Nació en Toledo hacia 1805. El 5 de agosto de 1823 entró a formar parte de la Compañía de Cazadores del Batallón nº 11 de Voluntarios Realistas de Toledo mostrando con ello su lealtad al Rey, cuerpo al que sirvió hasta el 3 de febrero de 1826, en que fue nombrado soldado del Regimiento Provincial de esa capital. El 7 de diciembre de 1825 fue aprobado por el gremio de albañilería de Toledo y nombrado profesor de Dibujo en la Real Escuela de Nobles Artes de Santa Isabel (Toledo), en vista de haber sido el discípulo más aventajado de esta institución.
Al poco tiempo marchó a Madrid, matriculándose en el Estudio de la calle Fuencarral, donde presentó varias obras a fin de que la Academia le permitiese el pase a la enseñanza de Figuras. Dicho pase le fue concedido en la Junta Ordinaria del 5 de abril de 1829, al tiempo que le era concedido a «Dn Eugenio de Mata, y Dn Juan Bautª Gra Bayllo del Estº de la Merced, y á Dn Basilio Brabo (…) de la de la Ce de Fuencarral».
El 1 de abril de 1831 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro de obras, presentando como prueba de pensado el proyecto de Una iglesia parroquial para un pueblo de 500 vecinos (del A-3883 al A-3886), con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, además de varias certificaciones que acreditaban sus estudios, la práctica en obras y su conducta moral y política.
La Junta de la Comisión del 19 de abril de 1831 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 24 del mismo mes, fecha en la que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 44, 41 y 25, los cuales respondieron respectivamente: «En planta, alzado y corte y sobre un rectangulo de 50 pies de fachada y 80 de fondo se demostrará una casa con destino á Estafeta ó correo para una villa de dos mil vecinos y habitación pª el Administrador», «Disponer en un triangulo equilatero de cien pies de lado una Casa de habitaciones para inquilinos con solo una fachada. Planta, fachada y corte» y «Proyectar un Cuartel que contenga un Batallon de mil hombres de Infantería con cuartos para los oficiales, sargentos, cocinas, calabozo y comunes; demostración en planta, fachada y corte». De los tres asuntos escogió el nº 44, es decir, una Casa de postas (A-2095), cuya elección comunicó a la corporación el 27 de abril.
La Junta de Examen tuvo lugar el 7 de mayo de 1831, asistiendo a ella como vocales Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete. Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Crespo principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca de la construcción del edificio representado en la prueba de pensado respecto a los chapiteles, las armaduras, las escaleras de la torre, las formas del campanario, etc. A continuación, se le cuestionaron otras tantas preguntas sobre los principios de geometría, las líneas, el círculo, las medidas de las líneas y las superficies; los triángulos y la solidez de la esfera; la formación de las bóvedas y sus diversas especies; la explanación de los terrenos y el modo de disponerlos para la fábrica; las precauciones necesarias a la hora de abrir los cimientos y la resistencia de la madera.
Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron hábil para ostentar el título de maestro de obras, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 12 de junio de 1831, a los 26 años de edad. No obstante, respecto a su fecha de aprobación, si consultamos el Catálogo de las obras de los profesores de arquitectura aprobados de maestros de obras desde 1777 en adelante (Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5) se reseña el nombre de este discípulo de la siguiente manera: «Nombres Crespo D. Blas/ Asuntos Yglesia Parroquial/ fechas de su aprobacion 21 de Julio (1831)/ numero de planos 4 y prueba.».
Desde el 5 de agosto de 1833 hasta el 18 de diciembre de 1839 dirigió en calidad de teniente director, la parte artística de la Escuela de Dibujo de Toledo abierta por la Sociedad de Amigos del País. En el transcurso de ese tiempo tuvo particularmente a su cargo, además de la dirección general, las clases de Dibujo Lineal, Aritmética y Geometría de Dibujantes, y desde el curso de 1842 la cátedra de Matemáticas establecida en la misma escuela. Por otro lado, y compaginando los cargos anteriormente mencionados, desempeñó a partir de 1838 la plaza de maestro mayor de la ciudad de Toledo sin sueldo alguno.
