Mariano Fortuny y Marsal fue considerado como uno de los pintores españoles más importantes del siglo XIX después de Goya, demostrando un gran talento artístico desde pronta edad. En 1850 se traslada a Barcelona y entra a trabajar en el taller del escultor Doménech Talarn, quien le logra matricular en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, al mismo tiempo que asiste a la escuela del pintor Claudio Lorenzale. Gracias a una pensión de la Diputación de Barcelona, se traslada a Roma en 1858 para ampliar sus estudios, hasta que en 1860 la Diputación le propone viajar a Marruecos como cronista gráfico para cubrir la guerra que allí estaba teniendo lugar. Fue este viaje el que más le influyó en su carrera artística, pues el exotismo que encuentra, le empuja a interesarse por el orientalismo.
En sus frecuentes viajes a Madrid conoce a Federico Madrazo, entonces Director del Museo del Prado y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Viajó también por las principales capitales y museos europeos para más tarde volver a Roma donde comenzó a pintar uno de sus cuadros más conocidos, La Batalla de Tetuán, mientras asiste a clases en la Academia de Bellas Artes de Francia en la capital italiana. En 1862, después de un corto viaje a Marruecos, regresa a Italia realizando entonces obras costumbristas de corte orientalista. Con motivo de su boda con la hija de Federico Madrazo pinta La Vicaría, su obra más famosa, consolidando su fama en la exposición en la galería Goupil en 1870.
Residió por un tiempo en Granada y París antes de volver a Roma, donde falleció prematuramente.