Papel verjurado ahuesado. Lápiz negro.
Estrella de seis puntas inscrita en un círculo con cruz en la parte superior y la letra F en la inferior.
Adquirido en 2018 con cargo a la herencia Guitarte, a través de uno de sus descendientes.
[Lápiz] La gaña Z es p(a) / subir o bajar el rodete X / afin que alze o bage la piedra / que gira [notas técnicas].
La serie de dibujos que abarca desde
IGV-115 al
IGV-122 son apuntes sobre los molinos en barca en el río Tiber. Los molinos en barca, o molinos flotantes, eran una variante de los molinos hidráulicos o de agua, estaban realizados con la misma ingeniería que estos, y además juntaban la arquitectura popular con la maquinaria correspondiente, adaptándose, así al lugar ubicado. Estos dibujos pueden estar relacionados con otra serie que conserva la Academia y que abarcaría desde el
IGV-102 al
IGV-105.
Los molinos de agua, han sido muy importantes para la sociedad. Aunque llegaron desde Oriente Próximo, en el Imperio romano se empezaron a desarrollar de forma muy detallada, pero su gran expansión llegó en la Edad Media. Los molinos de agua se usaban para diferentes actividades aprovechando la corriente del río, que algunas ocasiones, al tener demasiada fuerza, podía llegar a romper el molino o crear desperfectos. Estos molinos hidráulicos fueron estudiados, durante años por diferentes ingenieros, como Leonardo da Vinci, en su
Códice Hammer, donde explica la funcionalidad y la construcción de un molino de agua, que puede tratarse del molino de San Niccolo en Florencia.
Los molinos en barca fueron una vista habitual del río Tiber, siendo los protagonistas de estos paisajes, desde la segunda mitad del siglo XV hasta la mitad del siglo XIX, pero se cree que en el Tiber aparecieron con el General bizantino Flavio Belisario (505-565), como cuenta Robert Gaves en su novela de 1938 El Conde Belisario, donde describe que durante el asedio de los Godos a Roma en el 537, quedaron parados los molinos y este general ideó los primeros molinos en barca para abastecer a la ciudad de harina.
Eran construcciones de madera, pero el mantenimiento y el trabajo que se realizaban en ellos y la conservación que llevaban a cabo los dueños, hizo que se trasladasen de generación en generación y se mantuvieran durante años. Los trabajos desempeñados en estos molinos, consistía en la molienda de diferentes materias primas, principalmente cereales, y en su mayoría, trigo.
Este tipo de molinos no están demasiado representados en la pintura; una de las primeras, y únicas, representaciones se encuentra en el cuadro de Jan Van Eyck,
Virgen del canciller Rolin, en 1435, conservado en el Museo del Louvre. En este cuadro, se representa una ciudad, probablemente Lieja, donde se ven tres molinos flotantes, que se distinguen gracias a la minuciosidad de este pintor.
Isidro González Velázquez presenta en este dibujo una de las arquitecturas de los molinos de agua, en concreto a su maquinaria. En ese dibujo se ve la maquinaria que usan para que la corriente de agua genere energía. El agua del río entra por una abertura, hace girar la rueda y el engranaje y por ello atrapa el grano lo muele y el agua es devuelta al río. En el dibujo se ven las diferentes partes: ruedas, engranajes, paletas, piedras... todo explicado con sus medidas correspondientes y su función. Además añade la nota técnica explicando cómo se muele la materia, gracias al rodete, que él llama X, en la parte inferior, por el movimiento de la gaña Z, situada en la parte superior.