Nació en San Cristóbal de Martife (Galicia) hacia 1779. A los diecisiete años emprendió los estudios de arquitectura civil bajo la instrucción de los académicos de mérito de la Academia de San Fernando Jacobo Bis y Nicolás Zafra. En 1807 tomó el hábito de San Benito en el monasterio de San Martín en la ciudad de Santiago, encargándose al mismo tiempo de las obras del monasterio y su partido que desempeñaría hasta la extinción del mismo en 1820. A partir de este momento dirigió varias obras públicas, una de particulares y otras de orden de las autoridades civiles y militares, adquiriendo a la vez los conocimientos puramente teóricos de la profesión.

Entre 1812 a 1814 obtuvo los principios de Matemáticas Puras bajo la dirección de Francisco Lino Hernández, director del extinguido cuerpo de oficiales del Depósito General de Infantería del 4º Ejército establecido en Santiago, con quien aprendió los tratados de Aritmética y Geometría Especulativa y Práctica, de «cuyos ramos quedó perfectam^te instruido, tanto para las operaciones geometricas ejecutarlas con acierto sobre el papel y terreno, cuanto para dar cuenta y razón de ellas».

En mayo de 1820 estudió los órdenes de arquitectura y en octubre de ese mismo año solicitó matricularse como discípulo de la Academia de San Fernando en la clase de delineación, donde empleó todo el tiempo del último curso en el diseño del orden corintio. Posteriormente, desde el 1 de noviembre de 1821 al 14 de mayo de 1822 cursó la enseñanza de la arquitectura con el director de ese arte Juan Antonio Cuervo.

Su precaria salud y la escasa dotación con la que disponía por haber sido extinguida su orden le obligaron a salir de la Madrid, aunque no sin antes solicitar el 29 de septiembre de 1822 su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto. Para este fin presentó como ejercicio de pensado el proyecto de Una casa consistorial para una de las capitales de provincia del Reino (del A-2824 al A-2827) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra junto con las certificaciones libradas por Francisco Lino Hernández; Felipe Gianzo, maestro mayor de las Obras de Fortificación de La Coruña y su partido; Juan Antonio García en nombre de Juan Conde, lego de la orden de San Benito en el extinguido monasterio de San Martín, así como las de Vicente Gómez, José de Otero, Ramón Antelo y Agustín Trasmonte, quienes desde Santiago reseñaron su intervención en las obras de la iglesia de San Juan de «Laidres», la casa rectoral de San Benito de Golmar (La Coruña), la del priorato de Santa María de Cambre (La Coruña), la rectoral de San Isidro del Portomarcos, el molino del priorato de la Barosa (León), la casa nueva de la calle de la Cuesta Vieja, la cocina del priorato de Cernadas (La Coruña) con su difícil chimenea y en el Noviciado del monasterio de San Martín con su escalera y los encañados de sus aguas.

La Comisión de Arquitectura celebrada el 10 de diciembre de 1822 examinó el proyecto y los documentos aportados, acordando la admisión del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del domingo 15 de diciembre, momento en el que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 43, 50 y 81, los cuales respondieron respectivamente: «Puerta y entrada de una Plaza de armas con registro y habitación para una compañía de Guardia, adornada de arquitectura robusta correspondiente al edificio.- Planta, y fachada y un corte», «Un pórtico que represente la fachada de una catedral con dos torres laterales. Planta, fachada y corte» y «Un anfiteatro circular para estudio de cirugía, adornado de orden dorico, con la direccion de aguas á su centro para los usos correspondientes. Planta y sección». De entre ellos escogió este último, es decir, Un anfiteatro de cirugía (A-0490), cuya elección comunicó a la corporación el 21 de febrero de 1823.

La Junta de examen tuvo lugar el 4 de marzo de 1823, asistiendo a ella como vocales Juan Antonio Cuervo, Julián de Barcenilla, Silvestre Pérez, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno, Juan Gómez y Martín Fernández de Navarrete.  Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Conde principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores sobre geometría, las medidas de los triángulos y los polígonos aplicados a las medidas de la superficie, las armaduras y acerca de otras cuestiones relativas a la teoría y práctica de la profesión, pero los examinadores no le hallaron apto para la clase de maestro arquitecto.

En vista de los resultados obtenidos, solicitó el 13 de marzo se le despachase en su lugar el título de maestro de obras al no tener cabida en la clase de arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 16 de marzo de 1823, sirviéndole los ejercicios elaborados para la clase superior.

La Academia conserva de esta época el diseño de una Capilla mayor (A-4328bis), fechado el 14 de enero de 1823, correspondiente a un ejercicio de repente para el grado de maestro arquitecto, que sería reprobado por cuanto que en la Junta Ordinaria del domingo 16 de febrero de 1823 le fueron sorteados nuevos programas de repente, elaborando entonces el anfiteatro de cirugía anteriormente señalado. 

Sin embargo, en su afán por obtener un título superior al que ostentaba le llevó a solicitar de la Academia el 26 de noviembre de 1824, su benignidad para concederle el título de arquitecto sin otros ejercicios que los presentados el año anterior para la clase de maestro de obras debido a que se encontraba por entonces «ocupado en barias comisiones de distintas clases, unas de la Intendencia General y R^l Acuerdo de este Reino, y otras de varios particulares, y comunes de esta ciudad como Mro de Obras y Fontanero de ella». La Comisión de Arquitectura celebrada el 15 de diciembre de 1824 quedó enterada de su representación, pero examinados los antecedentes del interesado no pudo aceptar su petición, de ahí que se le comunicase que en caso de querer el título debía presentarse en la corporación académica con la obra de pensado ya ejecutada y sujetarse después a la prueba de repente como al resto de los ejercicios prevenidos en los artículos 7º y 8º de la Real Orden del 29 de julio de 1801.

Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas diez años más tarde cuando el cura párroco de San Pedro de Visma (La Coruña), arzobispado de Santiago, hizo presente a la Academia el estado de ruina en que se encontraba su iglesia e informaba que por falta de medios había sido imposible llevar a cabo su reedificación, motivo por el que remitía el pensamiento que Conde había realizado para llevar a cabo dichas obras. La Comisión no halló el diseño con mérito suficiente, de ahí que se acordase en la Junta de la Comisión del 16 de abril de ese mismo año comunicar al párroco que «valiendose de alguno de los diferentes Arquit^s del pais forme nuevo y mas conforme pensam^to al digno objeto q^e se propone».

Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1822- 1825. Sig. 2-8-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3;  Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1822-1826. Sig.  2-16-1; Libro de registro de maestros de obras aprobados por la Real Academia,1818-1886. Sig. 3-156, nº 19.

Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM