Regalado Rodríguez Torres, AlfonsoTembleque (Toledo), ca. 1742 - ?, 1800


Hijo de Antonio Regalado Rodríguez y Ana Torres, nació en Tembleque (Toledo) hacia 1742 y murió antes de octubre de 1800. Se trasladó a Madrid para cursar la carrera de arquitectura en la Academia de San Fernando, centro en el que se matriculó en febrero de 1760, a los 19 años de edad. En este mismo año optó al concurso de Premios Generales por la 3ª clase de Arquitectura, convocatoria a la que también se presentaron Joaquín Pérez, Tomás Estefano de Larrea y Francisco Solinís. Al igual que ellos, Regalado Rodríguez tuvo que elaborar como prueba de pensado «En medio pliego de papel de Holanda de marca imperial [...] el plan y elevación general de la fachada del Colegio Imperial. En papel separado las partes menores diseñadas en grande, todo geométrico, y todas las medidas se han de señalar con números» (A-554 y A-555), y como ejercicio de repente «Sobre una linea de 31. pies [...] el orden Dórico sin pedestal, poniendo sus proporciones por números» (A-553), programas que habían sido elegidos respectivamente el 27 de enero y 12 de agosto de 1760. En esta convocatoria actuaron como vocales los académicos de honor José de Hermosilla, Francisco Sabatini, Corrado Giaquinto (a su vez director general), Diego de Villanueva (director), Jaime Marquet (director honorario), José Castañeda (teniente director) y el académico de mérito Miguel Fernández. Los examinadores concedieron el 1º premio de 3ª clase a Alfonso Rodríguez y el 2º a Joaquín Pérez. En la Junta General del 19 de agosto de 1760 se decidió que la distribución de los premios fuese celebrada el jueves 28, día de San Agustín, por primera vez en la Casa de la Panadería, entonces sede de la Academia.

Atendiendo a este galardón, el haber construido y delineado una capilla en la villa de Tembleque (Toledo), así como trabajado en otras obras y como aparejador en el Real Sitio de Boadilla y el Real Palacio del Infante Don Luis bajo la dirección de Ventura Rodríguez, solicitó asunto para recibirse en la clase de maestro de obras en la Junta Ordinaria del 6 de abril de 1766, tocándole en suerte desarrollar «Una casa de un grande». En la Junta Ordinaria del 20 de julio de este mismo año elaboró el ejercicio de repente junto con Cayetano Álvarez, realizando para dicho fin el diseño de «Una capilla circular», sin embargo, ninguno de los dos pudo conseguir la aprobación deseada.

El 9 de enero de 1768 mandó un memorial solicitando de nuevo ser examinado por la misma clase, a fin de poder construir o dirigir cualquier obra de arquitectura dentro y fuera de la corte. Su solicitud fue vista en la Junta Ordinaria del 31 del mismo, momento en el que le dieron como asunto de pensado el «plan, fachada y corte de una parroquia» y tres meses más tarde «Una escalera de caracol» como ejercicio de repente. Pero volvería a ser reprobado en la Junta Ordinaria del 10 de abril, aconsejándole que volviera a examinarse más adelante por no haber contestado satisfactoriamente a las preguntas que los profesores le habían formulado.

Siguiendo el dictamen de la corporación académica realizó al año siguiente los diseños de un templo, que serían censurados en la Junta Ordinaria del 7 de mayo de 1769. Con ellos intentó demostrar sus adelantamientos en la arquitectura a la vez que solicitar asunto para ser examinado nuevamente. Por entonces, Ventura Rodríguez emitió un informe el 15 de julio de este año a favor del interesado, certificando que se encontraba con los suficientes conocimientos en la teoría y práctica de la profesión para obtener la aprobación solicitada del Consejo.

Años más tarde, le veremos pidiendo su admisión a los ejercicios para el grado de académico de mérito en atención a su aplicación en los estudios, haber continuado estudiando y haber sido aprobado. En la Junta Ordinaria del 1 de mayo de 1785 le tocó en suerte como prueba demostrativa «Un templo Dórico con nave alrededor» (A-4600 y A-4601 y A-4689). Se le halló hábil e instruido tanto por la inteligencia del dibujo como por las respuestas que había dado, siendo aprobado en la Junta Ordinaria del 5 de junio de 1785.

El 4 de julio de ese mismo año fue comisionado por la Academia para llevar a cabo el reconocimiento, los planos y la práctica de otras diligencias para hacer la reparación del puente de Órbigo (León). Las reparaciones venían de antaño, concretamente desde septiembre de 1777 cuando la villa había hecho presente al Consejo de Castilla la necesidad de reparar el puente grande, así como otros dos mas pequeños sobre las mismas aguas, cuya tasación había sido calculada por el maestro Bernardo Miguélez en 92.012 reales. El Consejo dio potestad al intendente de León para que nombrase a un arquitecto que llevase a cabo los planes y formase las condiciones junto con las tasaciones correspondientes, siendo nombrado para esta comisión Diego Martínez. El maestro reguló la obra del puente grande en 147.413 reales mientras que la reparación de los dos pontoncillos en 16.976 reales.

