Miguel Nieto, Anselmo


Valladolid, 1884 - Madrid, 1964

Departamento: Museo
Nº Inventario: 1579
Dimensiones: 100 x 85 / 125 x 109 cm
Técnica: Óleo sobre lienzo
Procedencia: Donado por Rodrigo Bercovitz Rodríguez-Cano, hijo de la retratada en 2024
Observaciones: El pintor Anselmo Miguel Nieto inicia su formación en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid. En 1900 llega a Madrid y asiste a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Dos años después, con una beca de estudios de la Diputación de Valladolid, viaja a Roma donde entra en contacto con la obra de los grandes pintores del Renacimiento, fascinándole sobre todo la pintura de Rafael. También estudia a los florentinos, especialmente a Botticelli y a los venecianos que tanto influirían posteriormente en su obra. Tras concluir su estancia en Italia solicita una beca para estudiar en París, lo que le permitirá, además de estudiar las obras del Louvre, interesarse por las nuevas corrientes pictóricas, especialmente por el Impresionismo. En 1906 regresa a España y se instala definitivamente en Madrid. Dibujará las reproducciones de estatuas clásicas del Casón y en el Museo del Prado copia las obras de los grandes maestros, especialmente de Velázquez y Murillo.
Participa en una exposición organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid con Retrato de señora, con la que obtuvo un rotundo éxito y le dio a conocer en los medios artísticos madrileños. El triunfo obtenido le animó a dedicarse con preferencia al retrato, iniciando una carrera de fama como pintor de retratos de la aristocracia madrileña. En 1912 inaugura una de sus pocas exposiciones individuales en el salón del diario La Tribuna, con trece retratos. El renombre que alcanza a partir de ese momento inicia una nueva etapa en la vida del artista en la que va a desarrollar una intensa actividad, dando a conocer su obra en cuantas exposiciones de prestigio se celebraban dentro y fuera de España. Desde 1933 pasará largas temporadas en la isla de Ibiza y allí le sorprende la Guerra Civil, lo que le lleva a marcharse a América, viviendo una de las etapas más fructíferas de su carrera pictórica. Tras regresar a España, en 1952, es elegido académico de número de la Real Academia de San Fernando, cargo del que no llegaría a tomar posesión.
En el retrato que nos ocupa, presenta a Amparo Rodríguez-Cano, madre de tres prestigiosos juristas: Rodrigo Bercovitz Rodríguez-Cano, Catedrático de Derecho Civil por la Universidad Autónoma de Madrid desde 1979 y abogado desde 1969. Ha sido reconocido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2023 por su destacado trabajo en el campo de la propiedad intelectual; Alberto, Catedrático de Derecho Mercantil por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de la que ha sido Vicerrector y Jaime, Notario.
El pintor representa a la modelo que se caracteriza por su elegancia por el modo de vestir y las joyas que lleva, entre las que destaca de manera especial una magnífica aguamarina.
Entre los problemas a resolver en el retrato, uno es el del parecido, que radica en la plasmación correcta del modelo siguiendo su antropometría y otro, el del carácter, que consiste en representar más o menos exactamente la línea de los ojos, las cejas y la boca. Hoy en día estas cuestiones están resueltas con la fotografía. Sin embargo, con esta técnica no está solventada la plasmación del alma. El retratista debe saber plasmar el alma del personaje, cuanto mejor lo haga más “parecido” tendrá. Es decir, el artista cuando se enfrenta a un retrato debe tener en cuenta los aspectos psicológicos del modelo. Además, la personalidad del artista también se verá reflejada en el cuadro. En este caso, Anselmo Miguel Nieto es capaz de retratar siguiendo todas estas premisas anteriores. Se dice que era un gran conversador, que tenía muchas anécdotas que contar durante los posados de su modelo, esta conversación le permitiría conocerla, así como percibir sus reacciones ante los comentarios.
Por otro lado, los planos cromáticos siguen la elegancia del conjunto, tanto la de la retratada como el de la representación. El contraste está muy armonizado en toda la obra, los “grises” están en la parte alta de la escala y estos son abundantes lo que complica la parte técnica del cuadro. Con esto el pintor consigue representar la realidad sin perfeccionismos, como se puede ver en las zonas aún abocetadas o en primeras fases pictóricas.
Bibliografía:
  • RECIO AGUADO, Rosa María, Arte en la Academia: Pintores en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Siglo XX), tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid.
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