Nació en Peñalsordo (Badajoz) hacia 1779. Se matriculó como alumno de arquitectura en la Academia de San Fernando, centro en el que estudió Matemáticas y Dibujo natural, y opositó al concurso de Premios Generales en tres ocasiones. La primera en 1799 por la 3ª clase de Arquitectura, convocatoria a la que también se presentaron Fermín Gutiérrez, Alejo Sánchez Carralero, Francisco Heredero, Sebastián Azcuaga, Pedro del Ruste, Pablo Palencia, Bruno Sainz, Pedro Zengotita Vengoa y José Serrano Martínez. Al igual que todos ellos tuvo que elaborar como prueba de pensado el proyecto de un Intercolumnio y partes en grande del Capitel y cornisamento de orden dórico, según Vignola (del A-5597 al A-5599) y como ejercicio de repente El capitel y cornisamento del orden dórico según Vignola (A-5600), programas que habían sido elegidos respectivamente en las Juntas Ordinarias del 2 de diciembre de 1798 y 30 de junio de 1799. Los 18 vocales con derecho a voto adjudicaron el 1º premio a Fermín Gutiérrez y el 2º a Fermín Pilar Díaz, siendo distribuidos los galardones en la Junta Pública celebrada el sábado 13 de julio, a las cinco de la tarde, en presencia del Infante Príncipe de Parma.
Tres años más tarde volvió a optar a este mismo concurso, en esta ocasión por la 2ª clase de Arquitectura. También firmaron la oposición Pedro Zengotita Vengoa, Manuel de Inza, Alejo Sánchez Carralero y Silvestre Bonilla. Como todos los concurrentes, Díaz desarrolló los planos de «[...] un edificio incombustible de solo un cuerpo para colocar en él las salas de Audiencias de los Tenientes Corregidores de la Villa de Madrid, sus escribanías de número, archivos, y piezas de Procuradores; suponiendo que ha de colocarse en la casa n. 1 de la manzana 180, donde vivía el Excelentísimo Señor Conde de Campománes» (obra de pensado, del A-5718 al A-5724) y «Una portada de orden dórico» (ejercicio de repente, A-3459). Dieciséis vocales examinaron las obras de los pretendientes, adjudicando el 1º premio a Manuel de Inza y el 2º a Fermín Pilar Díaz. En una carta fechada el 18 de julio se dice que «con fecha de 14 de este mes, quedando enterado de que la Real Academia de San Fernando ha celebrado las tres Juntas Generales en los días 12, 13 y 14 del corriente para la votación y adjudicación de los premios [...]. Tomará la Academia las disposiciones necesarias para que el Sábado próximo á las cinco de la tarde se celebre la Junta pública solemne, en que se distribuirán los premios».
Fermín Pilar Díaz optó por última vez al concurso de Premios Generales en 1805, haciéndolo por la 1ª clase de Arquitectura. Se presentaron asimismo Fermín Gutiérrez, Miguel Antonio de Marichalar, Pedro Simón de Urrutia y Alejo Carrelero. Todos elaboraron como obra de pensado “«[...] tres Lazaretos por separado para Madrid, indicando en un plano geográfico de esta población los parages donde se sitúes en las inmediaciones de ella [...]» y como ejercicio de repente «La entrada de una ciudad de órden dórico, con triglifos», programas que habían sido escogidos en las juntas del 2 de diciembre de 1804 y 12 de julio de 1805 respectivamente. Trece fueron los vocales que adjudicaron los premios, concediendo el 1º premio de 1ª clase a Fermín Gutiérrez y el 2º a Miguel Antonio de Marichalar, galardones que fueron distribuidos en la Junta Pública celebrada el 27 de julio de 1805.
Tras finalizar sus estudios y desarrollar la práctica de la profesión en las obras a cargo de su maestro, el director de Arquitectura Antonio Aguado, en las que había ejecutado las medidas, tasaciones y el reconocimiento de las mismas, solicitó de la Academia el 24 de febrero de 1807 su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto. Para este fin presentó la certificación de práctica firmada por Aguado y como prueba de pensado el proyecto de un Edificio público con destino a colegio o universidad, para la enseñanza de ciencias y artes (del A-600 al A-606), con su informe facultativo y el avance del cálculo de la obra.