El 8 de marzo de 1780, el Consejo dio orden al intendente para que pasase el expediente a Marcos Vierna, quien los reconoció el 11 del mismo mes. Añadió en él solamente algunas explicaciones referentes a los zampeados y propuso al Consejo a los maestros Francisco Pérez del Hoyo y su hijo Ángel, del obispado de Santander, para que ejecutasen la obra. El 29 de octubre de 1783 se procedió a su subasta y remate, haciéndose el remate a favor de Ángel del Hoyo al ser el único que había concurrido, sin embargo, a fin de proceder con acierto, el Consejo mandó remitir el expediente a la Academia el 28 de mayo de 1785 para su definitiva resolución. El 7 de mayo de 1787 fueron enviados tres piezas y tres planos del puente de piedra realizados por el académico Regalado Rodríguez, quien había sido comisionado por la Academia en 1785 para hacer el reconocimiento de las citadas obras. Fueron censuradas por la Comisión de Arquitectura el 9 junio de 1787 y de nuevo el 26 de enero de 1788.

Volviendo a retomar los trabajos de Regalado Rodríguez en 1785, a finales de este año fue nombrado por la Academia para ejecutar la construcción de un puente de piedra en San Vicente de la Barquera (Cantabria) y la de otros tres para Potes en Liébana sobre las aguas del río Deva, atendiendo a las desgracias acaecidas en la localidad por falta de los puentes de Tama y Castro en la citada provincia de Liébana. Nos referimos a tres ahogados y otros nueve que estuvieron a punto de seguir la misma suerte. Previamente habían sido reprobados diferentes proyectos para esta obra de mano de varios profesores al ser discordantes entre sí, poco sólidos y firmes, motivo por el que Regalado Rodríguez pasó a reconocer los lugares donde debían proyectarse, examinó sus suelos, los materiales, la proximidad de las canteras y formó nuevos planos teniendo presente que las obras debían hacerse por administración y no por asiento.

El 29 de noviembre de 1785, Manuel de Carranza remitió a informe de la Academia los autos y planos ejecutados para la reparación de la iglesia parroquial de Navalcarnero (Madrid). Ya el 23 de junio de 1780 los vecinos de este pueblo habían avisado de la necesidad de reparar su iglesia que amenazaba ruina y su evidente ampliación debido al creciente numero de vecinos. El Consejo de Castilla otorgó esta comisión al teniente director de arquitectura Juan Pedro Arnal, que reconoció el estado de la obra y propuso lo mas conveniente, levantando los planos y formando las condiciones correspondientes. Arnal evacuó el encargo el 2 de mayo de 1785, evaluando las obras en 322.000 reales en caso de hacerlas por administración, que es lo que creía mas conveniente; no obstante, antes del reconocimiento efectuado por Arnal, Alfonso Regalado Rodríguez había hecho otro el 12 de marzo de 1785 a instancia de varios vecinos que coincidía en su informe con el que haría Arnal meses más tarde al haber presupuestado la obra en 324.000 reales. Finalmente, tras examinar Miguel Fernández el expediente de orden del viceprotector, este director de arquitectura fue del parecer que la obra debía ejecutarse con arreglo a los planos señalados por Arnal y no por los de Regalado Rodríguez, opinión que comunicaría a la Academia el 13 de febrero de 1786.

El 21 de enero de 1786 Antonio Regalado Rodríguez fue comisionado por la Academia para reconocer las obras de reedificación del puente de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) sobre el río Oja, en vista de la solicitud realizada por el Consejo de Castilla el 23 de septiembre de 1785 pidiendo un profesor de su satisfacción que pasase a reconocer el estado de la obra. A principios de 1786 la Academia también vio el expediente de Jorguera (Albacete, antes Cuenca) remitido por orden del Consejo el 16 de febrero anterior, sobre la reedificación del puente antiguo en el término de esa villa o en su lugar la construcción de otro nuevo en diferente sitio para que su fábrica sufriera menos las crecidas del río. La Academia fue de la opinión que sin hacer el reconocimiento de la obra como del sitio le era imposible dar un informe al respecto, de ahí que nombrase de nuevo a Regalado Rodríguez para llevar a cabo estos trabajos el 11 de marzo.

En 1786 fue seleccionado junto con Manuel Machuca y Francisco Sánchez para cubrir la plaza vacante de teniente de arquitectura. El 3 de marzo de 1786 Alfonso Regalado Rodríguez expuso su condición de académico de mérito, haber sido discípulo de Ventura Rodríguez por espacio de treinta años, 20 de ellos bajo su dirección en el Real Palacio de Boadilla; haber estudiado las diferentes ramas de las Matemáticas al lado de José Moreno, teniente director de la Academia, y hallarse versado en Lengua latina, Historia, Física y Lógica.

Por otro lado, el 4 de marzo de ese mismo año Machuca alegó que en 1765 había empezado la facultad que profesaba bajo la dirección de Ventura Rodríguez; que había obtenido el 1º premio de 1ª clase en el concurso de Premios Generales de 1769 y era profesor de arquitectura, además de académico de mérito desde 1772. Asimismo, indicó algunas de sus obras como el plano de toda la catedral de Toledo y otro del estado en el que se encontraba su fachada (1773); una casa para el duque de Arcos en el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial (1774); la medición del Real Palacio de Aranjuez para aumentar su superficie (mayo de 1774); el reconocimiento de varias iglesias en el Arzobispado de Granada y Almería (mayo de 1775); la ejecución de la torre de Vallecas en Madrid (1776- 1777); la nivelación y proyecto de reparación del viaje de aguas dulces de la villa de Talavera (Toledo) en octubre de 1776; la medición y formación de los planos del edificio de los «Regulares Expulsos» de Alcalá de Henares (Madrid) a fin de establecer en él la Universidad  (febrero de 1777 hasta 1781); la obra de las Comendadoras de Santiago en Granada; la nueva sillería de nogal y cátedra de maderas finas para el aula principal de actos y las obras del nuevo colegio de la Concepción de Alcalá de Henares (Madrid); la reparación del colegio de San Ildefonso; la nueva sacristía de la Universidad y a partir de 1783  el reconocimiento de los edificios de la ciudad Madrid. Del mismo modo, el puente de la villa de Maqueda (Toledo) y el de Fuentenovilla sobre el Tajuña (Guadalajara); las casas de misericordia del reino; el reconocimiento y proyecto de la iglesia de Miedes en el Partido de Sigüenza (Guadalajara); el reconocimiento de los cuarteles de Medina del Campo (Valladolid) y entre otras, el proyecto del puente sobre el río Matachel en el partido de Mérida.

Por último, Francisco Sánchez expuso el 3 de marzo haber obtenido cuatro pensiones de la corte, haber sido discípulo de Ventura Rodríguez con quien continuó estudiando bajo su dirección, así como delineador de las obras del Hospital General a fin de adquirir la práctica de la profesión, estando subordinado por el director de las obras, el capitán ingeniero José de Hermosilla. También ostentar el grado de académico de mérito desde el 7 de mayo de 1769, a partir de cuya fecha había realizado numerosas obras dentro y fuera de Madrid.

En la Junta Ordinaria del 7 de mayo de 1786 se hizo la votación secreta. De 20 los vocales asistentes, 11 votaron a favor de Francisco Sánchez, 7 de Manuel Machuca y 2 de Alfonso Regalado Rodríguez por lo que este último quedó excluido proponiéndose en primer lugar a Francisco Sánchez y en un segundo a Manuel Machuca. Lo mismo le ocurrió a Regalado Rodríguez a la hora de cubrir la plaza de director de Perspectiva vacante por fallecimiento de Miguel Fernández, pues al salir elegido junto con Guillermo Casanova y Agustín Navarro y obtener tan sólo 2 votos en la Junta Ordinaria del 3 de diciembre de 1786 no pudo ser propuesto al Rey.

Sabemos que el 15 de marzo de 1786 fue comisionado para llevar a cabo el reconocimiento del lugar donde se intentaba construir un puente sobre el río Júcar, pero a mediados de 1786 la villa de Jorquera (Albacete) solicitó se trasfiriese dicho nombramiento al arquitecto Mateo López al tener a su cargo una fábrica a cinco leguas de dicha localidad y ocasionar menos gasto a la villa. En julio de este año la corporación académica vio justa esta pretensión por lo que accedió a la solicitud en vista de que Mateo López evacuaría con inteligencia el encargo.

Mientras tanto, y una vez consolidada la Comisión de Arquitectura, su primera junta tuvo lugar el 21 de abril de 1786, acudiendo a ella los siguientes directores, tenientes de arquitectura y académicos de mérito: Miguel Fernández, Juan de Villanueva, Pedro Arnal, Manuel Martín Rodríguez, Francisco Sánchez, Manuel Machuca, Alfonso Regalado Rodríguez y José Moreno, este último en calidad de secretario. En esta reunión se estipuló que los expedientes a ella remitidos fueran devueltos a cada uno de sus destinatarios después de su censura para darle el curso correspondiente, siendo uno de los primeros el constituido por dos diseños en planta y alzado de un altar para Olite (Navarra) firmados por León Gómez el 30 de noviembre de 1785, los cuales fueron reprobados por su «estropeada Arquitectura». Le siguieron tres dibujos ejecutados por Julián Sánchez, veedor de alarifes de la ciudad de Murcia, remitidos por el contador general de Propios y Arbitrios del Reino para la construcción de una nueva cárcel en Villena (Valencia) cuya fachada principal y lonja estaban construidas, que corrieron la misma suerte al no caer las puertas y ventanas en medio de los arcos, tener la puerta principal un pilar delante y no tener ventilación la prisión. A continuación, lo fue el relativo a la construcción de un puente anexo al molino del Picazo en Villanueva de la Jara (Cuenca) y los elaborados por Pedro Escolano para la construcción de la iglesia colegial en la villa de Ribadeo (Lugo), igualmente reprobados por sus proporciones y el mal gusto de sus ornatos.

