Hijo del arquitecto Fernándo Sánchez Perteso y Vicenta Ibáñez, nació en León hacia 1804. Desde 1820 en que concluyó sus estudios menores de gramática y sufrió el examen para entrar en el Estudio de Filosofía, se dedicó por entero al estudio del arte de la arquitectura junto a su padre que era además de arquitecto, director facultativo de Puentes y Calzadas.
Al año siguiente se trasladó a Madrid a fin de matricularse como alumno de la Academia de San Fernando. Entre 1822 y 1823 cursó las enseñanzas de las Matemáticas obligatorias bajo la dirección de Manuel de Ondarza, subprofesor de dicha enseñanza en la Universidad Central, y entre 1823 a 1825 asistió algunas temporadas como empleado en las obras que estaban a cargo de su padre, por entonces arquitecto titular de la ciudad de León, de su iglesia catedral y obispado, además de director facultativo de la Real Carretera. Como certificaría su padre el 27 de diciembre de 1828, intervino en la construcción del puente de marmol de dos ojos elípticos de 46 pies de diámetro sobre el río Fondón, en el «Puente del Arroyo del Puerto y salto moreno: á la de las calzadas de entrada y salida de dhos puentes con alcantarillas y antepechos, y al replanteo del puente del [¿Tueno o Triro?] Executado todo en dha Carretera; ygualmente ha asistido á la execucion de barias obras y reparos que se han hecho en los dos quarteles y casas de esta ciudad, y en las de la fabrica catedral: sirviendome en varias ocasiones para entender por apuntes mios los informes, calculos y condiciones que se me han ofrecido».
Asimismo, en 1825 estudió en la Academia bajo la dirección de Isidro Velázquez, arquitecto mayor de S.M. y director de arquitectura en la centro académico, con quien aprendió tanto la parte teórica como práctica de la profesión, frecuentando las reales obras de S.M. que estaban a su cargo, entre ellas las de la Plaza Real.
Hallándose con los conocimientos necesarios solicitó de la Academia su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto el 3 de enero de 1829, presentando como prueba de pensado el proyecto de Un colegio universidad (del A- 612 al A- 615) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, acompañado de la justificación de su conducta moral y política, así como cuatro certificaciones referentes a sus estudios y prácticas en la arquitectura libradas por Manuel de Ondarza, su padre Fernando Sánchez Perteso, Isidro Velázquez y Custodio Teodoro Moreno.
La Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 10 de enero de 1829 examinó la obra de pensado y los documentos aportados acordando su pase al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 18 del mismo mes, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 48, 93 y 126, los cuales respondieron respectivamente: «Una Casa de campo para un Señor de título con Jardines y Estanques de recrero y pesca: planta, fachada y cortes geometricos», «Planta, alzado y perfil geometrico de un templo de Cruz griega de ambito proporcionado para doscientos y treinta vecinos» y la «Yglesia Parroquial para un Pueblo de cien vecinos con habitacion para un sacerdote y sacristan que por la noche puedan con la mejor brevedad administrar los sacramentos. Planta, fachada y dos cortes por ancho y largo». De los tres asuntos escogió el nº 93, es decir, un Templo parroquial para un pueblo de 230 vecinos (A- 4033), cuya elección comunicó a la corporación el 21 de enero.
La Junta de Examen tuvo lugar el 14 de febrero de 1829, asistiendo a ella como vocales el Barón de Castiel, Antonio López Aguado, Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno, Antonio de Varas y Martín Fernández de Navarrete. Cotejadas la obra de pensado con la de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Perfecto Sánchez comenzó este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los examinadores sobre la medida de las superficies y los cuadrados superficiales; las proporciones y su aplicación a los órdenes de arquitectura; la simetría y la euritmia; el decoro de los edificios y el decoro público para apartar de la población los incómodos y nocivos; las escaleras y su comodidad; el modo de replantear un edificio, abrir sus zanjas y fabricar sus cimientos; los arquitrabes, su colocación y el modo de hacerlos de piezas; los triángulos y varias figuras geométricas, además de las correcciones que haría en su obra de pensado en caso de tenerla que levantar.
Satisfechos los examinadores con el mérito de las pruebas practicadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le vieron apto para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 1 de marzo de 1829, a los 25 años de edad.
En 1832 ejecutó el Plano topográfica del encauzamiento del reguero del Chapín a su paso por el convento de San Dictinio de Astorga (León),
Tenemos constancia que el director general de los Establecimientos Penales remitió el 3 de junio de 1853 a informe de la Academia dos expedientes: el primero correspondiente al proyecto de una cárcel para León aprovechando las construcciones del castillo de la ciudad suscrito por Perfecto Sánchez Ibáñez y el segundo a otro proyecto de cárcel para Atienza (Guadalajara), suscrito por el académico Antonio Herrera de la Calle, ambos aprobados por la Sección de Arquitectura el 7 de junio y por la Academia el 12 del mismo mes.