La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 26 de febrero de 1807 reconoció el proyecto y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 1 de marzo, fecha en la que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 124, 82 y 99, de los cuales eligió el nº 124, es decir «Una casa de campo ó recreo para pasar un dia su dueño con todas las conveniencias para la diversión de los concurrentes. Planta, fachada y corte» (A-5729).
La Junta de Examen tuvo lugar el 24 de abril de 1807, asistiendo a ella como vocales Antonio Aguado, Juan Antonio Cuervo, Antonio de Varas y Silvestre Pérez, este último en calidad de secretario por muerte de Isidoro Bosarte. Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Díaz principió esta nueva prueba contestando a las preguntas que le hicieron los profesores sobre sus obras y después sobre la teoría y práctica de la arquitectura.
Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas, le hallaron hábil para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 18 de mayo de 1807.
El 4 de agosto de 1816 solicitó igualmente su admisión a los ejercicios para la clase de académico de mérito, a cuyo objeto hizo presente los premios obtenidos cuando era alumno de la Académica, sus bajo la dirección de Antonio López Aguado hasta el año de 1807 en que obtuvo el título de arquitecto, haber ejercido la profesión en Madrid, Cádiz y Sevilla, así como su intervención facultativa gratuita en las obras de defensa a extramuros de la plaza de Cádiz y en la Isla del Trocadero.
La Comisión de Arquitectura celebrada el 17 de agosto de 1816 estudió el memorial de Fermín Pilar y, aunque no había presentado obra alguna a examen o censura de la Comisión, acordó admitirle a los exámenes reglamentarios, pero obligándole a presentar la demostración de alguno de los templos de Vitrubio u otro de los asuntos que manifestase el viceprotector. La Comisión de Arquitectura no vio inconveniente en que no hubiera remitido obra pública alguna a censura debido a que había obtenido el título en 1807 y, por tanto, había sufrido posteriormente la revolución, quedando paralizadas todas las artes y sin que los profesores tuvieran ocasión para demostrar su suficiencia.
Finalmente, en la Junta Ordinaria del 6 de octubre de 1816 se le dieron los programas para disertar y como tema a desarrollar «todo el orden jónico completo de un tamaño proporcionado que pueda servir para la enseñanza de los discípulos», prueba conservada en el Gabinete de Dibujos del Museo bajo el título El orden jónico según Vignola (A-5618 y A-5619). De los tres asuntos que le tocaron en suerte para disertar escogió el 9 de octubre «[...] las construcciones de las bóvedas y estribaciones que deben tener».
El 14 de febrero de 1817 tanto Díaz como Antonio López Aguado solicitaron una pensión para Roma, Díaz a expensas de la duquesa de Benavente y Aguado a expensas de su padre. Ambos individuos habían estudiado la arquitectura desde muy jóvenes en el estudio de Antonio López Aguado, arquitecto mayor de Madrid y director general de la Academia. En un memorial expusieron que se encontraban con los conocimientos suficientes en el Dibujo de figura y en la Delineación de arquitectura para pasar a Roma y estudiar las bellezas de los antiguos, así como los edificios de Florencia y los del resto de las ciudades italianas. También que sabían que la Academia estaba falta de recursos para poder suministrar las pensiones, pero que en su caso no era problema porque tanto la duquesa de Benavente como su padre se habían ofrecido a costearles el sustento.
En la Junta Ordinaria del 2 de marzo de 1817 se acordó la recomendación de ambos individuos al ministro de Estado en base a que Díaz tenía acreditado su talento al ostentar el título de maestro arquitecto y Aguado al presentar en la Junta Ordinaria del 2 de marzo los diseños copiados del antiguo que existían en la Academia del célebre director de ella, Juan de Villanueva.
