Hijo del burgalés Román Lorenzo Calvo y la madrileña Manuela Pereira de Castro, nació en Sevilla el 15 de diciembre de 1813 siendo bautizado ese mismo día en la iglesia parroquial de San Martín. Al año de nacer se trasladó a Madrid con su familia, ciudad en la que cursó Gramática Castellana y Latina, Filosofía, Física y posteriormente el 1º, 2º y 3º año de Matemáticas bajo la dirección del catedrático Francisco Verdejo Páez entre el 1 de octubre de 1831 y octubre de 1933. Verdejo Páez era socio de honor de la Academia de Ciencias Naturales de la Corte, profesor de Matemáticas Puras y Mixtas durante 28 años en los Estudios de San Isidro, la Universidad Central, la Academia de Cadetes de la antigua Guardia Real, el Colegio de Humanidades de San Bernardo y en otros establecimientos públicos de Madrid.
Además de los conocimientos anteriormente señalados, durante cuatro años fue alumno particular del arquitecto del Real Palacio y académico de mérito Juan Pedro Ayegui, con quien completó su instrucción en la práctica de la arquitectura asistiendo a su estudio y a las diferentes obras a cargo de su maestro.
El 2 de enero de 1842 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como prueba de pensado el proyecto de un Congreso de senadores y diputados (del A-3034 al A-3037) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, la partida de bautismo, la certificación de práctica librada por su maestro Juan Pedro Ayegui y la justificación de su conducta moral y política.
La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada la mañana del martes 4 de enero de 1842 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los exámenes de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 9 del mismo mes, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 70, 119 y 45 nuevos, los cuales respondieron respectivamente: «Ydear una Casa de campo en un paralelogramo proporcionado, demostrando en la planta del piso principal la distribución ostentosa que necesite tener un personage de primera clase para el servicio de su persona, sin contar con las demas oficinas y oficios que deben ir en los demas pisos; y la fachada pral del edificio y una sección», «Un Portico que represente la fachada de una Catedral con dos torres laterales. Planta, fachada y corte» y «trazar un Panteón Real aislado y alumbrado de luz natural con las demas piezas de pudrideros, entierros particulares y hosarios. Planta, fachada y corte geométricos». De los tres asuntos eligió el nº 45, es decir, Un panteón real aislado y alumbrado de luz natural (A-4901), elección que comunicó a la corporación el 15 de enero.
La Junta de Examen tuvo lugar la mañana del lunes 24 de enero de 1842, asistiendo a ella como vocales José Joaquín de Troconiz, Antonio Conde González, Atilano Sanz, Eugenio de la Cámara y Juan Miguel de Inclán. Cotejada la prueba de pensado con la obra de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Calvo y Pereira principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores sobre Geometría, su división y consideraciones; las secciones cónicas y sus curvas; la formación del cono recto y el oblicuo. A continuación, trazó varias elipses en la pizarra con determinados ejes y por los diferentes métodos conocido, para pasar a explicar la maquinaria y sus aplicaciones en el levantamiento de pesos a grandes alturas, motivo por el que recorrió la mecánica. Enseguida trató los fundamentos y las fábricas cimenticias de su obra en los diferentes estados en que podían estar los terrenos; la calidad de la arena, la cal y las piedras como el método de su elaboración; las maderas y sus cortes. Por último, se centró en las columnas de su obra, construcción y despiezos; los arquitrabes, frisos y cornisas; lo que era arquitectura, sus clases y divisiones, así como el trazado de las nivelaciones dirigidas para la conducción de aguas.
Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le creyeron hábil para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 6 de febrero de 1842, a los 27 años de edad.
A raíz del establecimiento de la nueva Escuela Especial de Arquitectura por Real Decreto de 25 de septiembre de 1844 bajo la inspección de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, S.M. acordó el 23 de marzo de 1845 el nombramiento de los directores de las distintas enseñanzas de los estudios de arquitectura. Salieron elegidos Juan Miguel de Inclán, como director y profesor de Composición (15.000 reales anuales de sueldo); Eugenio de la Cámara, profesor de Cálculo diferencial e integra (10.000 reales); José Jesús Lallave en Mecánica Racional aplicada a la construcción de máquinas (12.000 reales); Juan Bautista Peyronet en Geometría Descriptiva (12.0000 reales); Narciso Pascual y Colomer en Teoría General de la Construcción (12.000 reales); Aníbal Álvarez en Teorías Generales del Arte y Decoración (12.0000 reales); Antonio de Zabaleta en Arquitectura Legal y Práctica de la Construcción (12.0000 reales) mientras que Atilano Sanz y Pérez, Pedro Campo Redondo y Mariano Calvo y Pereira fueron nombrados profesores agregados con 6.000 reales, al tiempo que Antonio Conde y González quedaba relegado de sus funciones como catedrático por jubilación.
En la Comisión de Arquitectura celebrada el martes 11 de noviembre se vio una solicitud de Calvo y Pereira para ser admitido a los ejercicios reglamentarios de académico de mérito y las diferentes obras que había ejecutado desde su aprobación como maestro arquitecto. Visto los antecedentes del interesado fue admitido a los ejercicios correspondientes, señalándole como obra adicional y demostrativa «la medida y diseños de la Capilla de S. Ysidro en la Parroquia de S. Andres».
Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas en 1847, concretamente en la Junta General del 1 de agosto, cuando siendo secretario de la Escuela presentó el estado de los exámenes de fin de curso de 1846-1847, destacando al alumno Antonio Ruiz de Salces, a quien se menciona como pensionado en el 2º año y como discípulo que obtendría un lugar preferente para pasar al 3er curso, conservando todas las notas que le habían valido la gracia de S.M.
Antes de dejar la Secretaría de la Escuela, remitió a la Academia el informe elaborado por la Junta de Profesores el 10 de mayo de 1850, relativo a la solicitud presentada por Pedro Tomé y Vercruysse a S.M. Por un lado, el interesado solicitaba ser examinado de las materias comprendidas en el Reglamento de 1845 y eximido del examen final de carrera al haber sido pensionado por el Gobierno antes de la fundación de la Escuela, y por otro, ser relevado de los ejercicios con arreglo a lo prescrito en el artículo 77 del Reglamento de la Escuela aprobado por S.M. el 8 de enero de 1850. La Junta de profesores estuvo de acuerdo con la petición de Tomé previa aprobación de S.M., por lo que la Sección de Arquitectura aprobó dicho informe el 16 de mayo de 1850.
En abril de 1851 Mariano Calvo dejó la secretaría de la Escuela Especial de Arquitectura siendo ocupada la plaza vacante por Blas Crespo (Junta General del 6 de abril). Al año siguiente fue nombrado profesor de composición y parte legal en la enseñanza de maestros de obras, directores de caminos vecinales y agrimensores dependientes de la Academia, al tiempo que eran nombrados otros tres profesores agregados para otras disciplinas: Blas Crespo en Delineación y Topografía; Francisco Enríquez Ferrer en Geometría Descriptiva y sus Aplicaciones, y Pedro Camporredondo en Mecánica y Construcción.
Dos años más tarde le veremos ocupando la cátedra de Arquitectura Legal en la Escuela Especial de Arquitectura con un sueldo anual de 12.000 reales, lo que significaba que estaba relevado de impartir la enseñanza de Composición y parte legal de la carrera de maestro de obras, directores de caminos vecinales y agrimensores.
El 26 de enero de 1859, los académicos Eugenio de la Cámara, el marqués de Socorro, Narciso Pascual y Colomer, Antonio Conde González, Juan Bautista Peyronnet, Matías Laviña, José y Federico de Madrazo, Luis Ferrant y José Jesús Lallave le propusieron para cubrir una de las plazas de académico de número vacante en la Sección de Arquitectura. Era catedrático de Arquitectura legal en la Escuela Especial de Arquitectura, autor de las lecciones inéditas de esta asignatura que servían por entonces de texto en dicho centro, pero además era individuo del Ayuntamiento de Madrid y se encontraba pendiente de realizar los ejercicios para recibirse en esta clase cuando en 1846 sobrevino la reforma. Sin embargo, también fueron propuestos para la misma plaza en la Junta Ordinaria del domingo 6 de febrero de 1859 los también arquitectos Juan José Sánchez Pescador, Francisco Jareño y Alarcón, Jerónimo Gándara, Juan de Madrazo, José María Guallart y Francisco Enríquez, como los arquitectos no profesores: Teodoro Ponte de la Hoz, José Amador de los Ríos, José de Salamanca, marqués de San Gregorio, José María Huet y Aureliano Fernández Guerra y Orche.
Años mas tarde, la Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 13 de marzo de 1868 aprobaría el informe para la construcción de varios mercados en Madrid, entre ellos el proyecto y los planos formados por Calvo y Pereira. Desde hacía cuatro años el ayuntamiento había procurado atender este importante servicio, de hecho, el 5 de agosto de 1864 había elevado al Gobierno de S.M. un proyecto dirigido a este intento. Dos años más tarde habían acudido a la municipalidad Diego Montant y Víctor Gayis que se titulaba ingeniero, para proponer la construcción de varios mercados en la Plaza de la Cebada y Plazuela del Cármen, bajo ciertos planos y condiciones que no fueron aceptados por el ayuntamiento.
Víctor Gayis asociado con Baltasar Gemme y Fuentes volvió a presentar una nueva instancia junto con tres planos, pero la Comisión de Mercados reprobaría el proyecto el 2 de octubre de 1867 al no llenar ciertos requisitos legales, hecho por el cual se propuso que fuese un arquitecto español el que llevase a cabo la obra, limitando la construcción a sólo dos mercados: el de la Plaza de la Cebada y los Mostenses. Es en estos momentos cuando aparece el nombre de Jerónimo Cuervo y posteriormente el de Mariano Calvo y Pereira, cuyo proyecto sería presentado por Bernardo Robles y Mariano Larripa. La Sección de Arquitectura reunida el 13 de marzo de 1868 creyó necesario comunicar al Ayuntamiento que hubiera sido mas acertado la apertura de un concurso entre arquitectos españoles para levantar este tipo de obras de tanta relevancia y trascendencia, pero en vista de que no había sido así se ocuparía concienzudamente en este asunto cumpliendo con lo dispuesto por S.M.