Se dedicó al estudio de los monumentos antiguos de la ciudad, tanto los pertenecientes al género gótico y árabe, como los del renacimiento de la buena arquitectura greco-romana. Gracias a la Junta de la Comisión del 20 de octubre de 1840 sabemos que por estas fechas el jefe político de Toledo comunicó a la Academia el estado ruinoso en que se hallaba la iglesia parroquial de San Ginés, cerrada desde hacia algunos años, exigiendo su pronta demolición. La corporación académica se enteró de la opinión que tenían sobre esta obra varios profesores: por un lado, Blas Crespo quien creía que existían desperfectos en el edificio y por otro, Julián Díaz de Arellano que juzgaba que con sólo la mezquina cantidad de entre 650 a 700 reales podía quedar cubierto y reparado el templo. Pero aún faltaba la opinión de Miguel Antonio de Marichalar, arquitecto que refiriéndose con precisión a los desplomos y defectos advertidos por Crespo creía oportuna su demolición.
Por los trabajos y los servicios prestados en la enseñanza, Crespo solicitó a la Academia el 4 de octubre de 1844 alguna recompensa o lo que es decir, la concesión de algún título superior al que ostentaba. Para dicho fin presentó la certificación de ser profesor en la Escuela de Nobles Artes de Santa Isabel y haber medido como estudiado los monumentos antiguos de Toledo, por lo que remitía algunos diseños de obras toledanas realizados entre 1841 y 1844: la Ermita del Cristo de la Luz (Toledo) (A-5898), la Capilla de Santiago en la Catedral de Toledo (A-5899) y la Iglesia y parte del claustro de San Juan de los Reyes en Toledo (del A-5900 al A-5903). En cuanto a esta última obra, había ejecutado los diseños porque era «orgullo de nuestros Artistas y admiración de los estrangeros; medidos y estudiados con todo el cuidado y prolijidad que le há sido posible y sin perdonar ninguna clase de sacrificio. El obgeto que el recurrente se propuso al emprender obra tan delicada, no fue otro que el de dar á conocer tan precioso monumento tal y como es, y el de que se atienda á su conservación, harto descuidada por desgracia, como sucede con otros de igual merito y de mas remota antigüedad en aquella misma ciudad».
Además de las obras señaladas había elaborado en 1843 el diseño de la Catedral de Toledo. Puerta de la Presentación (MA/356), la Puerta Antigua de Toledo en 1844 (MA/415) y el Palacio de Pedro el Justiciero (Toledo). Puerta (MA/402). Pero aparte de todo lo expuesto, indicaba sus servicios en la enseñanza pública como teniente director de aquella escuela al ser arquitecto mayor de la ciudad sin sueldo alguno desde 1838 y su dedicación a la enseñanza de las Matemáticas, que igualmente acreditaba.
La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada la mañana del día 8 de octubre de 1844 examinó las obras presentadas y en vista de su calidad y la trayectoria profesional del pretendiente acordó que merecía obtener el título de maestro arquitecto, aunque para ello era indispensable que realizase los ejercicios establecidos en el reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 20 del mismo mes, fecha en la que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 119, 24 y 133 nuevos, los cuales respondieron respectivamente: «Un Portico que represente la Fachada de una catedral con dos torres laterales. Planta, fachada y corte», «La Hermita de un Santuario con habitación para el Patrono ó Administrador eclesiastico. Planta, fachada y corte» y «Un sarcófago para las exequias de un Rey en el centro de un crucero. Se demostrará en planta y alzado». De los tres asuntos escogió el nº 24, es decir, una Ermita de un santuario, con habitación para el patrono o administrador eclesiástico (A-4056), cuya elección comunicó a la corporación el 7 de noviembre.
La Junta de Examen tuvo lugar el 13 de noviembre de 1844, asistiendo a ella como vocales los profesores Juan Miguel de Inclán, Antonio Conde y González, José Joaquín de Troconiz, Atilano Sanz, Eugenio de la Cámara y Marcial Antonio López. Cotejada la obra de pensado con la prueba de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Crespo principió este nuevo ejercicio introduciéndose en la geometría y sus aplicaciones a la representación de los diseños geométricos y perspectivos. A continuación trató las sombras, demostrando la razón del por qué se tomaba y fijaba en la dirección de 45º. Enseguida entró en los gruesos y los macizos de su obra, las razones que había tenido para determinar el muro circular de su ermita y finalmente en el fundamento de la buena arquitectura.