El 21 de marzo de 1817 Díaz aún estaba desarrollando su discurso y trabajando los planos de demostración, pero el 29 de julio remitió la disertación a la Academia para que fuera revisada por los profesores. El primero en examinarla fue Antonio López Aguado, que la devolvió corregida el 31 de julio. A éste le siguieron Juan Antonio Cuervo, Julián Barcenilla, Alfonso Rodríguez, Manuel de la Peña y Padura, Antonio de Varas y por último Juan Miguel de Inclán, quienes lo hicieron respectivamente los días 9 de agosto, 12 y 22 de septiembre, 22 y 30 de octubre, y 4 y 13 de diciembre de 1817.
Díaz dividió su disertación académica sobre las bóvedas y sus estribaciones en dos partes bien diferenciadas: por un lado, la construcción de las diferentes bóvedas y por otro, las estribaciones que debían tener. Antes de adentrarse en su construcción distinguió el origen de algunas de ellas partiendo de una bóveda de cañón seguido, que a partir de ella y en función de sus encuentros como las secciones que se la diesen en diferentes direcciones podían surgir las bóvedas de rincón de claustro, esquifadas, de arista y los lunetos. Asimismo, explicó que, en los sólidos de las bóvedas de base curvilínea como eran las cúpulas y medias naranjas, y en las análogas a las referidas en la esfera y esferoide, si se prolongaban, aplastaban o se realizaban secciones horizontales o verticales podían deducirse otras bóvedas, entre ellas las baídas y las pechinas.
Definió la bóveda como «un sólido hueco que cubre una pieza ó espacio qualquiera; y el Arco al que cubre un vano de pared ó de un muro en general», para seguidamente indicar su construcción en piedra sillería o ladrillo a través de dovelas, cuyo número, disposición, figura y dimensiones dependían de la planta de la bóveda, la altura o el frente de la montea y el perfil de la curva que iban a formar.
De todas las bóvedas conocidas distinguió las de cañón seguido como las de mayor uso, y dentro de ellas la de cañón recto, cuando el eje es horizontal y perpendicular a las caras del cañón; en esviaje, cuando el eje es horizontal, pero oblicuo respecto de los planos verticales de las caras; a escarpe o a contra escarpe, siempre que la cara de la bóveda sea a la vez oblicua respecto de la dirección del eje y respecto del horizonte formando con este ángulo obtuso a escarpa un ángulo agudo a contra escarpa; la bóveda de cañón de bajada recta, cuando el eje de la bóveda está inclinado al horizonte y su cara se encuentra en el plano vertical mientras que bajada en esviaje, siempre que la cara de la bóveda está en un plano vertical y en dirección oblicua respecto de la dirección del cañón.
Según el encuentro de dos o más cañones seguidos o semicirculares anulares podían surgir las bóvedas de rincón de claustro, formadas ésta con husos; las esquifadas, también con husos, pero dotada de una superficie plana llamada plafón como resultado de quitar la parte superior con un plano horizontal paralelo a la base de la bóveda; la de arista, formada por cuñas y surgida por el entrecruzamiento de dos cañones iguales, y por último los lunetos, resultado del cruzamiento de cañones desiguales.
En cuanto a las bóvedas esféricas o de media naranja surgidas por la revolución de dos cuadrantes paralelos de sus círculos máximos alrededor de su eje vertical, distinguió las esféricas y esferóidicas. A partir de la bóveda esférica sobre planta cuadrada, también denominada bóveda baída, podían surgir las pechinas si realizada una sección con un plano horizontal a la altura de la clave de los arcos torales se insertaba sobre ellos una bóveda esférica. De esta manera se podía obtener una cúpula sobre pechinas, bien esféricas o esferóidicas, agudas o con boquilla, entendiendo las pechinas como los triángulos esféricos que sirven de anillo base a la cúpula.