A mediados de agosto de este mismo año de 1786, Regalado Rodríguez fue comisionado para elaborar los dibujos de la iglesia, casa rectoral y cementerio de Fuente Álamo, obispado de Cartagena. Respecto a esta obra, habían llegado ese mes a la Academia los planos formados por José López, maestro mayor de la ciudad de Murcia. En sus diseños para el templo se echó en falta la fachada de la iglesia, esencial para conocer su aspecto, así como la economía que en todas sus partes debía observarse; en su interior se observaron varios defectos como su excesiva altura desproporcionada en relación a su anchura, el mezquino coro ideado y mal ubicado, además de la abundancia de menudencias en los adornos. Por otro lado, en la casa rectoral se echó de menos cierta decencia y mayores comodidades, mientras que en el cementerio que se aprobó por su disposición y las precauciones tomadas en cuanto a su distanciamiento del pueblo, se apreció la necesidad de dejar dos ventanas grandes rasgadas con sus rejas en las paredes de la capilla a fin de que diesen una ventilación continuada a su interior. Dado que la iglesia como la casa rectoral estaban necesitadas de nuevos arreglos para mejorar su empleo y economía, la junta acordó proponer para esta comisión a Regalado Rodríguez, por entonces residente en Madrid y arquitecto que solucionaría correctamente el encargo al estar enterado a través de la corporación académica de todas las advertencias y mejoras que debían introducirse en la obra.

Antes de acabar el año de 1786 fue nombrado junto con el arquitecto Bartolomé Ribelles, residente en Valencia, para elaborar el reconocimiento de cuatro caminos y dos puentes en la villa de Liétor (Albacete), cuyo proyecto había sido realizado por el maestro de la ciudad de Murcia Julián Sánchez. Los cuatro dibujos y las condiciones elaborados por Sánchez  para los caminos se denotó poca exactitud geométrica que era requerida para tener un concepto global de cómo se hallaba el terreno y debía quedar el camino, mientras que en los puentes se apreciaron ciertos defectos que debían ser modificados: «Por una parte  los perfiles demuestran quando mas las muchas bajadas y subidas que ahora se advierten en el parage elegido para abrir cada camino; pero no especifican à punto fixo como se han de remediar estas desigualdades, y como subirá ó bajará el camino despues de concluido. Por otro, los planos de estos mismos caminos, aunque expresan los malos pasos que han de salvar y los parages por donde cruzan, no denotan la direccion fixa de sus trozos; pues no es creible se quieran dejar con los continuos recodos é infinitas tortuosidades con que se ven en los dibujos, ni tampoco puede haver inconveniente en tirarlos en linea recta quando atraviesan tierras, ó un bancal que es menester rozar. [...]; no basta esto para dar idea cabal de la obra [...]. Por lo que toca a los puentes, en el llamado de arriba que ha de ser todo nuevo debe mirarse con gran cuidado si le conviene la situacion en que le representa el plan del camino á Andalucía. En el puente de abajo, camino de Caravaca, parece dificultoso que se logre su reedificacion con solo 4 d en que se tasa. Y tanto en un puente como en otro, los arcos de ladrillo con que se intentan cerrar los ojos, tienen poco grueso con tres palmos, si se aspira à que la obra subsista sin resentirse. Para este fin convendria echar de cantera los aristones de los arcos por lo menos, en ambas superficies [...]». Por todas estas razones, la Academia nombró a Regalado Rodríguez y Ribelles para llevar a cabo el reconocimiento del sitio para que observasen las ventajas o dificultades que podían presentarse en estas obras, levantasen los planos mas individuales y exactos de los caminos e informasen de la buena colocación de uno de los puentes y el coste del otro.

Del mismo modo, fue comisionado en diciembre de 1786 para llevar a cabo el reconocimiento de la torre de la iglesia parroquial de Alesanco (La Rioja) y formar los planos en caso de que fuese eminente la ruina del templo. Anteriormente, el 11 de enero de 1780, el arquitecto Santos Ángel de Ochandategui había sido comisionado para proceder a la demolición de la nueva torre que había dejado inconclusa y la construcción de la nueva según las buenas reglas del arte, pero en vista de que dejó los trabajos a medias, el cabildo eclesiástico y secular de la villa solicitó de la Academia el nombramiento de un maestro que pasase a ese lugar para recoger los autos obrados en el tribunal eclesiástico de aquel obispado e hiciese el reconocimiento de la torre con varios fines: estudiar su construcción; saber si amenazaba ruina; si convendría elaborar un nuevo proyecto hasta la altura ya realizada o por el contrario debía rebajarse parte de la fábrica ya construida, y por último que en caso de ruina se demoliese toda ella hasta los cimientos para reedificarla a fin de formar las trazas, su planta, las condiciones facultativas y el presupuesto. Después de que el arquitecto Diego de Ochoa hiciese el reconocimiento de la obra y comunicase que la torre estaba expuesta a ruina intervino Alfonso Regalado Rodríguez previo nombramiento de la Academia aprobado por el Consejo de Castilla el 17 de febrero de 1787.

