Hijo de Alfonso Martín y Bernardina Díez, nació en Madrid el 8 de junio de 1746, muriendo en esta misma ciudad el 15 de diciembre de 1823. Al ser sobrino de Ventura Rodríguez adoptó el apellido de este, de ahí que sea más conocido como Manuel Martín Rodríguez que como Manuel Martín Díez, su nombre verdadero. Sobre este asunto es interesante recordar la apreciación que hizo Mateo Guill al Ayuntamiento de Madrid el 8 de diciembre de 1785, con motivo de haber sido nombrado Manuel Martín teniente de maestro mayor y Mateo Guill arquitecto en funciones a la muerte de Juan Durán, hasta entonces teniente maestro mayor de la Villa: «[...] la creación que V.S.I. ha tenido a bien hacer según ha llegado a entender por pública voz, y con notable sentimiento otro Teniente Maestro Mayor y para ello nombrado, a Don Manuel Martín Díez, con la equivocación cuidadosa de parte de éste en titularse Rodríguez, y sobrino del referido Don Ventura, a solicitud de éste, con conocida siniestra intención contra la estimación y aumentos del exponente, pues si para ello pretesta que por sus achaques y enfermedades continuadas, necesita persona que le sustituya y cuide en el penoso trabajo de Maestro Mayor, carece de todo fundamento o no tiene presente que para estos casos la justificación de V.S.I se preparó con la habilitación del nombramiento del que expone, y no podrá decir que en la más mínima ocasión ha faltado a los encargos que le han hecho [...]».
Después de estudiar lengua latina, italiana y francesa, como Filosofía, algunos tratados de Matemáticas y Dibujo de figuras bajo la dirección del escultor Felipe de Castro, empezó su estudio en la arquitectura en la escuela de su tío Ventura Rodríguez, a quien ayudó hasta su muerte en 1785, en el diseño y la delineación de las obras que tenía a su cargo.
Se presentó al concurso de Premios Generales en 1772 por la 1ª clase de Arquitectura, convocatoria que también firmaron Juan de Barcenilla, Ignacio Tomás y Antonio López Losada. Al igual que ellos diseñó como prueba de pensado un «Templo grandioso del Honor y la Inmortalidad, de orden corintio, con inscripción proporcionada que advierta, ha de subir á él el Infante, pisando los monstruos de la envidia y la discordia, abriendo nuevos caminos á su Posteridad. Planta, fachada y corte, todo geométrico, en pliegos de papel de Olanda de marca mayor» (del A-4462 al A-4464) y como ejercicio de repente una «Fuente adornada de Arquitectura y Escultura en un Arco de Triunfo, que haga frente á la principal calle de un gran Jardin» (A-3544), programas que habían sido elegidos respectivamente en la Junta General del 15 de diciembre de 1771 y 21 de junio de 1772. En la 1ª clase fueron 9 los vocales hábiles para votar en vista de que Ventura Rodríguez tuvo que retirarse por presentarse su sobrino Manuel Martín Díéz. El resto de los vocales con derecho a voto concedieron el 1º premio a Antonio López Losada y el 2º a Manuel Martín Díez, galardones que fueron distribuidos el 5 de julio de 1772.
Cuatro años más tarde, «M. Martin Rodríguez, antiguo discípulo de la Acad. presenta, puesto en perspectiva, el diseño en cuya virtud obtuvo el premio de la 1ª clase de Arquitectura" solicitando el grado que la Academia considerase oportuno concederle. Dichos planos responden al Templo del Honor y la Inmortalidad (A-4465 y A-4466), ampliación de los presentados al concurso de Premios Generales de 1772 por la 1ª clase de Arquitectura. La Academia vio con mérito el trabajo presentado y le consideró digno de ostentar el grado de académico de mérito, graduación que le fue concedida en la Junta Ordinaria del 7 de julio de 1776, aunque, si por el contrario consultamos el documento Secretaría. Académicos. Arquitectos, 1750-1831, se reseña como fecha de concesión del grado el 4 de agosto de 1776.
Entre 1783 y 1784 viajó por Italia y Francia a expensas de su tío, con quien colaboró a su vuelta en los proyectos que tenía a su cargo. Al año siguiente y por las muchas ocupaciones de Juan de Villanueva le sustituyó en la clase de Geometría por acuerdo de la Junta Ordinaria del 6 de marzo de 1785, mismo año en que fue nombrado teniente de maestro mayor de Madrid, según algunas fuentes más por los méritos de su tío que por los suyos propios.
El 4 de marzo de 1786 solicitó una de las dos plazas de teniente que habían quedado vacantes alegando ser el discípulo más antiguo de la Academia; haberse empleado en obras de magnitud como la de los Reales Hospitales, siendo subalterno de Francisco Sabatini y facultativo de ella; opositor desde hacía 40 años y académico de mérito desde hacía 19 años.
Esta misma plaza fue solicitada por Ignacio Tomás, pretendiente que expuso ser académico de mérito desde 1774, haber aparejado el segundo cuerpo de la fachada de la Iglesia de San Francisco El Grande, la escalera de la casa palacio del duque de Liria, la reedificación y adorno de la iglesia parroquial de la villa de Brea de Tajo, los planos y la construcción hasta el piso alto del palacio del Infante Don Luis en la villa de Arenas (Andalucía) y dirigido la enseñanza de la sala de Geometría durante algunos meses por ausencia de Juan de Villanueva.