Tras la breve explicación de los tipos de bóvedas existentes, pasó a advertir la necesidad de realizar moldes de las bóvedas resistentes o lo que es decir cimbras, a fin de que aguantasen el peso de las bóvedas, teniendo en cuenta que no podían ser las mismas las que se hiciesen para fabricar una bóveda de rosca o tabicada porque el peso de estos materiales era muy distinto. Enseguida explicó la ejecución de la bóveda de cañón seguido, cerciorándose de que las paredes estuviesen bien construidas y fuesen sólidas para sostener la cimbra y la bóveda, la cual una vez cerrada debían macizarse las enjutas hasta el primer tercio. Continúo esta misma operación explicando la realización de las monteas de las bóvedas de rincón de claustro y las de arista sobre planta cuadrada, etc.
Dedicó un apartado importante a las bóvedas de ladrillo, las cuales tomaban el nombre de rosca cuando los ladrillos se colocaban de canto y tabicadas cuando lo hacían a tabla o de plano, utilizándose para las primeras un mortero de cal y arena mientras que yeso para las segundas. Analizó igualmente las diferentes bóvedas que podían construirse con este material, para a continuación dar comienzo a la sección segunda de su discurso, que como ya hemos indicado se refería al estudio de los estribos que debían tener dichas bóvedas. Mencionaba el hecho de que ninguno de los autores antiguos había tratado los estribos más del empuje que causaban las bóvedas contra las paredes que las sostenían, ni el grueso que debían tener para sostenerlas, no siendo hasta principios del siglo XVIII cuando el matemático Philippe de la Hire trató el asunto sometiendo el tema a las leyes de la mecánica. Ante estos antecedentes demostró primero el modo con que obraban las dovelas y el empuje que formaban en las bóvedas como las causas que lo producían contrayéndose a un arco, para dar por terminada su disertación con tres problemas a los que les correspondían respectivamente las figuras 2ª, 3ª y 4ª, a fin de hacer más comprensible la parte teórica del discurso.
El 2 de enero de 1818, el viceprotector determinó que Fermín Pilar Díaz concurriera a la Academia el sábado 3 para ser examinado en la clase de académico, pero ese mismo día se excusaron de no poder asistir por problemas de salud los profesores Antonio de Varas, que se hallaba constipado, y Manuel de la Peña, quien se encontraba convaleciente de una larga enfermedad. Asimismo, se excusaron por sus ocupaciones Isidro Velázquez y Alfonso Rodríguez, motivo por el que en la Junta Extraordinaria del sábado 3 de enero los profesores asistentes y examinadores fueron sólo cuatro: Pedro Franco (viceprotector), Juan Antonio Cuervo, Julián Barcenilla y Juan Miguel de Inclán (secretario).
Tras presentar el interesado en la Junta de Examen cinco diseños del orden jónico completo y leer su disertación, se le hicieron varias observaciones y preguntas sobre algunos puntos que había tratado en su estudio. Realizada la votación secreta resultó por uniformidad de votos merecedor de tal distinción, siéndole concedido el grado de académico de mérito en la Junta Ordinaria del 11 de enero de 1818.
Mientras que había estado preparando el examen para recibirse en la clase de académico de mérito, se ocupó también de llevar a cabo la restauración de la fachada del Palacio del marqués de Camarasa (Madrid), cuya portada ejecutó con gran sencillez, flanqueada por dos columnas dóricas y triglifos, rematándola con una balconada corrida a la altura del piso principal. En la propiedad de este marqués construiría por estas fechas una presa sobre el río Guadalimar, en el sitio que llamaban Molino de la Orden cerca de Sabiote (Jaén), cuya fábrica de sólida consistencia sería verificada en 1819 y 1820.
Meses más tarde trabajó el dibujo en limpio, anteriormente presentado en borrador, del altar de la iglesia de San Juan de Dios en la ciudad de Zaragoza a expensas de la Hermandad de Caridad llamada la Preciosísima Sangre de Cristo. Fue aprobado por la Comisión de Arquitectura el 2 de junio de 1818, pero antes de acabar el año la Comisión de Arquitectura celebarada el 30 de octubre despacharía y aprobaría otro dibujo suyo, en esta ocasión el del altar mayor para la iglesia de San Agustín de Sevilla.
