Hijo de Salvador Marín-Baldo y Antonia Caquia, nació en Murcia el 16 de junio de 1828 y murió en la misma ciudad el 28 de enero de 1891. Se trasladó a vivir a Madrid a la calle ancha de San Bernardo, nº 23, cuarto entresuelo, a cargo de Joaquín Posadas que vivía en la calle de las Infantas, nº 7, cuarto principal, aunque según otras fuentes a cargo de Gregorio Martínez que vivía en la misma casa que el discípulo.
El 29 de septiembre de 1845 solicitó su ingreso como alumno de 1º año en la Escuela Especial de Arquitectura, para cuyo fin presentó la fe de bautismo, las certificaciones del 2º y 3º año de Filosofía, dos cursos de Matemáticas, Mecánica y Geometría, Química, Delineación y Dibujo de figura. En vista de los estudios realizados fue admitido en el primer año de carrera el 13 de noviembre de 1845.
Todos los discípulos del primer año cursaron entre las 9 y 11 de la mañana, las asignaturas de Cálculo diferencial e integral y las Aplicaciones de las matemáticas a los usos de la arquitectura; entre las 11 y 12, un día sí y otro no, Geometría descriptiva pura y aplicada a las sombras, concretamente Perspectiva con un profesor y un agregado, mientras que entre las 11:30 y 15:00 la asignatura de Dibujo.
A partir de 1848 comenzó a resentirse de la enfermedad que le acompañaría a lo largo de su vida, mismo curso académico, 1848-1849 en que se generaron en la Escuela grandes protestas, problemas disciplinares, ausencia en las aulas y faltas de insubordinación por parte de los alumnos. Ello era debido a la Real Orden de 28 de noviembre de 1848, por la que quedaron suprimidos los dos años de práctica que eran exigidos para obtener el título, dejando automáticamente a los estudiantes que cursaban 3º, 4º y 5º año de carrera matriculados en 1º, 2º y 3º curso del nuevo plan. Entre estos desórdenes figuraban los acontecidos en la cátedra que desempeñaba Manuel María de Azofra, clase en la que los discípulos se negaron a responder a las preguntas del profesor, lo que motivó la emisión de la Real Orden de 15 de diciembre de 1848, acordándose la expulsión de cualquier alumno desobediente fuese cual fuese su número; que aquellos que no asistiesen a clase se les anotarían las faltas para que llegado el número prevenido perdiesen curso y aún como oyentes no se les permitiese asistir en lo sucesivo; incluso en caso de que la insubordinación exigiese la fuerza armada, los discípulos fuesen entregados a los tribunales. Esta orden se comunicó al director de la Escuela y a través de éste a todos los profesores. Sin embargo, no era la primera vez que eran expulsados estudiantes del centro, ya que Carlos Botello del Castillo, discípulo del 2º año de carrera, lo había sido en 1847 y Cirilo y Ramón Salvatierra en 1848, habiendo sido readmitidos por la Junta de Gobierno el 6 de mayo de 1848 en atención a las manifestaciones de sus padres y sus buenos propósitos.
Enterada la Reina de los sucesos acontecidos por los alumnos del 1º y 2º año de arquitectura acordó emitir la Real Orden de 31 de enero de 1849 que, a propuesta de la Junta de Profesores, tuvo como consecuencia la expulsión de los promotores de las revueltas (Simeón Ávalos, Manuel Giménez y de Ropero, Pedro Fores y Pallás, Bibiano Guinea, Joaquín Vega, Manuel María Muñoz, Aquilino Hernández, Antolín Sagasti, Juan Torras y Guardiola, Luis Villanueva y Arribas, José Sarasola y Pequera, Anastasio Menéndez, José Limó y Fontcuberta y Manuel Villar y Valli), como la de aquellos que no habían cumplido las asistencias reglamentarias a las diferentes clases (Dionisio de la Iglesia, Carlos Mancha y Escobar, Francisco Urquiza y José Segundo de Lema).
Aunque se acordó no admitir a matrícula a los alumnos expulsados ni a los borrados por falta de asistencia, lo cierto es que en su mayoría volvieron a ser admitidos por la Real Orden de 16 de mayo de 1849, una vez arrepentidos de sus actos. A partir de entonces, se exigió a los aspirantes para solicitar la matrícula ir acompañados de sus padres, tutores o encargados responsables de su conducta y acreditar no haber tomado parte en las revueltas que habían motivado dichas disposiciones, recordándoles al mismo tiempo que cualquier falta de subordinación se castigaría en lo sucesivo con arreglo a las Reales Órdenes de 15 de diciembre de 1848 y 31 de enero de 1849.
Como Marín Baldó no había participado en las revueltas y su conducta no era nada sospechosa, quedó matriculado automáticamente en el 1º año del nuevo plan, en virtud de la Real Orden de 28 de noviembre de 1848, de ahí que aparezca en la lista de los discípulos admitidos en este curso junto con Manuel Maffei, Francisco Daura García, Aureliano Varona, Narciso Berriocanal, Nicolás Rivera, José Picón y García, Eduardo García Pérez, Fernando Gómez Cornejo, Justo Revellón, Vicente Miranda, Ildefonso Fernández y Calbacho, Francisco de Cubas, Vicente Sáenz, Mariano Andrés, Vicente Carrasco, Ignacio Sarasúa, Francisco de Paula Hueto, Manuel Blanco y Cano, Ángel Cosín y Martín, Pedro Martínez Sangrós, Tomás Aranguren, José Créspulo Guallard, José López y Esteve, Antonio Hernández y Simón, Policiano Prats y Verdú, José Fuentes y Juan Antonio Atienza.
Obtuvo el título de maestro arquitecto por la Junta de los Sres. Profesores el 18 de marzo de 1853, a los 25 años de edad, siéndole expedido dicho grado el 29 de abril de ese mismo año. Para este fin había elaborado como proyecto fin de carrera los diseños de Una capilla subterránea para panteón de reyes (del A-4919 al A-4924) con su memoria facultativa, asunto que respondía al nº 30 nuevo de los que le habían tocado en suerte desarrollar y cuyo enunciado decía: «Capilla subterranea para panteón de los Reyes, situada en una iglesia principal y decorada cual cambien á tal objeto. Planta =0,02. p.m. – Corte = 0,04».
Una de sus primeras obras fue el diseño y ejecución del nuevo Altar de las Reliquias de la catedral de Murcia, destruida en un incendio en 1854. Cinco años más tarde obtuvo la plaza de arquitecto provincial de Almería, tomando posesión del cargo el 19 de julio de 1859 y cesando en el mismo en 1869. En 1865 solicitó licencia para viajar a París a fin de asistir a la fundición de algunas partes de su «Monumento a Colón y a la gloria de España por el descubrimiento de América», que sería posteriormente exhibido en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1866.
A principios de este mismo año, concretamente el 31 de enero de 1866, llegó a la Academia el expediente relativo al proyecto que había diseñado para la reedificación del Palacio Episcopal de Almería, remitido a informe de la corporación por el director de Instrucción Pública. La Sección de Arquitectura celebrada el 9 de abril de 1866 lo examinó detenidamente proponiendo su aprobación en vista de que el proyecto era elegante y estaba bien estudiado, pues su distribución era adecuada al objeto que pretendía. También por ser sencillo en su conjunto, estar decorado con buen gusto y el presupuesto ejecutado en relación a la extensión de las obras y su sólida construcción, ya que su coste ascendía a la cantidad de 597.109 reales de vellón.