El 8 de marzo de 1786 Antonio Ponz escribió al conde de Floridablanca comunicándole que en la Junta celebrada el 5 anterior se había realizado la votación secreta para la plaza vacante de teniente por ascenso de Juan de Villanueva, siendo propuestos para la misma José Moreno, Manuel Martín Rodríguez y Francisco Sánchez. Los vocales habían sido 21, de los cuales 13 lo habían hecho a favor de Moreno y 8 de Rodríguez, de ahí que hubiera salido en primer lugar José Moreno seguido de Rodríguez. Este resultado no tuvo que ser consultado por S.M. como era la costumbre porque José Moreno no pudo servir a la plaza al haber sido nombrado por S.M. vicesecretario de la Comisión de Arquitectura que acababa de establecerse. Este fue el motivo por el que S.M., nombró finalmente para la plaza de teniente a Manuel Martín Rodríguez el 11 de noviembre de 1786, académico que dio las gracias por dicho honor el 5 de enero de 1787.
Una vez consolidada la Comisión de Arquitectura, su primera junta había tenido lugar el 21 de abril de 1786, acudiendo a ella los siguientes directores, tenientes de arquitectura y académicos de mérito: Miguel Fernández, Juan de Villanueva, Pedro Arnal, Manuel Martín Rodríguez, Francisco Sánchez, Manuel Machuca, Alfonso Regalado Rodríguez y José Moreno, este último en calidad de secretario. En esta reunión se estipuló que los expedientes a ella remitidos serían devueltos a cada uno de sus destinatarios después de su censura para darle el curso correspondiente, siendo uno de los primeros el conformado por dos diseños en planta y alzado de un altar para Olite (Navarra), firmados por León Gómez el 30 de noviembre de 1785, los cuales fueron reprobados por su «estropeada Arquitectura». Le siguieron tres dibujos ejecutados por Julián Sánchez, veedor de alarifes de la ciudad de Murcia, remitidos por el contador general de Propios y Arbitrios del Reino para la construcción de una nueva cárcel en Villena (Alicante) cuya fachada principal y lonja ya estaban construidas, los caules corrieron la misma suerte que los anteriores al no caer las puertas y ventanas en medio de los arcos, tener la puerta principal un pilar delante y no tener ventilación la prisión. A continuación, lo fue el relativo a la construcción de un puente anexo al Molino del Picazo (Villanueva de la Jara) y los elaborados por Pedro Escolano para la construcción de la iglesia colegial en la villa de Ribadeo (Galicia), igualmente reprobados por sus proporciones y el mal gusto de sus ornatos.
El 3 de mayo de 1786 la Real Junta de Hospitales instruyó un expediente suscitado por la Comisión de Fiestas de Toros con el arquitecto Juan de Villanueva, acerca de la seguridad de la misma para la concurrencia del público. Parece ser que cuando a Villanueva se le preguntó sobre este asunto no lo había hecho con la claridad suficiente como correspondía a este tipo de obras, ya que no había solicitado el permiso para ejecutar las corridas ni dejaba llevarlas a cabo. «Si se resolviese á lo primero se sugetaria à la Censura de cometer un atentado, mediante los recelos y temores de un Profesor tan sabio y tendría reparo justo el Govierno, para dàr su licencia, à pesàr de que la Plaza se ha mantenido muchos años hace, tan fírme con laos reparos y fortificaciones, que se han hecho, que no se ha movido siquiera una tabla en tantos y tan numerosos concursos, como se han visto en ella y de que el que se está haciendo de toda la Armadura nueva del Tejado, dejandole mas bajo, parece podia contribuir à dàr mayor seguridad al edificio, qe la que tenia los años antecedentes; Y si determinase lo segundo, podría sufrir con sobrada razon, la nota de no haver desempeñado el cargo de mirar, como debe, el Patrimonio de los Pobres, pues abandonaba un producto de seiscientos mil rs liquidos, estando la Hospitalidad con tantos atrasos, y teniendo ademas que sufrir muchos quiebros en los desembolsos echos para Caballeros, Toros, Arrendamientos de Dehesas, y algunos abonos, que forzosamente se han de hacer á varios de los toreros, que se hallan aquí, haviendo sido llamados, sin quedar à cubierto con todas las diligencias, que se puedan practicar en asunto tan interesante [...]». Ante estas circunstancias Manuel de Pineda, en nombre de la Real Junta de Hospitales, solicitó de la corporación el nombramiento de varios profesores que, previo examen y reconocimiento de la obra, diesen su parecer y emitiesen el informe correspondiente. La Academia resolvió el problema rápidamente ya que en la Junta celebrada el 4 de mayo nombró a Miguel Fernández y Manuel Martín Rodríguez para realizar el reconocimiento.
En este mismo año de 1786 Manuel Martín Rodríguez fue propuesto junto con Francisco Sánchez para cubrir la vacante de director de arquitectura por muerte de Miguel Fernández. Los méritos del primero son de sobra conocidos, pero entre los expuestos por Sánchez podemos destacar el haber recibido una de las pensiones acostumbradas en Madrid (ayuda de costa), ser académico de mérito desde 1769 y haber sido nombrado recientemente por S.M. teniente de arquitecto y teniente de su maestro mayor en Madrid.
