Roura, RamónVich (Barcelona), ca. 1792 - ?, ?


Nació en Vich (Barcelona) hacia 1792. En sus comienzos estuvo ocupado en el arte de la albañilería y cantería, oficio que profesaban sus antepasados y concretamente su padre, con quien adquirió algunos conocimientos teóricos y prácticos que le valieron su aprobación en la clase de maestro albañil por el gremio de albañiles. En 1824 fue nombrado por la comunidad de Trinitarios Descalzos albañil del convento, en cuyo cargo realizó algunas obras en la iglesia, convento y sus casas, como también en el espacioso atrio con escaleras de piedra picada ejecutado en 1827 o en la conducción de las aguas pertenecientes al complejo religioso. Por otro lado, a través del Ayuntamiento de Vich, del que era primer oficial de maestro mayor desde 1825, le fueron confiadas varias obras, entre ellas la casa escuela pública, la cañería y la conducción de las aguas a la ciudad desde la fuente de Bellpuig (Lérida) que atravesaba la Plaza Real.

En vista de sus escasos conocimientos teóricos, abandonó su casa y familia a principios de 1832 para trasladarse a Madrid y matricularse como alumno en la Academia de San Fernando. A partir de estos momentos se ejercitó noche y día para recibir la instrucción necesaria y poder presentarse a los exámenes reglamentarios. El 12 de mayo de 1832 y después de 8 años como maestro mayor de Vich, solicitó de la corporación académica su admisión a los ejercicios para la clase de maestro de obras, presentando como prueba de pensado el proyecto de Una casa de reclusión para eclesiásticos del obispado de Vich (A-4275 y A-4276) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, junto con varias certificaciones de su práctica y la justificación de su conducta moral y política.

La Junta Extraordinaria de la Comisión de Arquitectura celebrada el 18 de mayo de 1832 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 20 del mismo mes, fecha en la que le fueron sorteados los programas de pensado. Le tocaron en suerte los números 4, 14 y 29, los cuales respondieron respectivamente: «Casa de Alfar con habitación para el fabricante, hornos, almacenes y demas preciso á su destino», «En un sitio regular y comodo de una población de 500 vecinos, se trazará en plantas y alzados una Escuela de primera educación de modo que la habitación del Mro unida al mismo edificio tenga la entrada separada de la de la Escuela» y «Disponer un Molino arinero en una Ribera donde vayan las aguas dirigidas á él con las oficinas necesarias. Planta, fachada y sección». De los tres asuntos escogió el nº 4, es decir, Una fábrica de alfarería (A-2407), elección que comunicó a la Academia el 25 de mayo.

La Junta de Examen tuvo lugar el 26 de mayo de 1832, asistiendo a ella como vocales los profesores Juan Antonio Cuervo, Antonio de Varas, Custodio Moreno, José Joaquín de Troconiz y Martín Fernández de Navarrete. Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Roura comenzó este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca de la figura que debían presentar las zanjas cuando se ejecutaban los cimientos, el cálculo de su capacidad y la solidez de sus fábrica, así como otras cuestiones sobre las bóvedas, pero al ver que el interesado no contestó con acierto a ninguna de ellas se le preguntó sobre la doctrina de los quebrados, cuestionándole el dinero que se le debería pagar a un operario que ganase 12,5 reales diarios y que hubiese trabajado 3 días y ¾ de día. Al no sacar tampoco esta cuenta, lo que suponía un desconocimiento de los principios de aritmética, los examinadores le reprobaron en la clase de maestro de obras, acuerdo que sería aprobado posteriormente por la Academia en la Junta Ordinaria del 1 de julio de 1832.

Volvió a solicitar su admisión a nuevo examen teórico el 23 de julio de ese mismo año sin tener que practicar los ejercicios anteriores al estar aprobados. En esta petición puso de manifiesto su difícil situación económica por haber estado fuera de su ciudad natal durante siete meses y no haber percibido sueldo alguno. La solicitud fue estudiada en la Junta Ordinaria del 4 de agosto, momento en que se acordó informar de ella a la Comisión de Arquitectura. Esta se reunió el 7 de agosto de 1832 y acordó unánimemente presentar un informe favorable sobre este asunto en vista de que al examinar y comparar los ejercicios de pensado y de repente ejecutados por el interesado se vieron en ellos «el mas fiel garante de la instrucción y conocimtos de un Profesor, y que no pudo dejar de llamar un particular interes por su notable desempeño é inteligencia qe reconoce en dha prueba».

A la Junta de Examen celebrada el 27 de agosto de 1832 asistieron los profesores Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete, ausentándose por indisposición Antonio de Varas. Los vocales volvieron a examinar las pruebas y preguntaron a Roura varias cuestiones sobre aritmética, los quebrados y las proporciones; la geometría de los triángulos, las figuras semejantes, la medida del círculo y la superficie de una figura pentagonal o de cinco lados, suponiéndola en un terreno donde se haya de fabricar una casa. Del mismo modo, sobre la esfera, las figuras que resultan de sus secciones, la media naranja, las pechinas y la bóveda baída. Finalmente, se le cuestionó acerca de los cimientos y el método de sacarlos; los requisitos de la buena construcción; los puntales y la resistencia de las maderas; la tasación de una casa o edificio, aparte de otros aspectos teóricos y prácticos de la profesión A todas ellas contestó más como práctico que como teórico y una vez realizada la votación secreta obtuvo dos votos a favor frente a uno en contra, resultado que le hizo acreedor del título de maestro de obras en la Junta Ordinaria del 16 de septiembre de 1832, a los 40 años de edad.

Al año siguiente, tanto Roura como José y Pedro Calsada, Jaime Jambrú, Pedro Casals, Francisco Ubach y Antonio Valls advirtieron que algunas autoridades del Principado de Cataluña habían manifestado que los maestros de obras aprobados por la Academia de San Fernando no podían ejercer y ser reconocidos como agrimensores, por lo que los tres primeros se dirigieron al académico Antonio Celles, entonces residente en Madrid, para que consultase el asunto a la Academia.  Tras la consulta, la corporación comunicó que todos los maestros de obras eran de por sí agrimensores natos y que si pedían el título se les expediría sin previo examen y sin tener que hacer el depósito establecido para aquellos que aspiraban a ser agrimensores.  Este hecho motivó que los maestros anteriormente citados solicitasen de la Academia el 27 de septiembre de 1833 la expedición del título de agrimensor.

Antes de acabar el año de 1833 llegó a la institución académica a través del cabildo de la Iglesia de Vich una exposición del canónigo Pablo Coll  referente a  la construcción de un monumento para la capilla de San Miguel, a cuyo objeto se conservaría el mismo retablo abriendo todo su centro y proporcionando su fondo con todo lo necesario para la colocación de la urna y demás accesorios en vista de haberse destruido el monumento en el que estaba colocado el Santísimo Sacramento durante el Jueves y Viernes Santo. Para ello era forzoso retirar la pared que corría a espaldas del retablo y construirla más avanzada, como demostraba la planta y los diseños que se presentaban a censura. Las obras motivaron las reclamaciones hechas anteriormente por los maestros Roura y Calsada y la reiterada posteriormente por Celles. Ante este expediente, la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 5 de noviembre de 1833 dictaminó que las obras no ofrecían mérito al consistir en la demolición de una pared traviesa o de un puro cerramiento, pudiéndose llevar a cabo siempre que fuesen ejecutadas por profesores legítimamente autorizados. 

En su deseo de ejercer el arte de aforos, medidas de terrenos y demás perteneciente a la agrimensura, solicitó de la Academia de San Fernando el 31 de marzo de 1837 la concesión del título de agrimensor. Vista su solicitud, la Junta de Examen de Agrimensores acordó concederle el título solicitado en virtud de poseer la instrucción, la pericia y los conocimientos geométricos necesarios como lo había manifestado en su examen de maestro de obras, siéndole despachado el 15 de abril de ese mismo año.


Fuentes académicas:

Comisión de Arquitectura. Agrimensores, 1791-1857. Sig. 2-20-8; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, 1832. Sig. 2-16-6; Libro de registro de maestros de obras aprobados por la Real Academia, 1818-1886. Sig. 3/156, nº 83.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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