Hijo de José Soriano y María Josefa Atienza, nació en Murcia el 11 de junio de 1808 siendo bautizado ese mismo día en la iglesia parroquial de San Antolín. Se matriculó como alumno de arquitectura en la Real Sociedad de Amigos del País de Murcia en 1829, tras haber recibido previamente conocimientos de dibujo y matemáticas. En esta institución estuvo bajo las órdenes del arquitecto Juan Ibáñez,  con quien se ejercitó  en la teoría y práctica de la profesión instruyéndose en el modo de proyectar, formar los planos y su distribución como asisitiendo a las obras a su cargo.

El 17 de agosto de 1833 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como prueba de pensado el proyecto de una Biblioteca pública para una ciudad que contenga universidad y otros establecimientos literarios (del A- 780 al A- 782) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra,  la fe de bautismo, la certificación de práctica librada por su maestro Juan Ibáñez y la justificación de su conducta moral y política.

La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 20 de agosto de 1833 reconoció la obra y los documentos aportados, acordando el pase del interesado al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del domingo 25 del mismo mes, al tiempo que lo eran el capitán del Real Cuerpo de Ingenieros Baltasar Hernández, Francisco Javier Berbén, Pedro García, Carlos María de Castro y Miguel de Medinaveitia.  En este momento le fueron sorteados los programas de repente, tocándole en suerte los números 80, 23 y 76, los cuales respondieron respectivamente: «La planta y seccion por lo ancho de un Coliseo publico con demostración de la armadura», «Ynventar un tabernáculo adornado con columnas y pilastras de orden corintio, con Sagrario y Mesa de altar para colocarle aislado en un Presbiterio. Se diseñará la planta, fachada y corte de un tamaño proporcionado» y «Portada adornada para entrar al Jardin Botanico, y á los lados de los pabellones para habitación de los Porteros principales. Se demostrará en planta, fachada y una Seccion». De los tres asuntos escogió el nº 80, es decir, un Coliseo público (A- 3400), elección que comunicó a la corporación el 30 de agosto.

La Junta de Examen tuvo lugar el 7 de septiembre de 1833, asistiendo a ella como vocales los profesores Juan Antonio Cuervo, Custodio Moreno, Antonio de Varas, Miguel Loredo y Juan Miguel de Inclán Valdés. Cotejada la obra de pensado con la prueba de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Soriano comenzó este nuevo ejercicio explicando la belleza de los edificios y la adopción de los órdenes, así como el círculo, comparando las superficies de éste con las de las figuras inscritas y circunscritas. Después pasó a la doctrina de los triángulos y las figuras semejantes, cuyas proporciones halló con respecto a las líneas y las superficies que las encerraban, como de los sólidos que resultaban de las plantas. Posteriormente trató las nivelaciones, aplicando los instrumentos de los que se valía la arquitectura para ello. Por último, se le cuestionó acerca de la práctica constructiva y los medios de que se valdría para colocar sus arquitrabes y atado en el despiece de los mismos y en las columnas.

Satisfechos los examinadores con el mérito de las obras practicadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le vieron con los conocimientos suficientes para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 29 de septiembre de 1833, a los 25 años de edad.

A finales de 1839 se estableció en Cartagena, desde donde remitió a informe de la Academia su proyecto de reparación del muelle de dicha ciudad. La Comisión de Arquitectura celebrada el 10 de septiembre lo examinó advirtiéndole que en el atado de la obra nueva con la antigua fábrica evitase la formación de los ángulos muy agudos y en la obra de ampliación que señalaba en el perfil quedaba volada «á discrecion de un hito, ó pilote que debe ceder comprometiendo su obra», motivo por el que se acordó que le diese mayor apoyo situándolo en el nivel del fundamento de atado de emparrillados a fin de dar mayor solidez al recrecido del pie que debía recibir.