Realizada la votación secreta Manuel Martín obtuvo 15 votos de los 17 vocales presentes siendo los dos restantes para Sánchez, resultado que le hizo acreedor de la plaza en la Junta Ordinaria del 5 de noviembre. No obstante, otras fuentes documentales dicen que le fue concedido el cargo el 22 de marzo de 1786 y la plaza de director el 11 de noviembre del mismo año, mientras que si por el contrario consultamos la Distribución de los Premios Generales de 1808-1832 se reseña que fue nombrado teniente director el 2 de marzo de 1786 y director el mismo 11 de noviembre, destinos que «[…] desempeñó con zelo y continua asistencia en la Academia, y aun en su casa particular, enseñando á varios jóvenes estudiosos y aplicados». Pero independientemente de una u otra fecha, lo cierto es que la concesión del nombramiento por S.M. fue comunicada a la Academia en la Junta Ordinaria del 3 de diciembre, por lo que el interesado dio las gracias en la Junta Ordinaria del 7 de enero de 1787.
A mediados de 1787 se reprobó a Felipe Motilla, director de las obras del obispado de Cartagena, dos dibujos y las condiciones facultativas para construir una capilla de comunión en la parroquial de Santiago en la ciudad de Villena (Valencia). Presentados por Ángel de Sota y Zubiría en nombre del mayordomo de la fábrica de aquella iglesia, habían sido calificados de desarreglados y faltos de proporción, de ahí que Manuel Martín Rodríguez fuese propuesto para llevar a cabo el nuevo pensamiento de la obra en la Junta de la Comisión celebrada el 28 de junio de 1787. Dos años más tarde elaboró los planos del templo el académico de mérito José Toraya, encargándose de la dirección práctica de la obra Lorenzo Alonso, también académico de mérito, pero residente en Murcia.
Las obras transcurrieron a lo largo de cinco o seis años al término de los cuales quedó paralizada otros diez por falta de caudales, habiéndose concluido la construcción de las obras de cantería en el interior y exterior de la capilla hasta dejar cerradas las cuatro bóvedas y la altura del arquitrabe interior. Cuando se intentó reanudar la obra se pretendió otorgar la dirección a Bernardino Ripa que no estaba aprobado por ninguna de las academias oficiales, lo que movió a Lorenzo Alonso a recurrir a la Academia después de haber hecho el recurso correspondiente al gobernador del obispado, culpando del hecho al gobernador de la Mitra de Cartagena, al fabriquero de Villena y al cura asociado del fabriquero por incumplimiento de los acuerdos de la Academia relativas a que no fuesen dirigidas las obras por sujetos no aprobados. Ante tales noticias la corporación académica se puso en contacto con todos estos sujetos, de los cuales tan sólo contestaron el gobernador y el cabildo. El primero indicó que efectivamente José Toraya había elaborado los diseños, pero que Lorenzo Alonso no sólo se había apartado de los límites y reglas que prescribía el diseño en lo principal, sino que había cometido otra serie de defectos que hacían imposible continuar la obra bajo los planes de Toraya. Esto, unido a que la obra había estado paralizada durante tantos años, llevó a contactar con el director de la diócesis de Orihuela Bernardino Ripa, sujeto de gusto y destreza al que le fue confiada la obra con la aprobación del obispo. Su buena dirección junto con el estímulo de los trabajadores y vecinos contribuyentes resultó un gran acierto, sobre todo teniendo en cuenta que para todos Lorenzo Alonso estaba mal considerado al haber errado «en tales terminos las dimensiones y demas reglas de los Planos, que seguramte se hubiera perdido hasta los empleados en los cimientos si la casualidad no hubiera proporcionado un excelente aparejador que en mucha parte remedio los errores de Alonso; Y por ultimo, que ha tenido por conveniente hacer novedad por que exasperados los animos de los contribuyentes se retraerian de hacerlo y se perderia todo.” Por otro lado, el cabildo afirmó todo lo dicho anteriormente y añadió que “aunque los planos de Toraya aprobados por la Acadª estan conformes con las mejores reglas del Arte, sin embargo el director Alonso érró la execucion en su principio, especialmte en el cuerpo o ambito de la Capilla tan estrecho qe si colocadas las ocho colunas del plano inutilizan enteramte dha Capilla, sirviendo entondes, no para Capilla de Comunion, y si para escondite ó juguete de muchachos, pues no cabrian en ella veinte personas [...]».
También se solicitó en estos momentos la información relativa al arquitecto Antonio de Abajo que se encontraba en Villena comisionado por el Real Desagüe de la Laguna. Estas razones hicieron que Lorenzo Alonso se dirigirse a la Academia en 1806 a fin de solicitar de la corporación el nombramiento de un profesor que pasase a Villena para reconocer las obras con los planos de Toraya, para que en caso de que fuesen ciertas las variaciones o alteraciones que se le imputaban pagaría las dietas al profesor que fuese comisionado y admitiría el castigo que le fuera impuesto por ello. Lorenzo Alonso debió tener razón por cuanto que el 18 de abril de 1806 Isidro Bosarte comunicó al interesado en nombre de la Academia que se le encargaba de nuevo la dirección de las obras con el fin de dar a la capilla mayor la comodidad y el desahogo que necesitaba, hecho por el remitió un diseño con ciertas modificaciones respecto a los planos de Toraya que sería aprobado por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 17 de julio de 1806.
