Hijo de Esteban de Berraondo, nació en Elgueta (Guipúzcoa) hacia 1796. En el Real Seminario de Bergara estudió desde el 20 de febrero de 1814 al 10 de febrero de 1816 las materias de Aritmética, Álgebra, Geometría elemental, Trigonometría plana, Aplicación del álgebra a la geometría, Secciones cónicas, Series, Cálculo diferencial e integral, Dinámica y Estática bajo la dirección de Antonio Ramón de Azcárate, catedrático de Matemáticas en dicho real establecimiento. Entre 1812 y 1814 asistió al estudio del arquitecto y maestro alarife de la ciudad de Burgos Joaquín Ignacio de Zunzunegui, con quien estudió los órdenes de arquitectura y los templos de Vitruvio, así como varias distribuciones y decoraciones de edificios públicos y particulares.
En 1819 trabajó como operario en las obras de la nueva iglesia de la villa de Bergara encargadas a Juan Bautista de Belauzarán, bajo los diseños de Antonio Cuervo, teniente director de arquitectura de la Academia de San Fernando. Mientras que en esta obra trabajó prácticamente en la ejecución de la cantería, su padre intervino en calidad de aparejador, tanto en la demarcación de los cimientos como en la planificación de todo cuanto se ofreció hasta que quedaron paralizadas las obras.
El 9 de julio de 1826 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como prueba de pensado el proyecto de un hospital con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, las certificaciones de sus estudios libradas por Domingo de Uribe y Joaquín Ignacio de Zunzunegui, la certificación de práctica firmada por Juan Bautista de Belaunzarán y la justificación de su conducta moral y política.
La Comisión de Arquitectura reunida el 26 de agosto de 1826 examinó la obra y los documentos aportados, pero no halló con suficiente mérito el proyecto presentado, de ahí que Berraondo no fuese admitido al resto de los ejercicios de reglamento en la Junta Ordinaria del 4 de septiembre. No obstante, dos años más tarde volvió a solicitar su admisión a los ejericios para la misma clase, presentanado el 18 de febrero de 1828 como prueba de pensado los diseños de Una iglesia colegiata (del A-4101 al A-4103) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra junto con los documentos anteriormente presentados.
La Comisión de Arquitectura reunida el 20 de febrero de 1828 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 24 del mismo mes, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 75, 112 y 130, los cuales respondieron respectivamente: «Trazar una carcel incombustible con las salas de Juzgado y oficinas correspondientes. Planta, fachada y corte geometricos» , «En un sitio de 80 á 90 pies de fachada idear una casa de solo planta baja para un caballero de conveniencias. Planta, fachada y corte» y «Un altar mayor de orden corintio dedicado á la Pusísima Concepcion, con la mesa de altar y tabernaculo aislado. Planta, alzado y corte». De los tres asuntos eligió el nº 112, es decir, una Casa para un caballero de conveniencias de 80 pies de fachada (A-1440), elección que comunicó a la corporación el 26 de febrero de 1828.
La Junta de Examen tuvo lugar el 22 de marzo de 1828, asistiendo a ella como vocales Manuel González Montaos, Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete. Cotejada la obra de pensado con la de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Berraondo principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca del modo de nivelar los terrenos para igualarlos a fin de comenzar a fabricar el edificio abriendo las zanjas y asegurando los cimientos; el método para asegurar las columnas y capiteles; las armaduras; el modo de medir las superficies por medio de lo triángulos y por último, los sólidos de una fábrica para tasar su justo valor.
Satisfechos los profesores con el mérito de las obras ejecutadas y las respuestas dadas a las preguntas formuladas le hallaron hábil para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 30 de marzo de 1828, a los 32 años de edad.
Tal y como había ocurrido en La Coruña, Sevilla y posteriormente en Vizcaya, se estableció a finales de 1832 en la provincia de Guipúzcoa y bajo la presidencia de su corregidor la Junta de Examen de Agrimensores y Aforadores delegada de la Real Academia de San Fernando. En esta provincia residían Mariano José de Lascuráin, académico de San Fernando y director del camino real de dicha provincia; Pedro Manuel de Ugartemendía; Pedro Nolasco de Tellería, arquitecto y director con Lascuráin de la carretera general de la provincia y el ramal de Navarra; Juan Bautista de Mendizábal; Anacleto Ventura de Berraondo; Santiago de Sarasola y Juan Tomás de Beiztegui. De todos ellos, fueron nombrados como miembros de la nueva junta delegada: Elgueta, Mariano José de Lascuráin y los arquitectos Pedro Manuel de Ugartemendía y Pedro Nolasco de Tellería, quedando como suplente el también arquitecto Juan Bautista de Mendizábal. Esta autorización que venía dada por la Real Orden de 7 de septiembre de 1831 y fue comunicada por el Ministerio de Estado hizo que la Academia de San Fernando delegase sus facultades en los cuerpos facultativos de todo el Reino a fin de evitar molestias y perdida de tiempo a los individuos que, residentes en las provincias y distantes de la capital, tenían que realizar largos viajes para examinar a quienes estaban interesados en obtener los títulos oficiales. Se advirtió a los pretendientes la obligatoriedad de tener los 25 años cumplidos, acreditar la práctica de su profesión al lado de un maestro aprobado y justificar su conducta moral y política para que una vez verificado el examen fuese remitido el acta a la sanción de la Academia junto con los documentos citados para así poder expedir el título o la certificación correspondiente.
En 1833 le veremos elaborando el proyecto de un matadero para la villa de Torrelavega (Cantabria) cuyos diseños y cálculo serían aprobados por la Academia en la Junta Ordinaria del 2 de junio y dos años mas tarde trabajando en el proyecto del caserío de Mirandaola en Legazpi (Guipúzcoa).
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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