Vecino de Murcia, maestro alarife y profesor de tallista en dicha ciudad, solicitó de la Academia de San Fernando el 29 de agosto de 1816 su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto o en su lugar el de maestro de obras, alegando haber seguido los estudios de Aritmética, Geometría, Dibujo y Arquitectura en la Escuela Patriótica de nombre de Academia en Murcia. Para este fin presentó como prueba de pensado el proyecto de Una casa particular (A- 1606), con su memoria y calculo detallado del coste que tendría.
Fue admitido a los ejercicios de reglamento y en la Junta Ordinaria del 8 de septiembre de 1816 le fueron sorteados los programas de repente. De los tres que le salieron en suerte eligió «en un paralelogramo de 40 pies de fachada por 60 de fondo demostrar la planta, fachada y corte por la escalera de una casa partr arreglando sus cruxias á los largos de maderas, conocidas pa edificios de su clase».
La Junta Extraordinaria se reunió el 17 del mismo mes para examinarle, asistiendo a ella como vocales el viceprotector Pedro Franco, Juan Antonio Cuervo, Julián de Barcenilla y Alfonso Rodríguez, disculpándose por sus ocupaciones el director general Antonio López Aguado y Manuel de la Peña Padura por estar ausente de Madrid. En el proyecto trabajado vieron los examinadores que la escalera no estaba arreglada a los preceptos de huella y altura que prescribía el arte al carecer del hueco competente; las armaduras no estaban bien demostradas; la distribución de la caja dejaba a la cocina sin luz; solamente había diseñado una alcoba para una casa donde debía vivir una familia y no había sabido resolver la multiplicación de 15 ¼ por 14 ½ .
En vista de la sencillez de las preguntas que se le habían formulado y la ineptitud que había manifestado a la hora de contestarlas, los profesores no le creyerón ni hábil para el título de aparejador facultativo, dictámen de la Junta de examen que sería aprobada por la Academia en la Junta Ordinaria del 6 de octubre de 1816.
No contento con los resultados obtenidos, el 12 del mismo mes de octubre solicitó su admisión a nuevos ejercicios para la clase de maestro de obras, exponiendo que no había podido realizar correctamente las contestaciones a las preguntas que se le habían formulado debido a que se le «trastornó la caveza é indispuesto en parte no salió con la aprobacion qe deseaba». La Junta Ordinaria del 20 de octubre le admitió a nuevo examen y le dio como asunto a desarrollar «Una casa de Ayuntamto para un pueblo de 200 vecinos qe reuna escuela, carcel y carniceria» (A- 3004).
Fue examinado en la Junta Extraordinaria del martes 5 de noviembre, concurriendo a ella los profesores Antonio López Aguado, Julián de Barcenilla, Alfonso Rodríguez, Manuel de la Peña y Padura y Antonio de Varas. Los vocales juzgaron que en general el ejercicio estaba bien desarrollado y entendida su distribución, sin embargo, hicieron entrar al pretendiente en la sala para hacerle algunas preguntas de rigor y así asegurarse de sus conocimientos. Antonio de Varas le preguntó la línea que tendría o correspondería a una superficie cuadrada de 2.916 pies, a la cual no supo contestar, aunque sí sacar el cuadrado de 54. También se le preguntó sobre el uso del ladrillo y las circunstancias que debían tenerse presentes para que fuese bueno; la medida de la fábrica de un pozo cuyo diámetro mayor o exterior fuese de 24 pies y el menor o interior de 20; la medida en superficie de una figura irregular y el traslado de la figura de un sitio irregular al papel para medir la superficie y darla valor.
Aunque tras la votación secreta resultó no ser apto para ostentar en título de maestro de obras el cual solicitaba, se le concedió en su lugar el grado de aparejador facultativo en la Junta Ordinaria del 10 de noviembre de 1816, el cual había sido creado en la Junta Ordinaria del 7 de julio de este mismo año a fin de que pudiera ejecutar tapias, blanqueos, «desatrancos y limpia de comunes tarageas, cañones de chimeneas, porcion de solados, empedrados y demas partes qe absolutamte no necesitan de mayores conocimtos», siempre que trabajase bajo las órdenes y la inspección de un alquitecto. Del mismo modo, los profesores aprovecharon la ocasión para comunicarle las materias en las que debía profundizar para obtener en el futuro el grado de maestro de obras que tanto ansiaba.
Comisión de Arquitectura. Alarifes y aparejadores, 1816-1852. Sig. 2-21-4; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1803-1818. Sig. 3-87.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
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