Volviendo a retomar la actividad profesional de Martín Rodríguez, en junio de 1788 pasaron a censura de la Comisión de Arquitectura los diseños que había realizado de un tabernáculo en la capilla mayor y los altares para la catedral de Murcia y el 23 de julio de 1790 remitió el plan para la nueva iglesia de Arenas del Rey (Granada) que sería aprobado y vuelto a censurar durante 1791 y 1792. Asimismo, otros tantos fueron despachados en la Junta del 18 de noviembre de 1790, como el oficio de la Cámara de Castilla sobre el nombramiento de un arquitecto que reconociese las obras del acueducto de Pamplona, cuya proposición se hizo a favor de su persona. Lo mismo ocurriría en la Junta de la Comisión del 11 de febrero de 1791, cuando fueron aprobados otros dos proyectos suyos: los diseños para un gran tabernáculo de mármoles hecho para la iglesia catedral de Salamanca y el «[…] proyecto de conduccion de aguas potables á la Ciudad de Vera. Esta obra aprobó con algnas enmiendas; y siendo de mala forma el diseño de las fuentes, el menciondo Diror Mrn Rodrz ha dado graciosamte otro muy bueno».
Por la larga enfermedad de su tío y como consecuencia de sus ausencias en las obras, dirigió las obras públicas que como arquitecto mayor tenía a su cargo dentro y fuera de Madrid, continuándolas después de su fallecimiento en virtud de la Real Orden del 4 de septiembre de 1785. S.M. le aprobó los planos para el catafalco en las honras de Carlos III y por Real Orden del 27 de febrero de 1789 la transformación de la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación (Madrid) para su celebración.
A propuesta de un oficio del protector pidiendo a requerimiento del teniente corregidor general de Madrid, Jacinto Virto, dos arquitectos que reconociesen el granero sobre los baños de «Berete», fueron nombrados para este fin Martín Rodríguez y el académico Ramón Alonso en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 8 de abril de 1791. Dos meses más tarde sería aprobado en todas sus partes el cuaderno con los siete dibujos que había realizado en plantas y alzados para el aumento de la obra que era necesaria en la nueva Audiencia de Cáceres, para cuyo fin se había trasladado a esta ciudad por orden del Consejo en julio de 1790.
Por varias órdenes reales expedidas por la Secretaría de Hacienda, midió tasó y levantó los planos del terreno situado en el barrio de Leganitos para el convento de San Pedro Alcántara (Madrid), cuya obra continuó para Cuartel de Caballería. Del mismo modo, inspeccionó en Guadalajara y Brihuega las obras de sus fábricas; formó planos y condiciones para la nueva aduana de Málaga y varios proyectos para la Real Fábrica de Almacenes Reales de Cristales, prefiriendo el ministro de Hacienda el sitio que por entonces (1792) ocupaban en la calle del Turco (Madrid), donde finalmente se ubicarían. Son también obras suyas fuera de la corte el tabernáculo de la catedral de Salamanca (1790) y el retablo mayor de mármoles de la catedral de Lérida, obra que le fue encargada en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 17 de marzo de 1791.
Dada a su importancia es imprescindible mencionar los trabajos que llevó a cabo para la nueva catedral de Santiago de Cuba. La Junta del 22 de septiembre de 1790 había visto el oficio remitido por el gobernador del Consejo de Indias con fecha de 30 de agosto, al que se adjuntaba los diseños originales del ingeniero Ventura Buceta y los encomendados al ingeniero Miguel de Hermosilla para la construcción de una nueva catedral. Para la Academia, los diseños de Buceta eran inservibles por defectos esenciales en su disposición y formas, y en cuanto a los dibujos de Hermosilla no los hallaba tan desarreglados, aunque tampoco con la corrección e inteligencia que debía tener una obra de esta clase.
El 15 de julio de 1791 Francisco Moñiz comunicó a la corporación académica que el 10 de ese mes había recibido un oficio del marqués de Bajamar notificándole que había dirigido al gobernador y reverendo obispo de Cuba de orden del Rey la copia de los planes del ingeniero Buzeta, los reparos de Miguel de Hermosilla y las adiciones que la Academia de San Fernando había elaborado por si no había comenzado la fábrica de la Santa Iglesia, incluso que en caso de que así fuera se informase sobre dichos reparos y adiciones para que fueran devueltos los planes referidos con otro del terreno donde existía la catedral antigua y el lugar donde debía situarse la nueva.
A fin de evitar dilaciones, la Junta Particular celebrada el 9 de agosto de 1791 acordó encargar la obra al director de arquitectura Manuel Martín Rodríguez, a quien se le remitieron el 8 de agosto todos los antecedentes sobre el asunto para que pudiera ejecutar los nuevos planos. El arquitecto aceptó el encargo el 10 de agosto de ese año, pero debido a sus muchas y urgentes ocupaciones se le preguntó a principios de 1797 acerca de si había elaborado los planos de la catedral a lo que contestó que no, pero que procuraría evacuarlos a la mayor brevedad posible. Al año siguiente remitió a informe de la Academia 6 planos de la iglesia que fueron aprobados en su totalidad por la Comisión de Arquitectura el 31 de agosto de 1798, los cuales fueron remitidos a su vez al Supremo Consejo de las Indias de mano de Francisco Cerdá, su secretario.