Mientras tanto, en la Junta Ordinaria del 7 de enero de 1787 se leyó un memorial suyo para presentarse a la plaza vacante de teniente de arquitectura, a la vez que Machuca Vargas y Pedro García. Pero volvió a correr la misma suerte que en ocasiones anteriores, ya que tras la votación secreta obtuvo 2 votos de 23 vocales, frente a los 20 obtenidos por Manuel Machuca Vargas, resultado por el que quedó propuesto en segundo lugar. En este mismo año presentó el dibujo e informe facultativo que la junta le había mandado elaborar para el reconocimiento de la torre de Alesanco (La Rioja). Una vez reconocidos los trabajos, la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 3 de mayo de 1787 acordó demoler la torre en vista de que su defecto principal estribaba en sus cimientos y los materiales con que estaba realizada. En octubre de este mismo año llegó a la corporación académica para su censura el expediente de la obra de la torre formado por dos legajos de autos, un dibujo de Regalado y una carta del escribano Velasco.

El 27 de abril de 1787 fueron censurados sus planos para el puente de Perales y el 7 de mayo de 1787 la Academia le nombró para formar los diseños de una casa mesón con carnicería y escuela en Quintanar de la Sierra (Burgos), dado que había sido reprobado un proyecto maestro de cantería Juan Izquierdo, quien no tenía las atribuciones ni la potestad para llevar a cabo este tipo de obras.

Fue comisionado el 31 de agosto de 1787 para realizar el reconocimiento de los puentes de Villalonquéjar y Sotragero sobre el río Ubierna (Burgos). En Villalonquéjar había existido un puente de madera con cepas de piedra cuya ruina provenía de una crecida del río acontecida el 6 de enero de 1758. Viéndose la necesidad de otro nuevo de piedra se adjudicó el proyecto del nuevo puente al montañés Diego de Riva, que lo ejecutó entre 1760 y 1761 por 74.800 reales. Más tarde, otro montañés, Francisco Manuel de la Fuente lo reconoció, añadiendo algunas mejoras que tasó en 3.000 reales. Por el contrario, el puente de Sotragero fue construido entre 1768 y 1769 por los también montañeses Bernardo del Campo y Pedro de la Torre con un coste de 147. 000 reales. Estas obras continuaron en pie hasta 1775, momento en que una gran avenida hizo notables daños a su fábrica, particularmente en las calzadas, por lo que fue necesario reconocerlo y tasar sus daños. Diego de la Riva se hizo cargo del plano y los reparos del puente en 1777, tasándolos en 92.095 reales, mientras que en las obras de Villalonquéjar hizo lo mismo Fernando González de Lara en 1778, evaluándolas en 39.530 reales. Ambos proyectos fueron aprobados por Marcos Vierna en 1780 y por el fiscal el 8 de agosto de 1781, pero seis años mas tarde Regalada Rodríguez efectuó el reconocimiento de ambas obras, cuyo informe fue censurado por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 7 de marzo de 1789.

No obstante, la Academia censuró otros trabajos de Regalado Rodríguez durante 1787: un puente sobre el río Júcar en Cabeza del Buey (Badajoz) con un nuevo plano (J. Comisión del 25 de septiembre);  un puente con pilastras de piedra y piso de madera sobre el río Alberche en Villa del Prado (Madrid); en octubre, la iglesia y casa rectoral del lugar de Fuente-Álamo (Albacete), jurisdicción de la ciudad de Chinchilla en el obispado de Cartagena, además de  una carta del contador de Propios relativa al expediente de Macotera (Salamanca) con la remuneración que le correspondía al arquitecto por esta obra. A su vez, y con ocasión de hallarse en Calahorra (La Rioja), reconoció el puente de esa villa. Su mal estado y la caída de dos de sus ojos se debían a la crecida del río el 23 y 24 de febrero de ese año, hecho por el cual Cipriano de Miguel tuvo que hacer un reconocimiento. Posterioremente, fue Regalado Rodríguez quien comunicó el 2 de abril de 1787 que el tercer arco estaba todo quebrado en su concavidad debido al poco cuidado que se había tenido en su ejecución y los malos materiales que habían sido empleados, hecho por el que debían repararse los seis arcos viejos con sus machones, obras que calculaba en 191.636 reales. El informe pasó a censura de la Comisión de Arquitectura el 21 de junio de 1788, sin embargo, en 1792 sería remitido a la Academia el proyecto de Diego de Ochoa para esta obra, siéndolo nuevamente el 13 de diciembre de 1793.

Volvemos a tener noticias de Regalado Rodríguez en 1788. Primero en abril, cuando llegó a la Academia el expediente para la reparación de la iglesia de Navalcarnero (Madrid) «con dos piezas de Autos, diez dibuxos de Dn Pedro Arnal, siete de Dn Alfonso Regalado, y tres nuevos rollados de Dn Ignacio Haan y carta de Dn Josef Payo». Después en la Junta de la Comisión  de Arquitectura celebrada el 14 de junio de 1788, momento en que se dio a conocer la reparación del puente de Calahorra (La Rioja) en el río Cidacos, cuyo reconocimiento había sido realizado por el arquitecto junto con Cipriano de Miguel y Ursua en abril de 1787, y por último en septiembre de este mismo año, fecha en que se examinó el expediente de «una casa de Ayuntamiento en Gibraleon, con tres dibuxos y tasacion de Dn Alfonso Regalado Rodriguez, y carta del Contador de Propios».

