Hijo de Juan Bautista de Belaunzarán y María Joaquina Ibarlucea, y hermano de Hermenegildo, nació en Lequeitio (Vizcaya) el 29 de junio de 1811 siendo bautizado en la iglesia parroquial de Santa María. A los cinco años comenzó los estudios de las bellas artes para continuar los propiamente de arquitectura al lado de su padre, el arquitecto y académico de mérito Juan Bautista de Belaunzarán, con quien asistió a las obras que se encontraban a su cuidado, tanto en Lequeitio como fuera de ese pueblo.
El 1 de octubre de 1833 se trasladó a Madrid a fin de continuar y perfeccionar su carrera como alumno de la Academia de San Fernando. Fue discípulo particular del profesor Custodio Teodoro Moreno, teniente director de la Academia de San Fernando, con quien permaneció hasta principios de 1836. En su estudio particular aprendió la teoría y práctica de la arquitectura al tiempo que desempeñó diversas comisiones, entre ellas el levantamiento del nuevo plano topográfico de Madrid que el Ayuntamiento de la Corte le había encargado a su maestro.
El 25 de noviembre de 1833 una Real Orden acordó estimular el genio de los profesores de la Academia de San Fernando a través de la erección de un Monumento artístico dedicado a consagrar la memoria del juramento hecho por Isabel II como Princesa heredera de estos Reinos y su advenimiento al Trono. Debía publicarse en los periódicos, previa aprobación de S.M., y ofrecerse el premio honorífico y remuneratorio al profesor que la corporación académica estimase con mayor mérito de todos. Los autores tenían la libertad de diseñar el monumento que quisiesen en el lugar que creyesen más oportuno y el ganador obtendría un premio consistente en una medalla de oro de 6 onzas que tendría la efigie de la Reina y en su reverso la inscripción laureada: «Mª Cristina de Borbon Reina Gobª á N (qe será el nombre del qe obtenga el premio)».
La Academia tuvo preparado el programa el 16 de diciembre siendo aprobado por la Reina el 8 de enero de 1834. Los profesores que firmaron la oposición fueron Carlos del Bosch y Romaña; Pedro Manuel de Belaunzarán; Patricio Rodríguez; Andrés Coello; Manuel Rojas; Constantino Germán; Marcos Arnaiz; Diego Monroy y Aguilera (pintor de Cámara de S.M.); Antonio Capo González; Romualdo de Vierna; Narciso Labrador; Antonio Sancho y Arango; José María Guallart y Sánchez; Francisco García Martínez; Juan Morán Lavandera; José Gutiérrez (profesor de pintura); Francisco Elías Burgos; Juan José Ribera; Luis de Olarieta; Pedro García; José de Tomás; Francisco Javier Adán; Inocencio Ladrón de Guevara; Lorenzo Hidalga y Luis Rigalt. A éstos cabría añadir los nombres recogidos en una lista por el académico Antonio Celles remitida a Custodio Moreno desde Barcelona en febrero de 1834, en la que aparecían reseñados los nombres de José Fontseré; José Oriol; Félix Ribas y los alumnos Onofre Alsamora, Víctor Martí, Pablo Gener, José Mestres, Francisco Barba, Antonio Rubira, Carlos Gras y Francisco Ribas. Asimismo, los de Fernando Llacer y Viana, académico de mérito por la Escultura en la Academia de San Carlos de Valencia; Francisco Guillén y Juan Lizusoáin, este último profesor de Adorno y Decoración en Sevilla.
Las obras presentadas, un total de 23, fueron muy variadas en cuanto a su forma y ubicación. Algunos autores vieron el monumento como un obelisco, otros como un gran pedestal con escalinatas, un templete circular de diferentes órdenes, una columna o una fuente para ubicarlo en lugares tan dispares como la plaza de Oriente a espaldas del gran Teatro dando frente a la calle Arenal; el paso del río Manzanares llamado del Vado frente al puente de Santa Isabel o en el sitio que ocupaba la puerta de ciudad conocida como de Atocha.
La Junta General celebrada a las 11 de la mañana del día 19 de septiembre de 1834 tuvo como objeto la adjudicación de los premios con arreglo al programa publicado en la Gaceta el 7 de enero anterior. Debido a que el viceprotector sufrió una grave enfermedad ocupó la presidencia el conde de Parcent al ser el consiliario más antiguo. A la junta asistieron un total de 49 profesores, siendo el secretario Fernández de Navarrete y no habiendo podido acudir los académicos de honor marqués de Bajamar y el marqués de Piedra Blanca, así como los académicos de mérito Francisco Javier de Mariátegui, Elías Villalobos, José París y José Castelaro.
Estudiadas previamente todas las obras y ejecutada la votación secreta resultó que ninguna de ellas era merecedora del premio, por lo que la Academia propuso comunicar al gobierno que fuese la misma corporación la que arreglase uno o más pensamientos de este monumento artístico a fin de poder presentar alguno a S.M., que reuniese y conciliase el decoro con el esplendor de las artes. No obstante, la Junta de la Comisión de Pintura, Escultura y Arquitectura reunida el 3 de diciembre de 1834 acordó otra solución para resolver el problema, consistente en volver a organizar una nueva convocatoria y publicación sencilla del mismo programa, debiendo los autores añadir por escrito las razones artísticas y filosóficas de las diferentes obras, el cálculo aproximativo del coste que tendrían y el sitio más apto para su ubicación.
El 14 de octubre de 1836 Belaunzarán solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como prueba de pensado el proyecto de Un cuartel para dos batallones de infantería «con pabellones para la oficialidad, como para construirse en la ciudad de Vitoria» (del A-3151 al A-3153) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, la fe de bautismo, la certificación de sus estudios librada por su padre, la certificación de práctica firmada por su maestro Custodio Teodoro Moreno y la justificación de su conducta moral y política.
Respecto a la obra presentada, Belaunzarán indicó en su memoria el hecho de haber ubicado el cuartel en la ciudad de Vitoria por ser la capital de la provincia de Álava y el punto más céntrico de las provincias vascongadas, las cuales carecían de un edificio de esta clase, como por ser a su vez un lugar estratégico para la comunicación interior al hallarse en la principal carretera del reino donde se reunían las de Vizcaya y Navarra.
La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 30 de octubre de 1836 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 6 de noviembre, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 119, 31 y 76, los cuales respondieron respectivamente: «Un pórtico que represente la fachada de una Catedral con dos torres laterales. Planta, fachada y corte», «Oratorio para ejercicios espirituales con sacristía. Se demostrará en planta, fachada y una sección» e «Ydear una puerta principal para una de las entradas de Madrid, con registros y habitación para el Administrador pral. y principales Dependientes. Planta, alzado y corte». De los tres asuntos eligió el nº 119, es decir, El pórtico de la fachada de una catedral (A-5023), elección que comunicó el 12 de noviembre.
La Junta de Examen tuvo lugar el 21 de noviembre de 1836, asistiendo a ella como vocales Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno, Juan Francisco Rodrigo, Miguel Fernández de Loredo y Marcial Antonio López. Cotejada la obra de pensado con la de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Belaunzarán principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca del valor de un círculo y una elipse. Después definió la parábola y sus propiedades. A continuación explicó los ángulos, los triángulos y el método para medirlos; el modo de levantar un puerto en terreno desigual, indicando todas las operaciones facultativas que eran necesarias para llevarlo a cabo. Del mismo modo las operaciones para construir los baños, los arcos y hacer los apeos. Enseguida se centró en el levantamiento de los planos de los edificios y el modo de hacer las tasaciones, para finalizar con los pormenores de la construcción de los edificios, desde los cimientos hasta la cubierta.
Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas como con las explicaciones y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron hábil para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 18 de diciembre de 1836, a los 25 años de edad.
Más adelante trabajó en la obra de un colegio para Bilbao, cuyo proyecto formado por 7 planos presentaría a censura de la Academia y serían vistos en la Junta Ordinaria del 9 de marzo de 1845.
Arquitectura. Monumentos públicos. S. XIX. Sig. 2-28-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829- 1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Maestros Arquitectos, 1836. Sig. 2-4-6; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 181.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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