Aprobados los planos de Manuel Martín Rodríguez por el Consejo de S.M. el 8 de junio de 1800, Antonio Porcel solicitó de la Academia el 6 de junio que algunos arquitectos y discípulos hábiles pasasen a la Isla con la intenció de construir la nueva catedral, por cuyos trabajos podría la corporación recompensarles con el premio que ella creyese oportuno. Aprovechó la ocasión para consultar si era posible suprimir la media naranja que figuraba en los planos o reducir su elevación y coste por las circunstancias locales y los terremotos tan comunes en la Isla. Estas preguntas fueron contestadas por el propio Martín Rodríguez el 11 de junio de 1800 con las siguientes palabras: «Que la obra de que se trata és de las de primer orden en su clase, y por consiguiente, una de aquellas que no obstante lo grandioso y sencillo de su forma ofrece muchas dificultades al tiempo de la construccion, que no pueden evitarse por mas detallados que esten los diseños; ni aun quando estos fuesen acompañados con modelo de competente tamaño; que seria lo mejor, y aun preciso, como se practica hacer en obras de consideracion; por ser este uno de los puntos mas esenciales para el acierto; asi que, no debe fiarse la execucion de esta obra à ningun discipulo de la Academia, por habil y honrado que sea; pues no hará poco en desempeñar este encargo un Maestro [...]. En este supuesto propuse para ello a instancia de Julian Ruiz de Riajar, Apoderado del Ultmo Obispo de aquella ciudad al Arquitecto Academico de Merito de la Real de Sn Fernando Dn Pascual de Rezusta, sugeto de acreditada habilidad y conducta, en quien concurren todos los conocimientos y qualidades que se requieren para el desempeño de la obra: Este remitio al Iltmo obispo y cabildo de la ciudad de Cuba, por mano de su Apoderado, las condiciones vajo las quales se obligaba á pasar á aquella ciudad, cuya contestacion ignoro: Como quiera inculcaré que la obra no puede fiarse su execucion á quealquier Profesor; si no que el que se encargue de ella há de ser Arquitecto aprobado, de sobresaliente merito y de acreditada habilidad y conducta [...]. Y en quanto á suprimir la media naranja que se figura en los diseños, ó reducirla á menos elevacin y coste, entiendo no admite reforma alguna; pues consistiendo la hermosura de qualquier edificio en la relativa proporcion y analogia de sus partes al todo; habiendo seguido y estudiado en esta idea un precepto del arte tan recomendado de todos los Autores seria deformarla, la mas minima alteracion que en ella se hiciese; sin que pueda servir de motivo ni obligar a ello las circunstancias locales; pues siendo el Arquitecto que se encargue de la direccion de esta obra de las qualidades que quedan arriva dichas, sabrá mui bien salvar estos inconvenientes, y precaver los riesgos á que pudiera estar expuesta por los terremotos; tanto en esta parte de la media naranja, como en las demas bovedas, aplicando para ello cinchos, y tirantes de ferro en los parages competentes, que concatenen, abracen, y sugeten unas y otras; ademas del estudio que és necesario proceda para los cortes de las piedras à fin de que sus travazones vayan según arte. Y por que este punto és el mas esencial para la firmeza y economia de la obra és indispensable vaya de aquí un aparejador habil é inteligente en la montea nombrado por el Arquitecto, y a su satisfaccion, como los demas operarios desde el primero hasta el ultimo peon, como responsable que debe constituirse de ella».
En cuanto al arquitecto que debía pasar a la Isla para llevar a cabo las obras, sabemos a través de Antonio Poncel que el 23 de junio de 1800 Pascual de Rezusta estaba preparado para viajar y realizar la comisión de dirigir la construcción, aunque aún no se le había comunicado la asignación que iba a percibir por ello y las demás condiciones bajo las cuales debía ejecutar los trabajos.
En 1792 la Comisión de Arquitectura continuó despachando diversos expedientes de Martín Rodríguez para su censura: el 24 de febrero de 1792 «dos diseños del Diror de Arqª Dn Manl Mrn Rodrz pª un altar mayor en la Yglª Catedral de Lerida, qe igualmte fueron aprobados»; el 27 de marzo «Quatro diseños del Sor Dn Manl Mrn Rodrz para Escuela en la Vª de Comillas. Fueron aprobados en todas sus partes» y el 27 de junio el dibujo para la construcción de la nueva iglesia parroquial de Arenas del Rey (Granada), cuyos trabajos quedaron regulados en 40 doblones en octubre de este mismo año.
Pero a principios de 1793 lo fueron otros tantos: en enero el relativo a las «Yglesias de Benavente y Vilanova de Segriá, nombrándose a Martín Rodríguez como arquitecto para que forme los planos de dicho templo»; en marzo trece diseños para la catedral de Jaén que fueron aprobados en su totalidad y en mayo «tres diseños en un quaderno pª construcción del Convento de Religiosas de Sancti Spiritus de la orden de Santiago en la Ciudad de Salamca ejecutados pr el Sor Diror Dn Manl Mrn Rodrz. Se aprobaron en todas sus ptes.». Respecto a este último proyecto, el arquitecto tuvo que reconocer y medir el suelo que ocupaba el convento, los patios, los corrales, la huerta y demás pertenencias a fin de exponer con claridad si dichos patios tenían la igualdad y capacidad necesarias para que en ellos se pudiera plantear el edificio de un nuevo convento sin las incomodidades e imperfecciones que eran notadas en el antiguo, pero aprovechando la iglesia existente.
Además de ostentar el cargo de director de Arquitectura Martín Rodríguez fue nombrado en 1793 arquitecto de S.M., recibiendo al año siguiente los honores de Comisario de Guerra. Pero antes de acabar el año se ocupó en el retablo de la iglesia parroquial de San Juan Bautista en la villa de Palma, arzobispado de Sevilla, cuyos planos fueron aprobados en la Junta Extraordinaria del 4 de diciembre de 1793.
Al año siguiente, la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 16 de julio de 1794 le propuso para llevar a cabo la formación de los nuevos planos de la catedral de Popayán (Colombia) en el antiguo Reino de Perú, porque habían sido reprobados los planos, perfiles y tasaciones ejecutados por el maestro de Milicias Antonio García y en 1777 el vecindario ya se elevaba a 7.465 almas.