El proyecto presentado por Jerónimo Cuervo González estaba formado por 19 hojas, incluyendo planos, la memoria facultativa y los presupuestos correspondientes a cuatro mercados: el del Cármen, los Mostenses, Bilbao y la Cebada. A su vez, el proyecto de Calvo y Perira estaba formado por 12 diseños colocados en bastidores con la correspondiente memoria facultativa y los presupuestos. Este autor siguió las huellas de los grandes constructores de este género de fábricas en el extranjero, eligiendo como tipo a seguir el Mercado Central de París, concretando su estudio a las plazas de Bilbao, Mostenses y Cebada. Respecto al primer mercado y en lo tocante a la planta subterránea, había comenzado reconociendo el relieve del terreno. Con arreglo al resultado de las rasantes había atendido los fines principales del servicio público, estableciendo una cómoda y fácil salida para los carros que acudían al abastecimiento del Mercado. «Confluían al centro del mismo, de uno a otro extremo, espaciosas calles, cuya interseccion producía un ancho espacio cuadrangular mientras sirviendo de punto de partida, contribuían á facilitar notablemente el uso de los almacenes. Pilares de piedra aislados, recibía las bóvedas por arista, cuya construccion se proyectaba de ladrillo, y formando una serie de galerias, alumbradas por ventanas abiertas en los muros forales y por la luz que se derivaba de las galerías superiores, lograban éstas la ventilacion suficiente, fundamento muy atendible por cierto en edificios de esta índole». La planta superior estaba destinada a la venta al por menor. La obra de cantería que formaba el basamento subía a la altura total de la construcción subterránea y terminaba en el arranque de las fachadas. Estribando éstas en dicho basamento aparecían construidas columnas de hierro sobre las cuales se desenvolvía una arcada general coronada con su correspondiente cornisa. El espacio central estaba cubierto con una cúpula peraltada, no muy apropiada para este tipo de construcciones según opinión de la Sección, que proporcionaba luz y ventilación obedeciendo a las prescripciones higiénicas vigentes. Como el mercado en su totalidad era del tipo y modelo de los otros dos que presentaba, la Sección acordó no estudiarlos con demasiado detenimiento, sólo su ubicación.
De los proyectos presentados, la Sección prefirió el de Calvo y Pereira respecto al de Cuervo González porque llenaba mas convenientemente los fines de estas construcciones y se adaptaba mejor a las condiciones de cada localidad; no obstante, acordó que en caso de que las obras fuesen realizados por este autor, debía ampliar las condiciones facultativas detallando toda la construcción antes de publicarse la oportuna subasta y sustituir todas las cúpulas centrales por armaduras a cuatro aguas, al lograrse con ello mayor armonía en el carácter total de los edificios y notables economías en su realización.
Tres años más tarde, el 1º alcalde popular del Ayuntamiento de Madrid propuso a la Academia la sustitución de las pilastras de piedra que según el proyecto aprobado habían de constituir la base de sustentación de una serie bóvedas de ladrillo para formar el piso general del Mercado por pilares de hierro y un techo metálico con bóvedas de ladrillo. Esta propuesta fue estudiada por la Sección de Arquitectura el 28 de julio de 1871 al tiempo que lo era el plano que acompañaba a dicha solicitud y en el que se representaba el sistema de Mr. Baltard, empleado en el Mercado Central de París.
Visto el detallado informe del arquitecto municipal e inspector de la construcción de estos mercados como el emitido por el arquitecto de la Compañía al presidente de la Sociedad, la Academia no halló inconveniente en llevar a cabo la obra por razones de belleza, aunque creía que debían suprimirse los guardarruedas de piedra al disponerse de medios de transporte interior más cómodos que no obligaban a penetrar en el propio edificio.
A este arquitecto se le debe el origen de la disciplina Arquitectura Legal, dado que en 1862 fue publicada su obra Estracto de las lecciones de arquitectura Legal y en 1865 su libro Arquitectura legal: tratado especial de la legislación vigente y sus aplicaciones en la construcción de paredes, vistas y luces, cuando ostentaba la cátedra de Arquitectura legal en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.
Arquitectura. Mercados de Madrid. S. XIX. Sig. 2-43-6; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1842. Sig.2-12-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1839-1850. Sig. 1-30-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1846-1855. Sig. 1-30-2; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, directores de caminos, agrimensores, 1852-1855. Sig. 2-23-4; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1839-1848. Sig. 3-90; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1848-1854. Sig. 3-91; Libro de registro de maestros arquitectos por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 243; Secretario general. Académicos, 1854-1859. Sig. 1-40-2; Secretario general. Académicos. Relación de académicos y profesores, 1846. Sig. 1-19-13; Secretario general. Enseñanza. Arquitectura, 1847-1853. Sig. 1-32-15; Secretario general. Enseñanza. Planes de estudios y Reglamentos, 1843-1846. Sig. 1-19-11.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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