Hermano de Juan Ignacio, nació en Zacatecas, provincia de Nueva Galicia en Nueva España (Méjico) hacia 1797. Durante cinco años cursó los estudios de arquitectura en la Academia de San Fernando, concretamente la práctica constructiva bajo la dirección del académico de mérito y teniente arquitecto mayor Joaquín García Rojo. El 19 de diciembre de 1823 solicitó su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, alegando la «necesidad de restituirse á su Patria donde en abandono todos sus intereses pr la muerte de su Padre ocurrida poco hace». Para este fin, presentó como prueba de pensado el proyecto de un Seminario o Colegio Militar, capaz para 150 alumnos (del A-415 al A-417) al tiempo que su hermano Juan Ignacio lo hacía con los diseños de un Edificio destinado para los estudios de Medicina, Cirugía y Farmacia (del A-492 al A-494) y Echevarría con los planos de una Casa de Beneficencia para una capital de provincia (del A-2718 al A-2719). Los interesados acompañaron sus proyectos junto a los respectivos informes facultativos de las obras, el avance del coste que tendrían de ser construidas y las certificaciones de práctica de los arquitectos que habían estado agregados para su instrucción en este ramo. Concretamente, José Ignacio y su hermano Juan Ignacio adjuntaron la certificación librada por su maestro Joaquín García Rojo.
La Comisión de Arquitectura reunida el 26 de abril y 31 de mayo de 1824 examinó los cuatro planos del seminario militar y los documentos aportados, acordando el pase de José Ignacio al resto de los ejercicios de reglamento; sin embargo, en una instancia fechada el 1 de junio y enviada por el propio interesado a la Academia comunicó que en vista de no haber sido considerada suficiente la prueba presentada adjuntaba otra a la anterior correspondiente al proyecto de Una iglesia parroquial capaz para una población de 1.000 vecinos, que comprende una superficie de 50.492 pies cuadrados (A-3835 y A-3836).
Fue admitido finalmente al resto de los ejercicios de reglamento en la Junta Ordinaria del 6 de junio, momento en el que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 24, 61 y 81, los cuales respondieron respectivamente: «Escalera pral de un Palacio con Galeria interior qe la rodeé, y Puertas pª varios cuartos. Planta y elevación geométricas», « [...] un Coliseo publico pª la Corte de Madd diseñar la Planta y Corte por ancho donde demuestre la Fachada de la embocadura, todo de un tamaño perceptible» y «Un Anfiteatro circular pª Estudio de Cirugía adornado de orden dorico con la direccion de aguas à su centro, pª los usos correspondientes, Planta y Seccion». De los tres asuntos escogió el nº 81, es decir, Un anfiteatro de cirugía (A-491), elección que comunicó a la corporación el 10 de junio.
La Junta de Examen tuvo lugar el 14 de junio de 1824, asistiendo a ella como vocales Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno, Antonio de Varas y Julián de Barcenilla. Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Barinaga principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores sobre sus diseños, la teoría de la arquitectura, las medidas de las superficies, los sólidos y demás aspectos concernientes a su profesión.
Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron hábil para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 4 de julio de 1824, a los 27 años de edad.
Más tarde se trasladó a Filipinas para desempeñar la plaza de maestro mayor de fortificación en Manila, ciudad desde donde el 17 de enero de 1846 envió una instancia comunicando el establecimiento de un maestro mayor en esa capital designado por la Junta Superior de la Real Hacienda, cuyo destino, a su parecer, era incompatible con su empleo «y mayormente en concurrencia con un arquitecto siendo su provision contraria á los derechos de los arquitectos y preeminencias de V.A. misma», motivo por el que creía su deber hacerlo presente. También ponía de relieve que llevaba ocupando dicho cargo desde hacía 9 años y que desde 14 años atrás había desempeñado cuantas comisiones le habían sido conferidas por la misma Hacienda. Por otro lado, incidía en que «el cumulo de obras que tiene la Real Hacienda en sus diferentes ramos en las distintas provincias de las Yslas exije por su propia economia el nombramiento de un arquitecto para que levante los planos de las nuevas, y presuponga los gastos de su construccion y reparos de las que se deterioran; esta es una verdad que apenas necesita de demostración, pues las obras encomendadas á los Gobernadores, Alcaldes mayores, Administradores de rentas, y aun á contratistas particulares adolecen de la impericia de los ejecutores en los presupuestos, en el uso y colocacion de materiales y la Real Hacienda en su rapido deterioro, en sus nuevas distribuciones y ensanches; sufre perdidas enormes se atiende á la frecuencia y al aumento de las que se hacen anualmente».
Ante esta situación y en su deseo por disminuir gastos y evitar pérdidas a la Hacienda, hizo presente que se había ofrecido gustoso en asumir el cargo de arquitecto de la Real Hacienda con un sueldo anual de 600 pesos sin incluir dietas, pero que pudo observar como el sueldo se reducía cuando tenía que viajar, ya que cuando esto sucedía debía gastar el doble de la cantidad indicada para sufragar los gastos. Estuvo callado ante esta situación durante algún tiempo hasta la llegada a las Islas de Juan Mendoza en calidad de maestro mayor de Fortificación de la Real Hacienda cuyo sueldo ascendía a 900 pesos. Entendía que a este antiguo perito agrimensor del Canal Imperial de Aragón se le había designado como arquitecto de Hacienda para desempeñar las comisiones de obras que a ella se le ofreciesen con el sueldo de 500 pesos y cinco pesos diarios por dietas en caso de salida, por lo que si esto era cierto estaba gozando de dos sueldos al mismo tiempo en contra de las disposiciones vigentes. Aprovecho la ocasión para señalar el hecho de que, si era empleado efectivo del Real Cuerpo de Ingenieros para llevar a cabo las obras de la Real Hacienda, no podía aspirar nada más que a una gratificación, por lo que su nombramiento debía anularse al no poder ejercer dos empleos a la vez con dos sueldos distintos. Además, «si es necesario en su cuerpo o tiene que atender a sus obligaciones, no puede salir a puntos distantes y siempre es necesario que le conceda permiso el Jefe de su cuerpo por lo que tampoco puede hallarse á la entera disposición de V.S.= Por Real Cedula de 21 de Abril de 1828 esta dispuesto que para tales destinos sean precisamente arquitectos examinados por la academia de S. Fernando que son para todos los dominios Españoles, San Luis de Zaragoza, de la de Valencia ó Valladolid para sus respectivos distritos dispone tambien que V.S. en cumplimiento del articulo 3º de cuenta á la academia de S. Fernando del titulo que haya presentado Mendoza, si pues este carece de tal titulo o no es tal arquitecto, su nombramiento será contrario á las Soberanas Disposiciones vigentes y en perjuicio de los que con previos prolongados estudios hayan obtenido su titulo que los hace habiles para tales empleos destinados exclusivamente para ellos».
En vista de que Barinaga cumplía con todos los requisitos exigidos, se ofrecía a desempeñar el empleo de arquitecto de la Real Hacienda por 500 pesos anuales con las consiguientes dietas asignadas y seguiría luchando contra los numerosos ingenieros que se encontraban interesados en obtener obras civiles por sus gratificaciones, influencia o inmediatas relaciones con las primeras autoridades, quienes descuidaban a menudo los derechos y las preeminencias de los arquitectos civiles, la Academia estuvo de acuerdo con el ofrecimiento de este maestro arquitecto.
Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1822-1825. Sig. 2-8-1; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1825-1876. Sig. 2-23-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1839-1848. Sig. 3-90; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1819-1839. Sig. 3-88; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 31.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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