Durante mucho tiempo el nombre de Martín Rodríguez dejó de reseñarse en las juntas académicas, pues en 1803 aún no había entregado los planos por el que había sido comisionado, se desconocía su paradero al encontrarse ausente de la corte y cuándo iba a retornar a la ciudad. Por entonces, se remitieron a censura dos nuevos dibujos de Antonio García para la construcción de la catedral de Popayán y se solicitó que en caso de que fuesen reprobados se nombrase a otro arquitecto en sustitución de Manuel Martín Rodríguez. La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 3 de marzo de 1803 reprobó los planos de García por su deformidad y mal gusto, y acordó preguntar a Martín Rodríguez en que estado tenía la formación de los planos que desde 1794 se le habían pedido.
La contestación del arquitecto no se hizo esperar pues el 2 de abril de 1803 respondió desde Zaragoza con las siguientes palabras: «no habiendoseme hecho recuerdo alguno desde que se me pasó el expediente en todo el tiempo que permaneci en esta Corte, no di principio á la formacion de los nuevos planos, y tambien por haber estado legitimamente ocupado en varias comisiones, algunas de ellas del Rl Servicio; y despues que partí de esa han seguido en aumento mis ocupaciones: por esto y mas que todo por hallarse mi salud bien quebrantada, no me és posible en el dia desempeñar la formacion de los referidos planos como quisiera para corresponder en lo posible á la confianza que merecí me dispensase ese Rl Cuerpo lo que se servira U.S. hacer presente».
Ante la imposibilidad de poder realizar su cometido remitió en abril de 1803 los planos reprobados de la catedral a su apoderado Fermín Alcayde que habitaba en el cuarto principal de la calle Leganitos, nº 13 (Madrid) a fin de que los llevase a la Academia, pero la corporación acordó designar en mayo de ese mismo año en sustitución de Martín Rodríguez al teniente director de arquitectura Juan Antonio Cuervo para llevar a cabo la formación de los deseados diseños.
Tras pasar un año sin saber nada de Cuervo, el 20 de octubre de 1804 se solicitó del arquitecto la mayor brevedad sobre el asunto y la remisión de los planos para cumplir con lo mandado por S.M. Finalmente, los planos en borrador serían censurados y aprobados por la Academia el 28 de febrero de 1805 y los diseños en limpio el 30 de marzo de ese mismo año.
Mientras tanto, Martín Rodríguez estuvo trabajando en el proyecto de un convento para la Isla de Tenerife (Canarias), aprobado por la Comisión de Arquitectura el 11 de mayo de 1796, como en los planos para el altar mayor y altares de la iglesia de Nuestro Padre San Juan de Dios (Madrid) que lo serían en junio de ese mismo año.
Antes de acabar la década de los noventa se le encargó el proyecto de nueva planta para la catedral de Santiago en la Isla de Cuba, cuyos seis planos serían aprobados por la Junta de la Comisión el 31 de agosto de 1798 y definitivamente por la Academia en la Junta Ordinaria del 2 de septiembre. El encargo venía del acuerdo tomado por la corporación en su Junta Particular celebrada el 7 de agosto de 1791, momento en el que fue elegido para llevar a cabo la obra. A este objeto ejecutó varios diseños: 1º) La portada y la planta de la iglesia con sus oficinas en el piso bajo y su correspondiente explicación. 2º) La fachada principal. 3º) El corte por la línea AB de la planta que manifestaba la latitud de la iglesia, el altar mayor y el coro. 4º) El costado exterior por el lado de la epístola. 5º) El corte anterior, pero suprimiendo la cúpula y algunos adornos, así como un corte por la línea CD de la planta con la latitud de la nave principal de la iglesia y sus capillas mirando hacia la entrada. 6º) Una copia exacta del plan general del terreno remitido por el gobernador, en el que figuraba con aguada rosada el espacio y sitio que debía ocupar el templo y las nuevas oficinas.
Para la ejecución del edificio procuró sujetarse al informe del gobernador teniendo presente el decoro que este tipo de edificios requerían, haciendo uso para su construcción de vigas llamadas horcones, barrotes de hierro por almas en las columnas y atirantado los arquitrabes como las bóvedas con este mismo material en vista de ser un país propenso a los terremotos.
Por la Real Orden del Ministerio de Gracia y Justicia del 1 de junio de 1798 se le encargó la formación de los planos de la catedral, palacio episcopal y seminario conciliar para Cuenca (Ecuador) perteneciente al antiguo Reino del Perú, a cuyo objeto se le entregaron las noticias referentes a la capacidad, dimensiones y distribución de las expresadas obras. Pero como en diciembre de 1805 el arquitecto aún no había evacuado los trabajos, se solicitó a la Academia que encargase a Martín Rodríguez la ejecución de los planos o en su defecto nombrase a otro académico para que los llevase a cabo en vista de la urgencia del caso.
Sabemos que el arquitecto contestó a la Academia el 14 de diciembre de 1805 haciéndola partícipe de que dada la precipitación con que había tenido que ir a Zaragoza al ser nombrado por S.M. director de las obras del Canal Imperial y Real de Tauste, no había podido arreglar los papeles que tenía sobre este asunto y menos formar la lista o el inventario para su entrega al apoderado que había dejado encargado de sus asuntos. Esto, unido a la muerte de su apoderado, la enfermedad del segundo, la obligación de haber tenido que nombrar a un tercero junto con la perdida de varios libros y papeles en los que posiblemente estuvieran los datos que se le pedían, habían hecho imposible el poder remitir lo que se le había encomendado.