En el Inventario de 1824 quedaron reseñados alguno de los dibujos que fueron realizados por este arquitecto y que estuvieron expuestos en la Sala de Arquitectura: «Un plano del pedestal y basa del orden Jónico segun Vignola, delineado.... en 1817 con cristales y Marco con filetes dorado». «Otros tres idem de la Planta, Fachada y Vista de Angulo del capitel jónico de dicho Pilar», «nº 48 Planta del capitel Jónico según Viñola [...]», «nº 72- Capitel del Orden Jónico visto de frente [...]», «nº 73- Id visto de angulo [...]», así como el «Pedestal y basa de orden jónico según Vignola [...]». Actualmente, la Academia conserva también de este arquitecto un diseño de Los mosaicos de San Julián de Valmuza cerca de Salamanca (A- 5875). La existencia de este pavimento de mosaico de origen romano databa de 1801, pero no fue hasta 1817 cuando la Academia de la Historia recibió un oficio a través de su Comisión de Antigüedades informándole oficialmente de su existencia y los desperfectos que había sufrido durante la Guerra de la Independencia. Para su conservación se levantó un muro alrededor de él y se tapó, siendo más adelante cuando Fermín Pilar Díaz realizase el dibujo del mismo por encargo del Príncipe de Anglona.
A principios de 1829 presentó a la censura confidencial de Academia los diseños del proyecto para el retablo que se intentaba ejecutar en la capilla mayor de la iglesia de San Hermenegildo en el convento del Carmen Descalzo de Madrid, que la Comisión de Arquitectura aprobaría el 31 de marzo al hallarlos conforme al objeto propuesto por dicha comunidad. Para este mismo fin y en calidad de arquitecto remitió en 1833 los diseños de un monumento dedicado a la Reina Gobernadora que debía erigirse en Santiago de Cuba a expensas de su ayuntamiento, los cuales serían aprobados por la Comisión de Arquitectura el 5 de noviembre de 1833 y por la Academia el 10 del mismo mes.
Al año siguiente se tuvieron que organizar los estudios para la nueva temporada y cubrir la dirección de las enseñanzas vacantes, quedando designados en octubre de 1834 como suplentes en las salas del Natural y Yeso, además de los tenientes directores a quienes correspondía por estatuto los académicos de mérito Rafael Tegeo y José Ribelles. Respecto a la enseñanza de Geometría práctica y Perspectiva se resolvió a voluntad de sus directores, pero con la condición de que fuesen académicos de mérito quienes los sustituyesen. En cuanto a los Estudios de la Merced y los de la calle de Fuencarral no existía novedad con la temporada anterior, excepto cubrir la dirección de Geometría de dibujantes en uno y otro centro por ascenso de Moreno y el fallecimiento de Pedro Nolasco Ventura, vacantes que fueron cubiertas respectivamente por los académicos Pedro Zengotita Vengoa y Fermín Pilar Díaz. Por último, quedaba por resolver el destino de director principal del Estudio de la calle Fuencarral, vacante por ascenso de Aparicio. Según su provisión correspondía a la clase de teniente director en Pintura, por lo que se presentaron a ella José Madrazo y Juan Antonio Ribera. Hubo una disparidad de opiniones acerca de quién de los dos debía ocuparla porque Ribera siempre había sido puntual en el servicio y asistencia a las salas del Natural y Yeso sin retribución ni asignación como teniente, pero Madrazo tenía una antigüedad mayor, era profesor de Colorido y tenía asignado un sueldo mayor del gobierno, hecho por el que la Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 3 de octubre de 1834 acordó elevar el asunto a la decisión de la Academia.
En 1835 con motivo de cubrir la vacante de teniente director de Arquitectura tras el ascenso de Juan Miguel de Inclán a la dirección general de la Academia, se propuso a Díaz para esta plaza, al igual que a los académicos Juan Francisco Rodrigo y José Joaquín de Troconiz. Se estudiaron los méritos de cada uno de ellos y se vio que Rodrigo era académico desde el 7 de agosto de 1814 y vocal de las comisiones celebradas durante 1816 y 1817 cada 8 días para la formación de las Ordenanzas, volviendo a ser nombrado vocal en 1830; que, asimismo, había sido suplente del director de Geometría de líneas en la Escuela de la Merced y en 1822 director de esta misma enseñanza. Por otro lado, Troconiz era académico desde el 7 de agosto de 1814 y vocal de la Comisión de Arquitectura en 1817, volviendo a serlo en 1824 y desde 1832 hasta esos momentos, pero además había desempeñado la enseñanza de Geometría práctica en las ausencias y enfermedades de los propietarios, como en la enseñanza de Geometría de líneas. Por último, Fermín Pilar Díaz era académico desde el 11 de enero de 1818 y por entonces director de Geometría de dibujantes del Estudio de la calle de Fuencarral.