A lo largo del año siguiente otros tantos proyectos de su mano fueron remitidos a informe de la corporación académica, entre ellos el elaborado para la construcción de un puente en el termino de la villa de Almonte (Sevilla) y la reparación de otro en el río Tinto, cerca de la villa de Niebla (Huelva). El 17 de febrero de 1789 lo fue el de otros puentes: «De los lugares de Villalonquefar y Sotragero para construccion y reparo de Puentes sobre el Rio Ubierna, con quatro dibuxos, dos de ellos de Dn Alfonso Regalado, quatro piezas de autos y carta de Escolano»; el 16 de mayo un «Puente sobre el Rio Zancara & en la Villa del Campo de Criptana- una pieza de autos, un dibuxo de Dn Alfonso Regalado, y carta de Dn Pedro Escolano», mientras que en la Junta del 3 de noviembre se examinó el «Expediente de la Villa de Medina de Pomar sobre una fuente publica que se ha de construir. Consta de dos dibuxos y dos declaraciones, y son de Dn Alfonso Regalado, y de Dn Juan Antonio Vierna con carta del Contador de Propios». 

Muy importante es este año de 1789 fue la entrada pública del Rey en Madrid por la calle Alcalá, acontecimiento que tuvo como resultado la celebración de numerosas fiestas y la decoración de las casas que se encontraban situadas en esta vía principal de la ciudad. La ubicación de la Academia en esta calle motivó que el 12 de junio el conde de Floridablanca previniese a la corporación sobre la necesidad de adornar su fachada sin gasto excesivo, pero con «la elegancia y buen gusto que procura difundir». La Junta Particular del 6 de julio de 1789 confió la labor a los individuos que formaban parte de la Comisión de Arquitectura, es decir, Juan Pedro Arnal, Francisco Sánchez, Manuel Machuca, Manuel Turrillo, Alfonso Regalado Rodríguez y José Moreno, acordando que un «Joven» tomase las medidas de la fachada y formase unos apuntalamientos de ella para repartirlos entre todos los señores vocales. Presentados los pensamientos se elegiría de entre ellos el más acorde con lo solicitado, pero al ver que era difícil plasmar las ideas de repente hubo quienes entregaron dos o tres diseños, resultando al final casi un concurso.

El dibujo definitivo fue presentado en nombre de todos los individuos de la Comisión de Arquitectura, aunque su autoría correspondía al director Juan Pedro Arnal, quien arreglándose a las opiniones y dictámenes del resto de los compañeros formó tres dibujos para la ocasión. Se le confió la dirección de las obras por ser el director más antiguo y el autor del pensamiento galardonado, pero también la elección de los operarios y todo lo que aconteciese a partir de esos momentos.

El 29 de julio se presentó el dibujo que la comisión había elegido, pero antes de aprobarse fue examinado por el rey, que una vez revisado le pareció correcto. Los individuos expresaron a S.M. las dificultades con las que se habían encontrado a la hora de elaborar el ornato, entre ellas conciliar lo agradable de la invención y la fachada carente de proporción y dignidad como conservar descubiertos los huecos de las ventanas, tanto por su mala proporción como por la desigualdad de los pisos.

El proyecto quedó terminado con gran acierto: «[...] quedaban libres las vistas de la Casa, fuera del valcon del medio en el quarto segundo destinado para un grupo de escultura. Que para guardar uniformidad en el cuerpo baxo sobre puesto se continuaba la cornisa dórica dejando á trechos para poner alguna ò algunas inscripciones con alusión à lo que representa sobre las ventanas del quarto principal que son seis grupos corpóreos de niños manifestando los quatro atributos de las tres nobles Artes, de la perspectiva y matematicas que son las ramas actuales de la enseñanza, abrazando las otras dos medallas con la empresa de la Acada. pero para evitar esta repetición, y aludir al mismo tiempo al Gavinete se buscará una empresa relativa à la Historia natural. Que en el lugar del medio entre sus ventanas se representará de escultura la inmortalidad sosteniendo y coronando con el simbolo de la serpiente, los retratos de SS.MM. en baxo relieve y la fama que se previene para publicar sus hechos, como tambien la historia para escribirles. Que para remate de la fachada se ha formado un zocalo, en cuyo medio se pondran las armas reales con un grandioso grupo de escultura que à la derecha representa la justicia y à la izquierda à la sabiduria ó a Minerva, como distribuyendo premios, acompañando algunos Genios con relacion à las figuras principales».

La Comisión no pudo llevar a efecto la idea de imitar en mármol el nuevo cuerpo de arquitectura porque disonaba con la rusticidad de la piedra berroqueña, motivo por el que decidió dejar toda la escultura en blanco imitando el mármol de Carrara ó de Granada. Escogió para el orden principal de arquitectura las guarniciones de las ventanas y para los balaustres un blanco azulado. En cuanto a los entrepaños un blanco amarillento y para el ornato accesorio de las ventanas holandillas azules y rosadas con flecos de plata. Se añadió una araña de cristal en cada hueco y se utilizaron otros elementos decorativos para el resto de la fachada.