Como ya hemos reseñado, optó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1866 por la Arquitectura, con el Modelo de un monumento a la gloria de Cristóbal Colón y de España por el descubrimiento del Nuevo-Mundo.A este certamen concurrieron también Bernardo Gil y Bello, maestro de obras natural de Toledo, director de caminos vecinales y fontanero mayor de la Real Casa que ejecutó para la ocasión el Proyecto de edificio destinado á parada de caballos padres; Higinio Cachavera, natural de Madrid, discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura y ganador de la mención especial en la Exposición Nacional de 1862, que ejecutó el proyecto de una Bolsa y tribunal de comercio; Faustino Domínguez Comes-Gay, natural de La Coruña y discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura que participó con el proyecto de una Iglesia parroquial; Miguel Garriga y Roca, natural de Alella (Barcelona) y ganador de una mención honorífica en la Exposición Nacional de 1864, que delineó el Proyecto de la nueva iglesia de San Ginés de Vilasar en el Obispado de Barcelona; Alejandro Herrero y Herreros, natural de Madrid y discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura, que presentó un Monumento dedicado a conmemorar la paz de Vergara; Antonio Iturralde, natural de San Sebastián, discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Valladolid y caballero de la Real Orden de Carlos III, que concurrió con los Proyectos de un teatro, un mercado público y un lavadero público; Calixto Loira y Sánchez en colaboración con Ramiro Amador de los Ríos, natural el primero de la Habana y el segundo de Madrid pero ambos alumnos de la Escuela de Arquitectura, quienes idearon para la ocasión un Monumento a la unión telegráfica de Europa y América; Mariano López Sánchez, arquitecto, discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura y premiado con la medalla de 2ª clase en la Exposición Provincial de Toledo de 1866, que lo hizo con el Proyecto de una iglesia panteón y un edificio destinado a oficinas del Gobierno en una provincia de primera clase; José Oriol y Mestres, arquitecto y académico corresponsal de la de Nobles Artes de San Fernando, quien proyectó los Estudios originales para la conclusión de la Catedral de dicha ciudad, ejecutado con autorización de S.M. por Real orden de 19 de Junio de 1866 por dicho arquitecto, y a expensas del Excmo. Señor D. Manuel Girona; Vicente Paredes Guillén, natural de Valdeobispo (Cáceres), discípulo de la Escuela de Arquitectura de Madrid, que realizó el Proyecto de un Panteón de una familia; Demetrio de los Ríos, natural de Sevilla, arquitecto y alumno de la Escuela Especial de Arquitectura, académico correspondiente de las Reales de la Historia y San Fernando, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla y vocal de su Comisión de Monumentos, que llevó a cabo el Proyecto de restauración de las casas consistoriales de Sevilla; Atilano Rodríguez Collado, natural de Santander, arquitecto, alumno de la Escuela Especial de Arquitectura y medalla de 2ª clase en la Exposición de Bayona, que desarrolló una Ermita en despoblado; Emilio Sánchez Osorio, natural de Guadalajara, discípulo de la Escuela y premio de 3ª clase en la Exposición Nacional de 1864 que participó con el Proyecto de iglesia, mientras que Julio Saracibar, natural de Vitoria (Álava) y discípulo de la Escuela elaboró una Casa de baños y lavaderos y un hospicio general. Por último José Secall y Asión, natural de Zaragoza, arquitecto provincial de Salamanca y alumno de la Escuela de Arquitectura, que desarrolló un Teatro para una capital de provincia. No obstante, entre las adiciones en la Arquitectura aparece el nombre de Eugenio Duque, natural de Almonacid (Toledo), discípulo de la Escuela Especial de Pintura y Escultura, medalla de 2ª clase en la Exposición Nacional de 1860 y 1864, y pensionado en Roma por la Diputación de la Provincia de Toledo, que diseñó para el concurso un Panteón para conservar las cenizas de los héroes de la provincia de Toledo y un Obelisco para conmemorar los hechos de los héroes de la misma provincia.
Tras la votación secreta salieron premiados: medalla de tercera clase: Emilio Sánchez Osorio, Julio Saracibar, Faustino Domínguez Coumes Gay, Atilano Rodríguez Collado y Mariano López Sánchez; menciones honoríficas: Calixto Loira y Sánchez, Ramiro Amador de los Ríos, José Secall y Antonio Iturralde.