Satisfechos los examinadores con las obras presentadas y las explicaciones dadas sobre la teoría y práctica de la profesión, le hallaron hábil para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 1 de diciembre de 1844, a los 40 años de edad.
En la Junta General del 17 de febrero de 1850 la Academia le dio las gracias por su buen comportamiento en el desempeño de la enseñanza y por la Real Orden del 7 de marzo fue nombrado profesor agregado en la Escuela Especial de Arquitectura con un sueldo anual de 6.000 reales de vellón. Un año más tarde fue nombrado secretario de la Escuela en reemplazo de Mariano Calvo (Junta General del 6 de abril de 1851) y en 1852 profesor para la Delineación y Topografía en la enseñanza de maestros de obras, directores de caminos vecinales y agrimensores dependientes de la Academia (Junta General del 5 de diciembre). En esta última junta se nombraron otros profesores agregados para otras disciplinas: Francisco Enríquez Ferrer (Geometría descriptiva y sus Aplicaciones), Pedro Camporredondo (Mecánica y Construcción) y Mariano Calvo (Composición y Parte legal). Atendiendo a los servicios contraídos por estos profesores de la Escuela de Agrimensores de Caminos Vecinales y conformándose con el informe de la Academia, la Reina declaró a todos estos profesores por la Real Orden del 1 de mayo de 1855 propietarios de sus respectivas asignaturas sin necesidad de oposición, pudiendo disfrutar de los derechos que establecía el artículo 27 del Reglamento de dicha Escuela, quedando enterada la Academia de todo ello en la Junta General del 10 de junio.
El 27 de enero de 1854 Crespo comunicó a la Academia el haber sido encargado de la continuación de las obras del colegio y convento de PP. Agustinos de las misiones en Asia (Valladolid), el cual había sido comenzado bajo la dirección y los planos de Ventura Rodríguez. Indicaba que tras suspenderse las obras cuando casi estaba construido el edificio en su totalidad, faltaban por erigir en el cuerpo del colegio, la iglesia, el coro y las crujías que le circundaban con inclusión de la fachada principal, de ahí que los PP. tratasen de proseguir en esos momentos las obras hasta su terminación. Asimismo, Fray Manuel Buceta, consiliario y procurador de dicha orden, puso bajo su dirección todas estas obras.
Debido a este nombramiento, a principios de 1834 había remitido los planos originales de Ventura, haciendo presente que no iba a introducir alteración alguna en el primitivo proyecto, «no solo porque lo cree perfectamente adecuado á su objeto y porque está ya ejecutado en su mayor parte, sino tambien porque asi cree pagar un justo tributo al respetable nombre de su autor». Del mismo modo, avisó que ya se había dado principio a la apertura de las zanjas para los cimientos de la parte que quedaba por construir. La Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 1 de febrero de 1834 y formada por Sanz, Herrera de la Calle, Pascual y Colomer, Peyronnet, Lallave y Cámara, este último en calidad de secretario, acordó conceder a Crespo la autorización y el beneplácito correspondientes para la continuación de las obras, tal y como había sido propuesta por el célebre Ventura Rodríguez.
El transcurso de las obras no fue tan bueno como se esperaba, ya que 25 de junio Crespo notificó a la Academia su malestar por lo que se había encontrado y el camino que se había seguido para su conclusión. Comenzó su relato señalando que una vez nombrado arquitecto director de las obras se dedicó a estudiar el proyecto de Rodríguez y que en su primera visita a las obras los cimientos, la iglesia y parte de sus accesorios estaban muy adelantados conforme a los planos originales. Que una vez organizado el sistema administrativo de la obra practicó el replanteo de un cuadrante del interior de la iglesia, hizo el despiece de la cantería y dispuso que el carpintero ejecutase las plantillas de la cantera y el de la labra de las piedras. Que en un segundo viaje realizó las copias de la planta baja y la fachada principal con todas las dimensiones de las diferentes partes que las constituían, como el replanteo de la fachada principal en una de las galerías del colegio, dejando las instrucciones necesarias para la construcción del cimiento y el despiece de la cantería, cuya memoria formó y entregó al contratista. Asimismo, que llevó a cabo el replanteo de una de las cuatro capillas con sus correspondientes pilastras y demás resaltos sobre el mismo cimiento que las debía sustentar y comprobó las plantillas que había mandado construir. Pero ante todos estos antecedentes comprobó con sorpresa que había sido despreciado el replanteo que había realizado y verificado, y que ninguna de las instrucciones facultativas que dejó encargadas habían sido ejecutadas; de hecho, se había dado al basamento de la iglesia una forma arbitraria. Esto le movió a recoger todos los estudios que había desarrollado para la dirección de la obra al ser inútiles según la marcha que había tomado y comunicar al comisario, añl procurador general de la orden como a la propia Academia que se inhibía de la responsabilidad en la dirección de las obras. La resolución del arquitecto fue estudiada por la Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 27 de junio de 1854, junta que deploró las causas que habían motivado al arquitecto a tomar esta decisión y su disposición a reprimir cualquier abuso que fuese cometido en descrédito de la profesión.
Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas, concretamente en febrero de 1854, momento en que escribe un Tratado de Delineación y Topografia, cuyo mérito y utilidad fueron alabados por la corporación. También quedó plasmado su nombre el 5 de marzo de 1854, cuando siendo profesor de Delineación y Topografía en las clases de maestro de obras, directores de caminos vecinales y agrimensores, da a conocer su nombramiento como secretario de la Escuela, cargo que llevaba desempeñando desde 1851 y del que renunciaría en 1855. También apareció en este mismo año de 1855 al declararse vacante la plaza de arquitecto municipal del Ayuntamiento de Toledo, siendo propuesto para dicha plaza Ezequiel Moya Ramos en la Sesión Ordinaria celebrada por este Ayuntamiento el 16 de febrero de 1855 al no existir otro candidato a quien elegir. Moya aceptó la plaza bajo dos condiciones: «La primera se limita á que por este nombramto no se me de carácter, ni significación alguna facultativa en el seno del Ayuntamiento, por que de otra manera y separando yo mi vista de los motivos que se hayan aconsejado, tendría el sentimiento de rehusar la honra que con el mismo recibo. Y la segunda consiste en que V.S.Y acepté á la vez de mi parte la seguridad de que voluntariamte me comprometo á desempeñar dho. encargo sin retribución de ninguna especie, ó lo que es igual, sin obcion á percibir sueldo ni emolumentos de los fondos Municipales ni de los vecinos en el caso de verme en la necesidad, mientras se provee ese cuerpo de Arquitecto titular, de reconocer obras particulares. Ambas condiciones, fijaran como yo deseo mi posición para con el Pueblo y sus representantes, á quienes quiero significar en esta ocasión mi gratitud por las distinciones con que siempre me han favorecido». Sin embargo, Moya tuvo problemas desde el primer momento en que ocupó la plaza, ya que el 30 de junio de 1855 dirigió una exposición a la Academia rechazando los infundados abusos de facultades que se le atribuían, sobre todo porque ello hacía sospechoso a un cuerpo tan respetable como era el Ayuntamiento de Toledo, en cuyo seno se encontraban las personas más ilustradas e independientes de la ciudad.
El exponente se encontraba en un grave conflicto porque ignoraba cuáles eran los abusos cometidos y por consiguiente el camino que debía seguir para no incurrir otra vez en los mismos. Intuía que la clave del asunto radicaba en las numerosas instancias emitidas por el agustino Santiago Martín y Ruiz, quien quería verse repuesto en el cargo municipal como antes lo ocupaba hasta que la Diputación Provincial declaró vacante la plaza previniendo la oposición. Como era sabido, el Ayuntamiento carecía de arquitecto titular y no podía contar con Martín y Ruiz; además, tenía que dar trabajo en invierno a los jornaleros pobres, lo que le había llevado a continuar las obras del Paseo del Miradero y pequeñas reparaciones de los caminos para «que estubiera al frente de las obras y las obras se hicieran con regularidad, continuando en el primer caso los planes de Arquitecto, como tambien para cualquier reconocimiento que ocurriera de obras de policia interina se verifican las oposiciones anunciadas, en 18 de Febrero ultimo el Ayuntamiento nombro al que suscribe Maestro Mayor, director de su s obras, en la propia forma y con las mismas atribuciones que lo habian sido antes de haber Arquitecto titular los maestros mayores Dn Blas Crespo y Julián Díaz de Arrellano».