Exceptuando los diseños elaborados por Juan Pedro Arnal para este concurso (del A- 234 al A- 236), el resto responden a los elaborados por los individuos de la Comisión de Arquitectura, sin embargo, al no estar firmados es difícil saber la autoría de cada uno de ellos, de ahí que aparezcan inventariados como Anónimos bajo los números de inventario: del A- 225; del A- 227 al A- 229; A- 230; A- 232; A- 233; A- 226 y A- 231.

Antes de acabar el año de 1789, el fiscal del Consejo y Cámara de Castilla, Antonio Fita, solicitó a la Academia comisionar a un arquitecto para que llevase a cabo el rebaje de las calles de la ciudad de Cuenca, sin «gravamen violento de las partes», con motivo de la proclamación del Rey Carlos IV. La corporación nombró al académico Alfonso Regalado Rodríguez, arquitecto que la tarde del 9 de noviembre efectuó el correspondiente reconocimiento con la asistencia de Fernando López, teniente de maestro mayor de obras de esa intendencia. Apreciaron la necesidad de introducir varias modificaciones en el excesivo rebaje que se encontraba efectuado en algunas partes de las calles descendientes desde la cárcel a San Felipe y desde este templo al de San Juan sin presentar plan, proyecto o calculo alguno de las obras. Al excederse de su cometido, el Consejo y la Intendencia de la ciudad de Cuenca le ordenaron el 9 de diciembre que suspendiese todas las obras que llevaba efectuadas en las calles y voladizos hasta nueva orden, pero hizo caso omiso de lo ordenado alegando tener conferidas todas las facultades necesarias del fiscal del Consejo y la Real Academia de San Fernando. Ante esta actitud, el corregidor notificó a Fernando López una  providencia la tarde del 21 de diciembre para que «no pasase, cruzase ni pareciese por las citadas obras como lo obedeció» y en cuanto a Regalado Rodríguez se le previno en un auto el día 22, a las ocho y media de la mañana, que presentase al intendente el plan o planes que tuviese hechos del rebaje hasta el convento de religiosos de la Concepción Franciscana, haciéndole responsable de la reposición de lo que había obrado y de los perjuicios que pudieran originarse. Esta misma cesación y responsabilidades les fueron impuestas al maestro aparejador encargado y propuesto por Rodríguez, como al aparejador Alfonso Ortega, quienes siguieron manteniendo la misma actitud que el arquitecto al no cesar las obras ni efectuarse las modificaciones acordadas en los rebajes.

El 12 de enero de 1790 la Academia quedó enterada de todo lo ocurrido, así como que Regalado Rodríguez se había refugiado el 24 de diciembre en el palacio episcopal por miedo a ser encarcelado. Las juntas académicas de febrero, marzo abril y mayo volvieron a retomar el asunto, pero aún desconocemos la resolución tomada por la institución académica sobre este tema.

Gracias a la Junta Particular del 5 de diciembre de 1790 tenemos constancia que a Regalado Rodríguez y Manuel Turrillo se les terminaba el turno de dos años como vocales de la Comisión de Arquitectura: «con arreglo á lo dispuesto en Junta partr de 4 de diciembre del año pasado de 89, para el nombramto consecutivo de los Acadcos de merito, que hayan de asistir á la Comision de la Academia; desde principio del año de 91 habrá de cerrar la asistencia de D. Manuel Turrillo, con quien debia salir D. Alfonso Regdo Rodrz que poco há trasladó su domicilio á Estremadura». Esto significaba que debían nombrarse otros dos académicos nuevos que concursasen por los dos años siguientes, haciendo de «modernos» en el primero año y de «antiguos» en el segundo. Debido a esta circunstancia José Moreno creyó a Ignacio Haan y a Ramón Alonso los más destacados para ocupar dichos puestos, en vista de que además de sus buenas pretensiones eran los más antiguos. Ambos fueron elegidos vocales de la Comisión de Arquitectura para los años 1791 y 1792 en la Junta Particular del 2 de enero de 1791.

De los expedientes censurados por la Comisión de Arquitectura el 27 de junio de 1792, el nº 8º respondía a «Un expedte sobre la obra qe se está executando, de la Parroql de la Vª de Santillana de Campos. Se ha acordado qe pase á reconocer esta Yglª el Acadco Dn Alfº Regdo Rodrz» y entre los despachados por la junta el 10 de octubre el nº 6º: «[...] dos puentes en Gibraleon con el informe ultimte dado de orden de la Acadª por el Arqto Dn Alfº Regdo Rodrz. Se acordó que este Profesor execute lo prevenido en el informe anterior de la Comon».