Ante los méritos indicados por los candidatos, en la Junta Ordinaria del 25 de enero de 1835 se hizo el primer escrutinio del que salió Rodrigo en primer lugar con 22 votos, seguido de Troconiz con 1 y Pilar Díaz con 3, resultados por los que S.M. concedió la plaza de teniente director de Arquitectura a Juan Francisco Rodrigo el 7 de febrero de 1835.
La Junta de la Comisión de Arquitectura del 31 de octubre de 1836 censuró el expediente que, a través del alcalde de Madrid, Juan Lasaña, había sido promovido en su Juzgado de Policía Urbana por Fermín Pilar Díaz, dueño por entonces de una casa situada en la calle Fomento. Se trataba de los perjuicios que le causaba la correspondiente casa propiedad de Úrsula García de Landa, acerca de lo informado por el maestro mayor de Madrid el 7 de mayo último. En la Junta Extraordinaria del 14 de octubre se habían nombrado a Custodio Moreno y Joaquín de Troconiz para elaborar el examen particular y el reconocimiento pericial, cuyo informe tuvieron concluido el día 26. En él indicaron que las obras que debían ejecutarse por cuenta de la citada Úrsula eran las mismas que había ordenado llevar a cabo el arquitecto mayor en su informe.
El nombre de Fermín Pilar volvió a reseñarse en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 19 de septiembre de 1837, momento en el que el Ayuntamiento de Madrid remitió las declaraciones prestadas por los arquitectos Juan Francisco Rodrigo y Juan Sánchez Pescador sobre el valor que señalaban al sitio que quedaba a beneficio público, con motivo de la reedificación de la casa ubicada en la calle del Luzón, nº 5 de la Manzana 425, propia de Leandro Zafra, a fin de acabar con la disputa que aparecía «en la aplicación de aquel valor por los 87 pies y un cto qe en la alineazn y tira de cuerdas practicadas por Fermín Pilar Diaz, Artº del Departamto alto resulta a beneficio del publico y tasó a razon de 30 rs vn, que resistió el interesado por considerarse agraviado». Respecto a este asunto, y teniendo a la vista el artículo de la ordenanza como el arreglo de los valores acordado por la Academia, la Comisión de Arquitectura se adhirió al parecer de Francisco Rodrigo declarando además ser el precio de 30 rs pie que había dado Fermín Pilar Díaz el máximo y más beneficioso a que pudiera aspirar el propietario. Por otro lado, la Academia observó que Juan Sánchez Pescador se había basado en el valor dado al suelo en un pliego de precios por manzanas acordado por la Academia en 1817, por lo que no tenía la autorización que este arquitecto suponía que tenía.
A principios de 1838, la Junta de la Comisión de Arquitectura estudió el expediente remitido por el alcalde de Madrid sobre la denuncia de una casa ubicada en la calle de Quiñones esquina a la calle del Norte y Ancha de San Bernardo, nº 1º, perteneciente a la Manzana 504, a resultas de una instancia interpuesta a nombre del propietario. La posesión y el desprendimiento de la fachada a la calle Quiñones fue reconocida por dos profesores, así como la inexacta certificación realizada por el arquitecto Francisco Lino Hernández. La Comisión de Arquitectura celebrada el 16 de enero de 1838 estuvo de acuerdo con lo expuesto por el arquitecto del Departamento Alto, Fermín Pilar Díaz, de ahí que acordase proceder a la demolición de la fachada de la calle Quiñones con el ángulo a la Ancha de San Bernardo y vuelta por la del Norte en lo correspondiente a la primera crujía porque lo exigía la seguridad pública y particular de sus inquilinos, quienes debían ser desalojados a excepción de los que vivían en la habitación que se distribuía sobre la calle Ancha de San Bernardo que era la principal de dicha posesión.
