El 6 de diciembre de 1825 Goya escribía una carta a su amigo Joaquín María Ferrer, exiliado en Paris, en la que le mencionaba el envío de una estampa de tema taurino para que valorara la posibilidad de su comercialización, añadiendo que existían otras tres del mismo tamaño y temática. Estas cuatro estampas -Bravo Toro, Dibersion de España, Plaza partida y El famoso americano Mariano Ceballos- conocidas como Los Toros de Burdeos, fueron realizadas con la técnica de la litografía, que ya había conocido en Madrid. Sin embargo, fue en Burdeos descubrió la verdadera potencialidad de este nuevo arte.

De Los Toros de Burdeos se hizo una tirada de cien ejemplares en el establecimiento que el impresor Ciprien Charles Marie Gaulon (1777-1858) tenía en la calle Saint Rémy de esta ciudad. Son obras en las que un Goya ya anciano vuelve a dar testimonio de su genio. Los intensos contrastes de luz y sombra y sus composiciones vibrantes acentúan la furia y la violencia de las escenas, ayudando a incrementar el dramatismo de la composición.