Ante esta situación, el 14 de enero de 1806 se le pidió de nuevo la devolución de los datos que se le habían entregados a través del Ministerio de Gracia y Justicia de Indias en 1798 cuando se le había encargado la ejecución de los diseños y cuya comisión no había podido evacuar hasta ahora. Contestó que los papeles se encontraban en Madrid y bastante desarreglados por lo que mandó a su apoderado ordenarlos y remitirlos a la mayor brevedad. La Academia acordó que una vez remitidos los papeles nombraría a un arquitecto de su confianza para ejecutar los nuevos planos.
El apoderado no pudo encontrarlos, de ahí que en marzo de 1806 la Academia preguntase al Ministerio si poseía algún duplicado de los mismos y que en caso afirmativo se los remitiese para poder efectuar los nuevos diseños. Finalmente, el director de Arquitectura Antonio Aguado sería nombrado el 2 de abril de 1806 para ejecutar los trabajos necesarios para la construcción de los tres edificios, a cuyo fin elaboró los planos en borrador que serían aprobados por la Comisión de Arquitectura el 3 de julio de ese mismo año. El 4 de noviembre envió el proyecto en limpio por duplicado formado de 9 diseños en planta baja, principal, fachada principal, fachada de la espalda, costado, corte por largo, corte por ancho y dos perfiles en grande con la descripción, la explicación y el calculo del presupuesto de las obras que serían aprobados en su totalidad por la Comisión de Arquitectura el 5 del mismo mes. El 13 de junio de 1807 el propio Antonio Aguado solicitó de la Academia que diese las órdenes oportunas para que fuese verificado el pago de sus honorarios, ya que el arquitecto comisionado por dicha catedral se había desentendido del asunto por no tener en su poder la orden competente para concederle dicho abono.
Martín Rodríguez compatibilizó las obras señadas junto con otras y la asistencia continuada a los estudios de la Academia como a las clases de arquitectura que tenía en su casa donde impartía los estudios a varios jóvenes discípulos de la corporación. Fue nombrado Comisario de la Inspección General de Correos, Caminos y Canales del Reino en la carretera que conducía desde Madrid a Cádiz, la que se dirigía desde Sevilla a Badajoz y la que arrancaba desde esa ciudad y se dirigía a Ayamonte. A las obras mencionadas cabría añadir las que el 12 de septiembre de 1801 reseñaba en un escrito remitido desde Zaragoza: por un lado, la rehabilitación de la casa que por entonces era ocupada por la Real Academia Española consistente en la transformación de un edificio irregular y ruidoso en otro cómodo, firme y regular, con una decoración que permitiesen los fondos de la misma. Por otro, la ejecución y dirección por encargo del general de la orden de San Juan de Dios, de la decoración de mármoles y otros adornos de la iglesia del mismo santo, vulgarmente llamada de San Antón Martín. También las de la Real Fábrica de Salitres en Zaragoza que se estaban planificando en la ciudad y por último la ejecución de los planos para la habitación y reparos del palacio arzobispal de Zaragoza con objeto de alojar a SS.MM.
Por sus trabajos en Aragón, la Real Sociedad Aragonesa tuvo a bien admitirle como socio de mérito literario en 1801. Por entonces percibía un sueldo de 24 reales de vellón por ser comisario de la Inspección, así como de otros 1.100 por la tesorería del Ejército y ser arquitecto de la Regalía de Casa de Aposento. «La antigua Salduba admiró su mérito, la Celtiberia entera celebró sus talentos, y la real Sociedad Economica de los Amigos del Pais de Aragón le admitió en su centro y le nombró su académico de mérito literario».
El 13 de febrero de 1802 fue comisionado por la Dirección General de Correos para mejorar el camino que iba desde Zaragoza a Barcelona porque SS.MM. y la real comitiva debían pasar por él ese año. Las mejoras fueron verificadas en menos de cuatro meses a pesar de las malas condiciones en las que se encontraba el camino. No obstante, en octubre de ese mismo año sería comisionado por la misma entidad para reconocer el camino que iba desde Teruel a Valencia y el 14 de junio de 1815, una vez pasada la ocupación francesa llevaría a cabo la reparación del trozo de aquel que partía desde Madrid a Badajoz, a la Carolina y Albacete.
En vista de que la Academia no aprobó el 10 de octubre de 1804 el plano y el pliego de condiciones formados por el arquitecto Manuel Álvarez para la reedificación de un puente de madera situado en la ribera de Azaba, inmediato al lugar de Ituero (Salamanca), se le encargaría la realización de los nuevos planos para su construcción y el coste que tendría la obra aprovechando las maderas del puente antiguo que fuesen útiles y vendiendo las inútiles. El nuevo proyecto sería remitido a la Academia y aprobado en todas sus partes por la Comisión de Arquitectura el 12 de julio de 1805.
Volvemos a tener noticias suyas el 1 de noviembre de 1810, cuando al cumplirse el trienio del director general Alfonso Bergaz, no pudo ser reemplazado por la inactividad de la Academia durante la dominación francesa. Como Bergaz era escultor y el nuevo trienio tenía que ser ocupado por la Arquitectura con arreglo a lo prevenido en los artículos 29 y 31 de los Estatutos, la Junta Particular del 15 de julio de 1814 propuso a la junta general aquellos arquitectos que tenían el requisito de directores, siendo los únicos que lo cumplían Manuel Martín Rodríguez y Antonio Aguado. En la Junta General del 17 de julio de 1814 se propuso en primer lugar a Aguado por 25 votos y en un segundo a Rodríguez por 20. El 7 de agosto el duque de San Carlos remitió a la Academia un oficio donde el Rey quedaba conforme con esta propuesta en atención a los méritos de Aguado, resolución que fue vista en la Junta Ordinaria del 21 del mismo. El arquitecto dio las gracias por dicho nombramiento el 26, siendo comunicado a la corporación en la Junta Ordinaria del 4 de septiembre.