Su nombre apareció relacionado también con dos expedientes remitidos en octubre de 1792 y diciembre de 1793. Se trataba de una pieza con 223 hojas y un plano formado por Diego de Ochoa a instancia de la ciudad de Calahorra (La Rioja) para la construcción de un puente de piedra sobre el río Cidacos, asunto ya tratado en fechas anteriores. El antiguo puente se había arruinado por las grandes crecidas del río acontecidas el 3 de junio de 1755, crecidas que dañaron sus machones y dos arcos con los lienzos de manguardias de ambos costados, cuyas obras de reparo fueron tasadas por los maestros Tomás Martínez y Sebastián Sáenz de Calahorra en 30.000 reales. Debido a que el maestro elegido por el alcalde mayor de Calahorra faltó a lo mandado, se nombró en su lugar a José de Savania a fin de que reconociese las obras. El reconocimiento se dio por bien trabajado con 10.150 reales de mejoras y fue entregado el 16 de febrero de 1758. Pero una nueva crecida del río el 20 de junio de 1762 obligó al Consejo de Castilla a acudir nuevamente a Calahorra el 17 de agosto, en vista de que uno de los machones del primer arco había desaparecido con la riada y amenazaba ruina el resto del puente. En esta ocasión, los reparos fueron elaborados por Antonio de Barinaga en 33.863 reales y 112.000 reales, además de otros dos arcos que tuvo que añadir a los contiguos del ruinoso machón. Estas disposiciones fueron aprobadas por Marcos Vierna, pero, aunque reducía su tasación total en 120. 000 reales, lo cierto en que la obra quedó rematada en 113.400 reales por Mateo Ibarrola, quien la cedió a Antonio Barinaga siendo este último el que ejecutó definitivamente, entregándola el 7 de marzo de 1771.

En 1792 notificó a la Academia que estaba enfermo y se había retirado al viejo palacio en el que trabajó como aparejador del Infante Don Luis en Arnas de San Pedro (Ávila). Poco después presentó el proyecto para una cañería en Medina de Pomar (Burgos) y junto con González de Lara fue comisionado para las obras que debían realizarse en el proyecto de Arcos (Burgos).

Al año siguiente elaboró los diseños para un puente en Casas de Reina (Badajoz) sustituyendo a los planos que Echanove había proyectado y en 1794 fue comisionado de nuevo en colaboración con González de Lara para proyectar el hospital de Villafranca Montes de Oca (Burgos). Poco más tarde, y habiendo presentado Alfonso Vargas unos planos para la iglesia de Santa María de Nájera (La Rioja), fue nombrado junto con González de Lara y Álvarez de Benavides para terminar la nueva obra.

A raíz de un oficio del Consejo de Castilla en el que se solicitaba de la Academia el nombramiento de un arquitecto que se encargase de la construcción del puente de Talavera de la Reina (Toledo), la corporación propuso a Regalado Rodríguez en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 13 de abril de 1795, en vista de que el arquitecto residía por entonces en la localidad de Arenas. Pero antes de finalizar la década de los noventa se ocupó de una obra pública que sería reprobada en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 13 de junio de 1798 al haber utilizado entramados de madera para su construcción.

La Comisión de Arquitectura celebrada el 30 de octubre de 1800 reconoció unos autos sobre la construcción de dos puentes y otras obras para la villa de Villardefrades (Valladolid), con un plano formado por el difunto académico Regalado Rodríguez y la exposición que dicha villa había remitido al Consejo sobre el excesivo coste de las obras que había propuesto este profesor. La comisión dictaminó que la obra podía minorarse en su coste considerablemente dado que de los dos puentes que se demostraban en el proyecto de Rodríguez, el que constaba de tres arcos podía reducirse a uno solo y el que constaba de siete podía asimismo reducirse a tres; no obstante, debían dejarse «alcantarillas en donde sean necesarias, y lo restante seteraplenará; dexando ademas las calzadas bien reinchidas según buena practica, y escarpadas: con las quales operaciones se logrará que el costo de estas obras sea mas de una tercera parte menor de lo que calcula aquel Arquitecto». En la Junta de la Comisión del 2 de mayo de 1801 se volvieron a examinar los planos, los cuales serían reformados de mano del arquitecto y académico Silvestre Pérez, previo acuerdo de la corporación académica.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1751-1790. Sig. 2-33-1; Arquitectura. Mesones y posadas, 1779-1832. Sig. 2-30-10; Arquitectura. Puentes, 1780- 1790. Sig. 2-31-6; Arquitectura. Puentes, 1788- 1792. Sig. 2-31-7; Arquitectura. Puentes, 1792- 1795. Sig. 2-31-8; Arquitectura. Torres de iglesias y de relojes, campanarios y espadañas, 1779-1858. Sig. 2-34-1; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1758-1846. Sig. 2-23-6; Comisión de Arquitectura. Informes, 1758-1798. Sig. 1-28-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1788-1797. Sig. 1-28-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1798-1804. Sig. 1-28-2; Comisión de Arquitectura. Informes. Urbanismo. Monumentos conmemorativos, 1787-1876. Sig. 2-28-8; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, 1758-1780. Sig. 2-15-1; Distribución de los Premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de las Tres Nobles Artes hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta Pública del 28 de agosto de 1760. Madrid: Imprenta de Gabriel Ramírez, 1760; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1757-1769. Sig. 3-82; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1776-1785. sig. 3-84; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1786-1794. Sig. 3-85; Libro de actas de la Comisión de Arquitectura, 1786-1805. Sig. 3-139; Secretario general. Solicitudes de nombramiento de profesores para reconocimiento de obras de arquitectura, pintura, escultura y grabado, 1779-1862. Sig. 2-27-5.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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