Junta y solicitaba lo más conveniente sobre este asunto. La Comisión de Arquitectura celebrada el 11 de diciembre de 1832 creyó oportuna la subsistencia de la junta delegada en Santiago y la nueva habilitación de otra en La Coruña, pero para ello se tenía que consultar al capitán general, quien debía indicar lo más ventajoso y los profesores vocales que podrían nombrarse según los puntos en que las Juntas fuesen determinadas.
A principios de 1833 dirigió otra súplica a la Academia, junto con el académico Andrade Yáñez y los maestros arquitectos Loredo y Noya, avecindados también en Santiago, exponiendo los abusos que se cometían de continuo y los vicios que sufría la profesión por la inobservancia en aquel Reino de la Real Cédula de 1828. Tenía como objeto que las autoridades se abstuviesen de nombrar para los actos judiciales de tasas y reconocimientos a quienes no estaban legítimamente autorizados para ello. Esta falta de personal y los desbarajustes profesionales que existían quedaron también recogidos en el escrito enviado desde La Coruña a la corporación por Francisco de Zuloaga el 10 de octubre de 1835. Zuloaga había sido nombrado el 30 de abril de 1834 sustituto del subdelegado de Fomento en la Provincia, en la Junta de Exámenes de Agrimensores delegada de la Academia de San Fernando. En estos momentos puso de manifiesto las circunstancias por las que había pasado la ciudad a la hora de defender la causa nacional y la ausencia del secretario Alejo Andrade Yánez, lo que había hecho que recayese su cargo en la figura de José María Noya, como también los problemas que se habían ocasionado hasta poner en marcha las juntas delegadas.
En las juntas delegadas anteriores a la vicepresidencia de Zuloaga habían sido examinados bajo la presidencia de Francisco Serrallach y con la sola asistencia de dos vocales los siguientes aspirantes: Juan Antonio Rodríguez Amil, Juan Alonso, Ildefonso Martínez, José María Frabieso y Manuel Graña, a quienes posteriormente aprobaría la Academia de San Fernando. Por otro lado, el propio Zuloaga había verificado los exámenes de Francisco Vázquez, Francisco Roybal, Pedro Pérez, Juan Agustín Martínez, Antonio María Gonzáles Santár, José María López de la Baliula y Maseda, José Fariña, Juan Francisco Sanz Galbán, Francisco Gómez, Juan Ventura Avrial, Pablo Antonio Bello, José Losada, Pedro da Pena, Cayetano de Castroy y Juan Roybal, con la sola asistencia también de dos vocales y la suya, en vista de que la Academia había aprobado previamente a los anteriores y no había comunicado la obligatoriedad de que estos profesionales fuesen examinados por tres vocales más el presidente.
Cuando la junta delegada se enteró de lo ocurrido paralizó todo procedimiento hasta recibir nuevas instrucciones de la Academia, la cual conocía como profesores a Noya y Aguirre, el primero nombrado arquitecto de La Coruña con una dotación de 300 ducados anuales cuyo nombramiento había sido notificado y aprobado por la Academia en la Junta Ordinaria del 16 de noviembre de 1834.
Las nuevas instrucciones fueron acordadas por la institución académica en la Junta Ordinaria del 8 de noviembre de 1835, fecha en la que se aprobaron las actas de los exámenes remitidas por Zuloaga el 10 de octubre, más todas las anteriores, así como la necesidad de añadir otro vocal en la junta de exámenes, a ser posible un arquitecto, aunque en su defecto un catedrático de Matemáticas avecindado en la provincia. Mientras que este problema se solventaba, Juan Bautista de Aguirre se ocupó del proyecto de la nueva iglesia parroquial de San Pedro de Visma (La Coruña), que sería aprobado por la Academia en la Junta Ordinaria del 29 de septiembre de 1833.
A principios de 1834 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para el grado de académico de mérito, relevándosele de su presentación personal por su precisa asistencia al servicio de la Plaza. En estos momentos ostentaba el cargo de maestro mayor de Fortificación en La Coruña y había dedicado el tiempo libre a continuar sus estudios de arquitectura, los cuales acreditaba. Para este fin, remitía el pensamiento de una casa consistorial, los dibujos de un castillejo y diversos aparatos dispuestos por los franceses en Egipto para el apeo y transporte a París del famoso obelisco de Cleopatra. Estudiados los documentos aportados y las obras ejecutadas fue admitido a los ejercicios para el grado solicitado en la Junta de la Comisión de Arquitectura del 29 de abril de 1834, siendo aprobado en la clase de académico en la Junta Ordinaria del 4 de mayo.
Para la misma ciudad de La Coruña remitió a censura el proyecto de la iglesia parroquial de Malpica, al que la Junta de la Sección de Arquitectura reunida el 12 de junio de 1858 hizo varias correcciones: «es verdaderamente lastimoso se formen proyectos tan costosos y carezcan de las mejores condiciones que por su objeto deben llenar y esto por empeñarse en no salir sus autores de un sistema que no puede siempre aplicarse bajo una misma forma. Tal sucede con el proyecto en cuestion: la fachada con dos mezquinas torres y por consiguiente dos escaleras, un atrio al interior mezquino, una sacristia igual á una sala de juntas y una pieza para guardar muebles, constituyen con la nave de la Yglesia el conjunto del proyecto, dejando en completo olvido el Deposito de cadaveres, una habitacion para el Sacristan al menos, y la pieza Archivo que son oficinas de 1ª necesidad y mandadas establecer por diferentes Reales ordenes».
Ante el parecer de la Sección, la Academia acordó en su Junta General del domingo 4 de julio de 1858 comunicar a Aguirre ciertas correcciones que debía introducir cuando remitiese el proyecto en limpio: la reducción de las dos torres a una sola en el testero; el aumento del atrio; la supresión de la capilla de reliquias por ser innecesaria y poder con ello dar mayor desahogo a la nave de la iglesia; el establecimiento de la torre y la pieza para el guardamuebles en la parte posterior al ábside; la división de la pieza del sacristán para depósito de cadáveres y archivo; que la altura general del edificio no bajase de 25 pies y por último, que estudiase de nuevo la decoración de la fachada del templo al ser bastante desagradable y de mal gusto.
Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1857-1868. Sig. 2-33-7; Comisión de Arquitectura. Agrimensores, 1835. Sig. 2-21-1; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1831. Sig. 2-9-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1831-1838. Sig. 3-89; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 110.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
NOTA: Estas bases de datos son el resultado de un trabajo acumulado en diversos departamentos y en períodos diferentes. Los usuarios comprobarán que hay registros incompletos y desiguales en contenido, campos que deberán ser revisados e imágenes que iremos sustituyendo a medida que se vayan haciendo las campañas fotográficas. Todo ello será un trabajo de meses y quizá de años que deseamos no demore la accesibilidad de las personas interesadas en conocer nuestras colecciones. Rogamos nos disculpen estas deficiencias que iremos subsanando de manera escalonada y de lo cual daremos periódicamente cuenta en nuestra página web y redes sociales.