En el transcurso de estos años, habían sido propuestos a S.M. en la Junta Ordinaria del 29 de diciembre de 1811 Antonio Cuervo y Silvestre Pérez para ocupar las plazas vacantes de directores de arquitectura por ausencia de sus titulares Antonio Aguado y Manuel Martín Rodríguez, este último ausente por la real orden desde 1801, primero en Zaragoza y más tarde en Lérida. A su vez, a la hora de ocupar las plazas de tenientes de arquitectura vacantes por los anteriores se presentaron Julián de Barcenilla, Francisco Sánchez, Alfonso Rodríguez y Agustín de Larra, siendo seleccionados los dos primeros. Finalmente, en la Junta Ordinaria del 5 de febrero de 1812 se dieron a conocer los nombramientos aprobados por el Rey y que posteriormente serían anulados en la Junta Ordinaria del 7 de noviembre de este mismo año: Juan Antonio Cuervo como director de arquitectura en sustitución de Manuel Martín Rodríguez y Silvestre Pérez en sustitución de Antonio Aguado; como tenientes de arquitectura Julián Barcenilla en sustitución de Cuervo y Agustín de Larramendi en sustitución de Silvestre Pérez.
El 25 de septiembre de 1815 fue nombrado Comisario Ordenador Honorario de los Reales Ejércitos, cuyo título le sería expedido el 1 de febrero de 1816. Por estas fechas la Dirección le dispensó de hacer viajes debido a su edad y quebrantada salud, ocupándole en Madrid en los asuntos facultativos de esa Dirección. Asimismo, fue uno de los cuatro comisionados facultativos que por orden del Gobierno del 14 de junio de 1820 extendieron la famosa memoria fechada el 30 de septiembre sobre el estado en que se encontraban las obras públicas de caminos y canales de la nación, el modo de continuarlas y llevar a cabo el sistema más conveniente en las comunicaciones interiores por tierra y agua.
Las obras que este arquitecto mayor de la villa realizó en la corte aparecen recogidas en un documento con las siguientes palabras: «el prolongado edificio en la calle del Turco, construido pa ser almacen de cristales, destinado ahora en conservatorio de artes, y depósito de máquinas; la casa de la Rl Academia española en la calle de Valverde; el qe construyó de planta pa ser convento de Sn Gil en la inmediata plaza al puente de Leganitos, y sirve al presente de cuartel de Caballeria; la fábrica de platería llamada de Martinez, cerca del paseo del Prado; y la casa qe es Rl depósito hidrográfico en la calle de Alcalá, distinguiéndose en todas estas obras la buena distribución y comodidad de sus respectivas piezas, las líneas y sencillo aspecto, conforme a las reglas de la Corte». Pero además de ellas debemos añadir el diseño y la dirección de las cuatro fuentes del Prado ubicadas enfrente de la plazuela del Botánico, como la fuente de la Alcachofa situada hacia la puerta y camino de Atocha; la audiencia de Cáceres, la aduana de Málaga, otras realizaciones en Jaén, etc.
A través de su testamentario Juan Martínez Merino fue comunicada su muerte, acaecida el 15 de diciembre de 1823 a las 11,30 de la noche, en la Junta Ordinaria del miércoles 31 de diciembre. El propio Martínez Merino aprovechó la ocasión para remitir 50 ejemplares de esquelas de convite para el funeral a fin de ser distribuirlas entre los individuos del cuerpo, funeral que tuvo lugar en Madrid el 21 de diciembre de 1823 en la iglesia parroquial de Santa María.
No obstante, su nombre apareció reseñado en un documento firmado por José Manuel de Arnedo, fechado en Madrid el 21 de octubre de 1827, en el que constaba la donación que había hecho a la Academia una vez muerto de unos planos de su tío Ventura Rodríguez, momento en que se mencionó el importe que habían tenido los cristales y la construcción de los marcos para los mismos.
Arquitectura. Catedrales, 1766-1862. Sig. 2-32-5; Arquitectura. Colegiatas y Basílicas, 1778-1857. Sig. 2-32-4; Arquitectura. Conventos, 1778-1816. Sig. 2-32-1; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1790-1801. Sig. 2-33-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1758-1798. Sig. 1-28-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1779-1859. Sig. 2-29-6; Comisión de Arquitectura. Informes, 1788-1797. Sig. 1-28-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1798-1804. Sig. 1-28-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1805. Sig. 1-29-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1807. Sig. 1-29-4; Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las nobles artes, hecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta Pública de 5 de Julio de 1772. Madrid: por D. Joachín Ibarra, 1772; Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las tres nobles artes hecha por la Real Academia de San Fernando en la junta pública de 24 de setiembre de 1808. Madrid: Ibarra Impresor, 1832; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1776-1785. Sig. 3-84; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1786-1794. Sig. 3-85; Libro de actas de la Comisión de Arquitectura, 1786-1805. Sig. 3-139; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1742-1789. Sig. 1-43-1; Secretario general. Solicitudes de nombramiento de profesores para reconocimiento de obras de arquitectura, pintura, escultura y grabado, 1758-1846. Sig. 2-23-6;
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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