Dos años más tarde la Sección de Arquitectura celebrada el 13 de marzo de 1868 examinó el expediente relativo a la construcción de un teatro en la ciudad de Murcia, cuyo proyecto estaba suscrito por Marín-Baldó. Hacía dos años se había aprobado para la misma obra y de mano del mismo arquitecto otro proyecto, cuyos trabajos primitivos se hallaron razonados para la construcción de los cimientos de la obra que ahora volvía a proyectar. Respecto a este nuevo proyecto, la sección observó que no había ganado en distribución ni en disposición general porque la platea se había adicionado con seis columnas colosales a imitación de los antiguos teatros de París que, si bien favorecían la construcción, eran un obstáculo para ver el escenario en determinadas localidades, hecho por lo que se había intentado evitar en los nuevos teatros que se levantaban en nuestro país y en el extranjero. Por otro lado, el proyecto había ganado en riqueza de ornamentación, pero una ornamentación barroca nada estética según se juzgaban en estos momentos las obras de arte: «La epoca de Luis XIV á cuya imitacion tiende la decoracion que se proyecta, es tenida por todos los hombres de buen gusto como pesada por sus grandes resaltos, columnas adosadas sin objeto, y discontinuidad por la multiplicidad de recortes i perfiles injustificados, que si deslumbran al ignorante, son siempre de mal efecto para el que tiene costumbre de ver cierta pureza en las lineas i perfiles haciendo además las obras sumamente costosas [...]». Por último, se vio que el presupuesto calculado era bajo si se tomaba en cuenta la gran suntuosidad de la decoración ideada.
En 1869 Marín-Baldo ocupó la plaza de arquitecto provincial de Murcia y seis años más tarde obtuvo el primer premio del concurso de proyectos arquitectónicos de los Juegos Florales, siendo nombrado por la Academia miembro de la Comisión Provincial de Monumentos de Murcia al fallecer J.J. Belmonte. En 1875 le fue concedido el grado de académico de mérito en la Junta Ordinaria del 29 de marzo; en 1880 fue nombrado arquitecto del Ministerio de Hacienda en Madrid y en 1887 se le ofreció la interinidad del cargo de arquitecto titular del Ayuntamiento de Murcia, obteniendo la plaza oficialmente en 1888.
El Gabinete de Dibujos de la Academia conserva varios dibujos de Marín Baldó de la serie Monumentos Arquitectónicos de España para ser grabados: la Capilla de Santiago en Santa María, Alcalá de Henares (Madrid) (MA/243 y MA/244); el Hospital de la Concepción (Madrid). Portada (MA/249) y el Hospital de La Latina (Madrid). Planta, alzado y detalles de la escalera (MA/250). Como es sabido, los Monumentos Arquitectónicos de España fue un proyecto muy ambicioso de la Escuela Especial de Arquitectura a instancias del Ministerio de Fomento, comenzado en 1856 y concluido en 1881, cuyo objetivo fue el estudio y la difusión del patrimonio artístico español de todas las épocas y estilos. Un gran número de artistas de excepción se sumaron a esta empresa realizando primero los dibujos como material preparatorio para después ser grabados y publicados.
Arquitectura. Palacios provinciales, arzobispales, de justicia, de industria, siglo XIX. Sig. 2-43-4; Arquitectura. Plazas de toros, mercados, puertas, puentes, observatorios, hospitales, teatros, torres, murallas, museos, institutos, ministerios, siglo XIX. Sig. 2-43-1; Comisión de Arquitectura. Arquitectos. 1853. Sig. 2-14-5; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 52; Secretario general. Académicos Correspondientes (España y extranjero), siglo XIX. Sig. 1-53-3; Secretario general. Enseñanza. Arquitectura, 1847-1853. Sig. 1-32-15; Secretario general. Enseñanza. Disciplina en los estudios, 1768-1856. Sig. 1-20-2; Secretario general. Enseñanza. Planes de estudios, 1845. 1846-1850. Sig. 1-19-17; Secretario general. Libro de registro de matriculados en la EEA desde el curso 1845-1846 hasta 3l de 1858-1859. Sig. 3-152; Secretario general. Lista de alumnos, 1845. Sig. 5-67-1; Secretario. General. Matrículas, 1848-1859. Sig. 5-80-1; Secretario general. Solicitudes de ingreso en la Escuela Especial de Arquitectura, 1845. Sig. 5-67-3.
Catálogo de La Exposición Nacional de Bellas Artes de 1866. Madrid: Imp. Del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1867
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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