<p class="p1"><span class="s1">Nació en Alustante, municipio perteneciente a la comarca y partido judicial de Molina de Aragón (Guadalajara) y murió en El Pardo (Madrid) el 28 de diciembre de 1831. Se matriculó como alumno de arquitectura en la Academia de San Fernando el 6 de octubre de 1786, centro en el que asistió a los estudios nocturnos durante seis años a la vez que a los diurnos en el estudio de Manuel Martín Rodríguez. Junto con este maestro levantó planos y construyó a pie de obra a fin de adquirir los conocimientos teóricos y prácticos de la profesión. Tuvo el honor de merecer la aprobación de un pequeño retablo de escayola que presentó en la Junta Ordinaria del 2 de septiembre de 1792, mismo año en el que se presentó a la ayuda de costa del mes de noviembre por la 1ª de Arquitectura, obteniéndola en la Junta Ordinaria del 2 de diciembre de 1792 gracias a dos diseños de un <em>Coliseo de comedias </em>(A-3286 y A-3287). </span></p>
<p class="p1"><span class="s1">El 5 de abril de 1794 solicitó su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, petición que sería estudiada por la Academia en la Junta Ordinaria del 6 de abril de 1794. Fue admitido y se le dio como asunto a desarrollar, tanto para la clase de maestro arquitecto como para la de académico de mérito, un «Hospital gral, para una Corte, capaz de 60 enfermos de ambos sexos con Yglª publica, y todas las oficinas anexas á tal destino. Plan gral, y particulares, Fachada, y Cortes. Informe facultativo, y calculo del coste». El proyecto del <em>Hospital general </em>(A-2441 y A-2442) lo tuvo concluido el 5 de junio de 1795, fecha en la que suplicó se le señalase día para su consulta y examen.</span></p>
<p class="p1"><span class="s1">La Junta Extraordinaria del 15 de junio de 1795 le examinó en la clase arquitecto, asistiendo a ella como vocales los profesores Juan Pedro Arnal, Manuel Martín Rodríguez, F. Sánchez, Manuel Machuca, Guillermo Casanova, Antonio de Varas e Isidro Bosarte, este último en calidad de secretario. Cotejados los planos y la prueba de repente que había ejecutado dentro de la Academia según el asunto determinado el 6 de abril de 1794, se procedió a la realización del examen teórico. Rezusta ejecutó este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los examinadores sobre varios temas relacionados con la teoría y práctica de la arquitectura, preguntas que fueron respondidas acertadamente y le hicieron acreedor del título de maestro arquitecto y académico de mérito en la Junta Ordinaria del 5 de julio de 1795.</span></p>
<p class="p1"><span class="s1">Tres años más estuvo ocupado en las obras de la iglesia de Layna (Soria) debido a que el plano que había formado para este templo el profesor y alarife Antonio Cuadra había sido reprobado a finales de febrero de 1798. El 30 de abril Rezusta presentó 4 planos a través de Hipólito Rodrigal, los cuales fueron aprobados por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 26 de mayo de ese mismo año.</span></p>
<p class="p2"><span class="s1">Junto con Ignacio de Tomás fue propuesto vocal de la Comisión de Arquitectura en la Junta Particular del 6 de enero de 1799 para el bienio de 1799 y 1800, a fin de sustituir a Silvestre Pérez y Evaristo del Castillo. Ambos académicos cuparon dichos cargos hasta el 4 de enero de 1801, momento en que fueron sustituidos a su vez por los también académicos Ignacio de Haan y José Miguel de Toraya. </span></p>
<p class="p2"><span class="s1">Su nombre apareció asociado en 1800 a las obras de la nueva catedral de Santiago de Cuba, una obra cuya construcción se remontaba a 1790 con motivo de haberse arruinado la antigua por un terremoto acaecido en 1766.<span class="Apple-converted-space"> </span>La<span class="Apple-converted-space"> </span>Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 22 de septiembre de 1790 vio el oficio remitido por el gobernador del Consejo de Indias el 30 de agosto anterior al que se adjuntaban los diseños originales del ingeniero Ventura Buceta y los encomendados al ingeniero Miguel de Hermosilla para la construcción de la nueva catedral. Para la Academia, los diseños de Buceta eran inservibles por defectos esenciales tanto en su disposición como formas y en cuanto a los dibujos de Hermosilla no los hallaba tan desarreglados, aunque tampoco con la corrección e inteligencia que debía tener una obra de este tipo.</span></p>
<p class="p2"><span class="s1">El<span class="Apple-converted-space"> </span>15 de julio de 1791, Francisco Moñiz comunicó a la corporación que el 10 de ese mes había recibido un oficio del marqués de Bajamar comunicándole el haber dirigido de orden del Rey al gobernador y reverendo obispo de Cuba la copia de los planos del ingeniero Buzeta, los reparos de Miguel de Hermosilla y las adiciones acordadas por Academia de San Fernando por si no se hubiera comenzado la fábrica de la Santa Iglesia, y que en caso de no haberse comenzado se informase sobre dichos reparos y adiciones a fin de que fueran devueltos los planes referidos juntamente con otro del terreno donde existía la catedral antigua y el lugar en donde debía situarse la nueva.</span></p>