Su nombre, junto con el del maestro de obras Mariano Álvarez Fernández aparecieron asociados en las obras de restauración de la catedrald de León en 1858, tras haber hecho el informe sobre el estado del edificio y comunicar a la Academia las partes principales del templo que ofrecían señales evidentes de falta de solidez. Para su reparación, Sánchez Ibáñez propuso una serie de obras de mucha consideración y peligrosas al poder restar al monumento la belleza que le caracterizaba sobre todo en el crucero, pues pretendía colocar gruesas columnas de hierro colado y zapatones de la misma clase embebidas en la misma fábrica. Ante esta propuesta, la Sección de Arquitectura celebada el 7 de mayo de 1858 acordó proponer al gobierno que comisionase a un académico que reconociese la catedral en unión con Sánchez Ibáñez a fin de tomar todos las datos posibles para que la corporación pudiera en consecuencia dar un dictámen correcto. El asunto urgía porque poco a poco se iba deteriorando el templo, incluso a principios de 1859 se habló del desplome de una de las aristas y su bóveda contigua que cubría el coro por lo que había sido necesario desmontar otra en la capilla mayor. Aparte, el arco toral había sufrido una desnivelación considerable y eran numerosos los apeos de las partes arruinadas.
No podemos dejar de señalar en esta obra al arquitecto Narciso Pascual y Colomer por cuanto que había sido comisionado por Real Orden para llevar a cabo un reconocimiento somero del edificio, como tampoco a Martín M. Ochoa, quien comisionado por la Sección el 28 de abril había propuesto la construcción de unos botareles sobre la fachada sur que no remediaron el mal y la introducción de hierros que no dieron los resultados esperados para contener el empuje de los arcos torales que era donde se encontraba el mal.
Por la Real Orden de 4 de julio la reina nombró a Matías Laviña para hacer un nuevo reconocimiento del monumento con una dotación de 1.500 reales mensuales, al tiempo que designó a Félix Mª Gómez como auxiliar en la dirección de las obras. Este último no aceptó el cargo debido a circunstancias particulares, renunciando al mismo el 12 de julio, no obstante, Laviña continuó con su cometido durante los años siguientes a razon de un oficio que el académico envió el 20 de abril de 1862 señalando que por la R.O del 26 de junio anterior se le había prevenido su asidua asistencia a las obras de la catedral y en estos momentos se había trasladado a Madrid por lo que aprovechaba la ocasión para ofrecer sus servicios a la corporación en calidad de artista y académico por si fuese necesario.
Volviendo a retomar la actividad profesional de Sánchez Ibáñez, el 17 de febreo de 1868 los académicos Juan Bautista Peyronnet, Nicolas Gato de Lema, Francisco Enríquez Ferrer y Federico de Madrazo le propusieron como académico corresponsal de la misma por ser antiguo arquitecto de León, su ilustración artística y científica, su afecto a los monumentos histórico-artísticos y haber prestado servicios importantes para la conservación de los mismos, especialmente en la catedral de León, iglesia en la que dispuso el apeo necesario que evitó la ruina del crucero y el cimborrio que parecían inevitablen. Se realizaron varias lecturas para su nombramiento: la 2ª el 24 de febrero de 1868 y la 3ª y 4ª los días 2 y 4 de marzo respectivamente. La votación secreta tuvo lugar en la Junta Extraordinaria del 16 de marzo, de cuyo resultado salió elegido por uniformidad de votos. El día 30 contestó al oficio que la Academia le había enviado con fecha del 24 del mismo mes comunicándole su nombramiento como académico corresponsal, cargo que aceptó y por el que dio las gracias, quedando enterada la corporación en la Junta Ordinaria del 25 de marzo de 1868.
En junio de 1880 la Comisión de Monumentos de León remitió a la Academia un oficio con las variaciones ocurridas en el personal de corresponsales de su instituto y la propuesta de los nuevos correspondientes que debían cubrir las vacantes. Entre los individuos que figuraban en el anuario de 1880 como residentes en la provincia se encontraban Pedro Fernández Sierra Pambley, residente durante algunos meses al año en un pueblo de la provincia de León y el resto en Madrid y otras capitales; Javier Sanz, ingeniero de la línea de Asturias, cuya residencia la centraba en Oviedo desde hacía más de 8 años y por consiguiente debería figurar avecindado en dicha ciudad y no en León; Perfecto Sánchez Ibáñez, arquitecto residente en León, pero de avanzada edad cuyos achaques apenas le dejaban concurrir a las sesiones que celebraba la Comisión de Monumentos de la Provincia; Venancio del Valle, sin residencia en León y nunca perteneciente a la Comisión de Monumentos de la Provincia; Francisco Julián Daura, residente en León y único individuo que asistía de ordinario a la Comisión de Monumentos; Antonio de Medina, residente en esa ciudad, correspondiente de la Academia de San Fernando, pero individuo que figuraba en la comisión como individuo nato de la misma por su cargo de gobernador civil de la provincia. Y por último Demetrio de los Ríos, individuo también de San Fernando, pero que había tomado posesión como correspondiente dentro de la Real Academia de la Historia a fin de desempeñar el cargo de vicepresidente por ser el individuo más antiguo de dicha academia de los existentes en la capital.
Arquitectura. Cárceles, 1842-1853. Sig. 2-30-2; Arquitectura. Catedrales, 1766- 1805,1851-1862. Sig. 2-32-5; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1829. Sig. 2-9-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 69; Secretario General. Académicos correspondientes (España y extranjero), 1851-1900. Sig. 1-53-3bis; Secretario General. Académicos correspondientes (Esàña y extranjeto), 1865-1879. Sig. 1-53-1.
Otras fuentes: Plano topográfico del encauzamiento del reguero del Chapín a su paso por el convento de San Dictinio de Astorga (León), 1832. Sig. ES.47186 (Archivo de la Real Cancillería de Valladolid); RÍOS SERRANO, Demetrio de los. Catedral de León. Memoria. Tomo II. Madrid: Imp. Del S. Corazón de Jesús, 1895
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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