Por estas fechas, se puso en conocimiento de la Academia que en 1837 se había concedido a Manuel Labraña la oportuna licencia para construir una casa en la calle de Toledo (Madrid), con arreglo al plano presentado y bajo las reglas prescritas en su informe por el arquitecto de la Corte Juan Francisco Rodrigo. Más adelante, el interesado acudió al ayuntamiento solicitando el poder construir un nuevo cuerpo «asotabancado», por lo que fue necesario oír la opinión que al respecto tenía la Comisión de Policía Urbana. El arquitecto del Departamento, Fermín Pilar Díaz, se opuso a dar la licencia solicitada y también a que se pudiesen construir más de tres pisos. Oída la opinión de este arquitecto, su decisión fue comunicada a los regidores y arquitectos del resto de los departamentos de la capital, opinión que estaba basada en el acuerdo del 23 de septiembre de 1837 y por el cual se prohibía la disposición de tres pisos en las fachadas de las casas que desde aquella fecha se construyeran, así como la obligación de presentar los diseños de las fachadas que contuviesen piso bajo, principal, segundo y tercero, intercalando además entre el bajo y principal un entresuelo.
Para solucionar este asunto, se solicitó el parecer de la Academia y su informe facultativo, para que, con la opinión de los arquitectos de Madrid, Fermín Pilar Díaz y Juan Francisco Rodrigo, se llegase a su definitiva resolución. La Academia dio su respuesta en la Junta Ordinaria celebrada el 22 de abril de 1838, momento en que aprobó todo lo dicho por los arquitectos anteriormente citados.
Dos años más tarde, la corporación académica comunicó el fallecimiento de Fermín Pilar Díaz, acaecida el 5 de mayo de 1840, como el testamento del arquitecto en la Junta Ordinaria del 21 de junio. Sin embargo, volvería a comunicarse dicho fallecimiento en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 9 de febrero de 1841, con motivo de tenerse que cubrir la plaza de director de la enseñanza de Aritmética y Geometría de dibujantes en el estudio de la calle de Fuencarral, de la que este académico se ocupaba. Dicho destino fue solicitado por Antonio Conde y González, José París, Atilano Sanz y Lucio de Olarieta, quienes en sus exposiciones acreditaron sus respectivos méritos.
Comisión de Arquitectura. Arquitectos. 1806-1807, 1825, 1826. Sig. 4-68-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1807. Sig. 1-29-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1808-1822. Sig. 1-29-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura, Informes, 1839-1850. Sig. 1-30-5; Comisión de Arquitectura. Informes. Urbanismo. Ordenanzas de policía urbana de Albacete, Cádiz, Córdoba, Madrid, Pamplona, Santander y Sevilla, 1788-1857. Sig. 2-22-2; DÍAZ, Fermín Pilar. Disertación de las construcciones de las bóvedas y estribaciones que deben tener, Madrid, 1817. Sig. 3-310-14; Distribución de los premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de los Tres Nobles Artes hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta Pública del 13 de julio de 1799. Madrid: Imp. Viuda de Ibarra, 1799; Distribución de los premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de los Tres Nobles Artes hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta Pública del 18 de julio de 1802. Madrid: en la Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1802; Distribución de los premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de los Tres Nobles Artes hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta Pública del 27 de julio de 1805. Madrid: en la Imprenta de la Hija de Ibarra, 1805; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1839-1848. Sig. 3-90; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1803-1818. Sig. 3-87; Libro de actas de la Comisión de Arquitectura, 1832-1840. Sig. 3-142; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1742-1789. Sig. 1-43-1; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1790-1807. Sig. 1-43-2; Secretario general. Enseñanza. Pensionados. Arquitectura, 1802-1867. Sig. 1-49-7.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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