Moya continuó su escrito exponiendo que no había tratado de sorprender a la corporación municipal como se decía y tampoco había cometido abuso alguno o solicitado el honor que se le había concedido, sino que había aceptado el cargo como un mero encargado de obras sin sueldo o gratificación, sólo por no desairar a este cuerpo que le había honrado. Por todo ello, indicaba el hecho de que nunca había existido competencia con el arquitecto y en el caso de haber conflicto, el máximo responsable era sin duda el propio Ayuntamiento.
Esta era la verdad y seguramente omitida por el arquitecto Martín Ruiz en sus instancias contra la persona de Moya, maestro de obras que tras encargarle el Ayuntamiento el caso facultativo del proyecto de subida de aguas del Tajo a la ciudad de Toledo devolvió las diligencias proponiendo que fuesen remitidas a un arquitecto para su informe. Este arquitecto sería el profesor de la Academia Blas Crespo, demostrándose con ello que no había ejercido como encargado de la municipalidad en negocios que no eran de su competencia. Además, adjuntaba el oficio original que el Ayuntamiento le había enviado el 4 de mayo de 1855 notificándole su satisfacción por no traspasar los límites que le marcaba su facultad, por cuya razón esperaba su desinterés y filantropía en el encargo que le había confiado.
Continuó haciendo presente que «[…] facultado por el Real titulo que la misma le expidió con el numero 180 en 23 de Agosto de 1843 para verificar en calidad de segundo Director las obras de Santas iglesias, templos parroquiales, Palacios, Aduanas, Hospicios, Puentes y otras cualesquiera, ha practicado algunas del Arzobispado y otras del Cabildo bajo la dirección del Arquitecto titular D. Franco Enriquez y Langara antes y hoy del mismo Enriquez, á quien V.E. puede pedir informes, si lo creyese necesario […]». También que ante cualquier reparo que se había hecho en la casa de las oficinas, tanto los gobernadores como los administradores se habían valido de sus conocimientos como pudieron haberse valido al efecto de un simple maestro de albañilería, lo que había provocado también los celos del arquitecto Martín, quien acudió rápidamente a la Dirección General de Fincas del Estado en 1847 exigiendo que cuando se hicieran obras de importancia en las casas de las oficinas se contase con su persona, pero no en los casos de reparaciones comunes que eran las que diariamente eran cometidas.
La Sección de Arquitectura reunida el 12 de julio de 1855 formada por Zabaleta (director), Conde y González, París, Herrera, Laviña, Lallave y Cámara (secretario), quedó enterada del asunto y acordó decir a la Academia que «si se han de cortar alguna vez estas interminables contestaciones y evitar una polémica poco digna y decorosa para la corporación, es preciso contestar simplemente al Maestro Moya que la Academia queda enterada», dictamen que sería aprobado por la corporación en la Junta General Extraordinaria del 25 del mismo mes.
Después de este altercado, Crespo ejerció la profesión en varias obras de la provincia de Toledo y en la reedificación de la iglesia parroquial para el pueblo de Hortaleza (Madrid), cuyo proyecto sería aprobado por la Academia en la Junta General Extraordinaria del domingo 15 de noviembre de 1857, aunque no de manera definitiva hasta la Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 5 de febrero de 1858 y la Junta General del domingo 7 del mismo mes. En este momento se le notificó no ser posible, ni aún conveniente, introducir modificación alguna en la economía del presupuesto de la misma en vista de que había diseñado un templo muy sencillo y humilde en cuanto a ornatos, materiales y sistemas constructivos.
Arquitectura. Conventos, 1818-1861. Sig. 2-32-2; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1832-1851. Sig. 2-33-5; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1857-1868. Sig. 2-33-7; Comisión de Arquitectura. Arquitectos. 1843. Sig.2-12-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1839-1850. Sig. 1-30-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1825-1876. Sig. 2-23-3; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1831. Sig. 2-16-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, directores de caminos, agrimensores, 1852-1855. Sig. 2-23-4; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1839-1848. sig. 90; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1848-1854. Sig. 3-91; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 275; Libro de registro de maestros de obras aprobados por la Real Academia, 1818-1886. Sig. 3-156, nº 64; Secretario general. Enseñanza. Arquitectura, 1845-1851. Sig. 5-32-16. Secretario general. Enseñanza. Arquitectura, 1847-1853- Sig. 1-32-15.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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