<p class="p2"><span class="s1">Con objeto de evitar dilaciones, la Junta Particular del 9 de agosto de 1791 acordó encargar la obra al director de arquitectura Manuel Martín Rodríguez, a quien se le remitieron el 8 de agosto todos los antecedentes sobre la obra para la ejecución de los nuevos planos del templo.<span class="Apple-converted-space"> </span>El arquitecto aceptó el encargo el 10 de agosto de ese año, pero debido a sus muchas y urgentes ocupaciones se le preguntó a principios de 1797 acerca de si había elaborado los planos de la catedral, a lo que contestó que no y que procuraría evacuarlos a la mayor brevedad posible. Fue al año siguiente cuando remitió a informe de la Academia 6 planos de la iglesia que serían aprobados en su totalidad por la Comisión de Arquitectura el 31 de agosto de 1798. Dichos diseños fueron remitidos a su vez al Supremo Consejo de las Indias de mano de su secretario Francisco Cerdá.</span></p>
<p class="p2"><span class="s1">Una vez aprobados el 8 de junio de 1800 los planos de Martín Rodríguez por el Consejo de S.M., Antonio Porcel solicitó de la Academia el 6 de junio que algunos arquitectos y discípulos hábiles pasasen a la isla con la comisión de construir la nueva catedral, por cuyos trabajos podría la corporación recompensarles con el premio que ella creyese oportuno.<strong> </strong>Asimismo, aprovechó la ocasión para consultar si era posible suprimir la media naranja que figuraba en los planos o reducir su altura y coste con respecto a las circunstancias locales y<span class="Apple-converted-space"> </span>los terremotos que tan comunes eran en la isla. <strong> </strong>Las preguntas fueron repondidas por el propio Martín Rodríguez el 11 de junio de 1800 con las siguientes palabras:<strong> </strong>«Que la obra de que se trata és de las de primer orden en su clase, y por consiguiente, una de aquellas que no obstante lo grandioso y sencillo de su forma ofrece muchas dificultades al tiempo de la construccion, que no pueden evitarse por mas detallados que esten los diseños; ni aun quando estos fuesen acompañados con modelo de competente tamaño; que<span class="Apple-converted-space"> </span>seria lo mejor, y aun preciso, como se practica hacer en obras de consideracion; por ser este uno de los puntos mas esenciales para el acierto; asi que, no debe fiarse la execucion de esta obra à ningun discipulo de la Academia, por </span><span class="s2">habil y honrado</span><span class="s1"> que sea; pues no hará poco en desempeñar este encargo un Maestro [...]. En este supuesto propuse para ello a instancia de Julian Ruiz de Riajar, Apoderado del Ult</span><span class="s3"><sup>mo</sup></span><span class="s1"> Obispo de aquella ciudad al Arquitecto Academico de Merito de la Real de S</span><span class="s3"><sup>n</sup></span><span class="s1"> Fernando D</span><span class="s3"><sup>n</sup></span><span class="s1"> Pascual de Rezusta, sugeto de acreditada habilidad y conducta, en quien concurren todos los conocimientos y qualidades que se requieren para el desempeño de la obra: Este remitio al Ilt</span><span class="s3"><sup>mo</sup></span><span class="s1"> obispo y cabildo de la ciudad de Cuba, por mano de su Apoderado, las condiciones vajo las quales se obligaba á pasar á aquella ciudad, cuya contestacion ignoro: Como quiera inculcaré que la obra no puede fiarse su execucion á quealquier Profesor; si no que el que se encargue de ella há de ser Arquitecto aprobado, de sobresaliente merito y de acreditada habilidad y conducta [...]. Y en quanto á suprimir la media naranja que se figura en los diseños, ó reducirla á menos elevacin y coste, entiendo no admite reforma alguna; pues consistiendo la hermosura de qualquier edificio en la relativa proporcion y analogia de sus partes al todo; habiendo seguido y estudiado en esta idea un precepto del arte tan recomendado de todos los Autores seria deformarla, la mas minima alteracion que en ella se hiciese; sin que pueda servir de motivo ni obligar a ello las circunstancias locales; pues siendo el Arquitecto que se encargue de la direccion de esta obra de las qualidades que quedan arriva dichas, sabrá mui bien salvar estos inconvenientes, y precaver los riesgos á que pudiera estar expuesta por los terremotos; tanto en esta parte de la media naranja, como en las demas bovedas, aplicando para ello cinchos, y tirantes de ferro en los parages competentes, que concatenen, abracen, y sugeten unas y otras; ademas del estudio que és necesario proceda para<span class="Apple-converted-space"> </span>los cortes de las piedras à fin de que sus travazones vayan según arte. Y por que este punto és el mas esencial para la firmeza y economia de la obra és indispensable vaya de aquí un aparejador habil é inteligente en la montea nombrado por el Arquitecto, y a su satisfaccion, como los demas operarios desde el primero hasta el ultimo peon, como responsable que debe constituirse de ella».</span></p>
<p class="p2"><span class="s1">La propuesta de Martín Rodríguez en cuanto a que Rezusta pasase a la isla para dirigir las obras hizo efecto, pues a través de Antonio Poncel sabemos que el 23 de junio de 1800<span class="Apple-converted-space"> </span>Rezusta estaba preparado para viajar y realizar su comisión, aunque aún no se le había comunicado la asignación que percibiría por ello, las demás condiciones bajo las cuales debía ejecutar los trabajos y tampoco quién era el aparejador que debía acompañarlo </span></p>
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM